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Los cuatro del apocalipsis

Western. Drama La historia se centra en cuatro perdedores que son expulsados de un pueblo y emprenden juntos un viaje en busca de una vida mejor. Estos cuatro personajes son: un tahúr (Fabio Testi), una prostituta (Lynne Frederick), un alcohólico (Michael J. Pollard) y un antiguo esclavo convencido de que puede comunicarse con los espíritus de los muertos (Harry Baird). Para su desgracia, se toparán en su camino, ya en tierra de nadie, con un sádico ... [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
26 de febrero de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las cotas de trascendencia y respetabilidad a las que Sergio Leone elevó el spaghetti western a finales de los sesenta (con mayor o menor fortuna; “Hasta que llegó su hora” vs “Agáchate maldito”), animaron a algunos de sus colegas a ir un poco mas allá del sota-caballo-rey característico del género, probando con historias mas profundas y personajes mas permeables.

Las intenciones de esta “Los cuatro del apocalipsis” van por ese camino, empezando por un título que le queda grande y siguiendo con una estructura de “path movie” en la que todos están destinados a descubrirse a sí mismos al final del camino (sic) y un cándido protagonista que no empuñará un arma hasta el final de la película.

El problema es que el (limitadísimo) Lucio Fulci es incapaz de mostrarnos la evolución en la relación de los dos protagonistas (no hablemos ya del borracho y el chiflado que les acompañan, puro relleno esperpéntico) que de la antipatía y el recelo mutuo pasan al amor mas prolijo y sincero sin que medie poco mas que un par de canciones bastante empalagosillas (al estilo del “Raindrops keep falling on my head” pero sin bici)

Fulci se asegura eso sí de dejar su marca “autoral” con esa fotografía irreal y lechosa, con abuso de las fugas de luz en interiores que tan buenos resultados le da en sus fantaterrores mas recordados, y colando unos cuantos planos tumefactos puramente "fulcianos", casi todos asociados al personaje de un Millian viviendo ya de las rentas de sus mejores personajes.
daCapo78
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24 de octubre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un título que poco tiene que ver con la película, ésta arranca con buenas intenciones. Cuatro "parias" o "apestados" en el salvaje oeste tratan de sobrevivir a las inclemencias, los bandidos y los asesinos. Sin embargo, la realización deja mucho que desear, los cortes entre tomas los podría haber hecho yo mejor con el windows movie maker y el argumento va perdiendo fuelle poco a poco... flojita en general
alvaro_83
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5 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque ya había hecho una incursión en el spaghetti western más típico con "Tiempo de masacre" casi diez años atrás, Lucio Fulci volvió a acercarse al Oeste americano para rodar uno de los westerns más atípicos nunca rodados, "Los cuatro del apocalipsis", una especie de drama con toques fantástico/terroríficos que narra las peripecias de cuatro personajes despreciados por todos (un tahúr, una prostituta embarazada, un negro con alucinaciones y un borrachín) que se salvan de la horca por los pelos y luego son hostigados por un bandolero especialmente sádico mientras atraviesan el desierto en busca de un nuevo comienzo.

Con menos tiroteos y acción que los spaghetti westerns promedio, aunque con estallidos puntuales de violencia bastante explícita (la violación de la chica, el duelo entre el tahúr y el bandolero), con escenas de tipo onírico cuya estética oscura recuerda al cine de terror (la iglesia, las alucinaciones por el peyote, el delirium tremens del borrachín, la caravana de los peregrinos), y con un tono cercano al melodrama que se centra más en el retrato de los personajes (unos más logrados que otros) que en la épica de los duelos y demás, se trata de un filme peculiar, de ritmo irregular, con personajes diferentes a los habituales del subgénero, extraño pero interesante.

Una película del oeste diferente.
elviajero
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13 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues pensaba que era insufrible. La puse simplemente para ver algo ligero, entretenido, sin pretensiones. Pero a medida que pasa el metraje me va gustando más. No me parece tan mala.
La historia de una segunda oportunidad, de la redención de uno mismo en la otra oportunidad maldita que te ofrece la vida. En envite no es bueno, y el órdago tiene necesariamente que salir mal. Pero hay algo que les impulsa a continuar justos: la dignidad perdida y ahora recuperada. El nacimiento del niño es el punto de inflexión en la tensión emocional y el cabo de Hornos en donde la historia dobla hacia un mar más tranquilo, el de la Tranquilidad, por hacer una gracia con el día en el que escribo este blog, en el que hace cincuenta años que se alunizó.
Es un director para mi desconocido pero que, al parecer, impulsó dos géneros muy significativos: el gore más turbio de los Zombis y la sangre, y el Spaguetti Wester atípico alejados de los clichés comerciales al uso.
Esta película, más allá de lo que diga la crítica, en Filaffinity o en cualquier otro sitio, es mucho mejor película que la centena de Wester italianos que nos hemos tragado por quintales métricos...
No es, no creo que haya que decirlo en este Blog, comparable con las Wester "Mayor" americanas, ni mucho menos. Pero no es despreciable, y voy a intentar seguir a este director en alguna otra cinta.
Un galán muy de la época, Fabio Testi, lleva el peso específico de la cinta, pero no consigue dar credibilidad al papel ni llenar la pantalla. La chica es una guapísima Lynne Frederick, y el malo malísimo que hace de medio indio es Tomas Milian.
ÁAD
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21 de agosto de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calor sofocante, una tierra baldía no apta para la vida humana; aquí sólo pueden prosperar los matojos, las piedras y los escorpiones.
Este es un Oeste asqueroso y mugriento, y en él nos vamos a arrastrar con la Muerte siempre pegada a nuestros pies...

