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M

M
2018 Francia
Documental, Intervenciones de: Menahem Lang, Talleen Abu Hana
6,9
54
Documental 'M' (guiño al clásico de Fritz Lang) da voz a un hombre que fue víctima de abusos sexuales en su niñez, que denunció a los medios tras grabar la confesión de uno de sus agresores. La directora Yolande Zauberman sigue su día a día, logrando sumergirse con su cámara en un universo de hombres tan hermético