Con Franco Nero de estrella rutilante, Lucio Fulci probó suerte en el "spaghetti western" cuando aún era un subgénero floreciente e interesante; "Las Pistolas cantaron a Muerte" (o "Tempo di Massacro") es una rareza dentro de su filmografía ya que el romano, quizás no disfrutando la experiencia en su momento, jamás regresó a los relatos de desiertos y pistoleros como tal. Pero casi una década después, cuando se está ganando sus galones de eficaz artesano, en especial dentro del "giallo" y la comedia, decide escribir una historia junto a Ennio de Concini y le devuelve a los páramos de nuestra Almería.
Ésta, que provocará serias discusiones entre ambos, no seguirá en absoluto la idea convencional de "western"; la razón es que en 1.975 la vertiente mediterránea y su matriz "made in U.S.A." son bestias en sus últimos estertores que sobreviven de reinvenciones de sabia crepuscular o deliberadamente góticas, como demostrarían Martino y Castellari (con sus respectivas "Mannaja" y "Keoma"). Antes de ellos Fulci va a entonar un canto de angustia y apocalipsis, poderoso, inusual, y tomando de base a un autor imprescindible del género, Francis Brett Hart, e influencia clave para la escena crepuscular.

Y es que su visión del progresismo social (siempre en los límites de una California aún en expansión) está íntimamente ligada a la pérdida de valores y morales, al fracaso individual y por tanto al colectivo, todo acompañado de una violencia que resulta indigesta. Su esencia, y la de Peckinpah, Leone y Castellari, ya está impregnada en las primeras secuencias de esta obra, de donde se hereda la premisa de "The Outcasts of Poker Flat" (muy adaptada al cine), con "Stubby" reemplazando al tahúr de distinguidas formas Oakhurst, que porta el rostro del siempre eficaz y carismático Fabio Testi.
Fulci nos prepara en el Infierno. Mientras en el pueblo unos encapuchados (¿el Ku Klux Klan?) ajusticia a unos cuantos desgraciados, el sheriff hace oídos sordos en su comisaría; es una sociedad rendida ante la violencia y la total desafección. La mala suerte ya acompaña al protagonista desde el principio, quien impotente observa sus cartas siendo quemadas; en este agujero es donde se le une el trío restante (un jovial borracho ("Clem"), un negro con supuestos poderes de médium (Bud) y una joven prostituta (Emmanuelle) ), si bien en el cuento de Hart ellos aparecían más tarde en su camino. Perdonada su vida, este será el primer acto de esperanza al que asistirán en el periplo que les depara.

Una versión mugrienta de "La Diligencia" protagonizada por despojos de una sociedad norteamericana en plena fase de autodepredación. No se podría recordar mejor a Peckinpah y los tonos melancólicos y evocadores de "La Balada de Cable Hogue" o "Pat Garrett y Billy, "el Niño" ", con algo de Dylan flotando en el aire; lo curioso del pintoresco mosaico de personajes, con quienes deberíamos haber compartido más tiempo antes de su partida, es que pese a cargar sobre sus hombros el cinismo, el vicio, la lujuria y la propia Muerte, se aceptan tal como son. En base a eso sus lazos se estrechan con más fuerza, ya que no tienen nada en el Mundo más que a ellos mismos.
En su exilio metafísico y de evolución espiritual y emocional, una caravana de inmigrantes europeos cristianos, así como el luego revelado embarazo de la chica (genial Lynne Frederick) figuran un soplo de esperanza, en este Oeste desencantado y tóxico...pero su contraparte no tarda en aparecer. A la estrella del "exploitation" Tomás Quintín (o Tomas Milian), arrogante y excesivo como pocos, se le ofrece un papel que marca el total distanciamiento con todo lo que tenga que ver con el clasicismo del "western"; Chaco, inventado para la ocasión, es un desvío sucio y depravado en el camino a la redención del cuarteto.

Este forajido anacrónico inspirado en Charles Manson a su vez representa el final del movimiento "hippie" en la época en que se filma la película, y abre un paréntesis alucinatorio donde tienen cabida las drogas, las violaciones y el sadismo extremo, ligando de maravilla con el cogollo más desapacible de esa nueva manera de ver el "spaghetti" y acercándose a los trazos de puro horror que Fulci ya presenta en sus "giallos" y definirá su carrera posterior. Este accidente deja un poso agrio en el estómago y seguir a partir de aquí sólo significa continuar el descenso a las tripas podridas de la mitología del género, locura y canibalismo incluidos.
Y aun así, es una guerra contra la rendición, porque el director logra que sus personajes saquen fuerzas, dignidad y humanidad de las experiencias más horribles, prevaleciendo la salvación (recordemos el relato del cura, que se aferró a su fe tras robarle "Stubby" la escritura de la iglesia), la cual termina llegando como un soplo de aire "fordiano" en un último tramo que engancha con el otro cuento "The Luck of Roaring Camp", recuperando ese pueblo minero moribundo donde la única mujer que allí habita ha conseguido dar a luz. Ciertamente "fordiano" ya que se evita el fuerte pesimismo de Hart uniendo a los cínicos hombres en una comunidad de esperanza en torno al nacimiento del bebé...fatídico, por otra parte.

El poco rastro de amor que quedaba se lleva, de nuevo, como peso de muerte, como al mismo Fulci le sucedía con el recuerdo de su recientemente fallecida esposa Marina, que aún le oprimía el alma y jamás le iba a dejar...
Por otra parte, pese al terrible y accidentado rodaje, los fallos narrativos de la propia obra y la oleada de controversia que desató tras el estreno, acabaría convirtiéndose en pieza clave de la filmografía de aquél, y en una de sus favoritas (sólo por debajo de "La Verdadera Historia de Beatrice Cenci")
Chris Jiménez
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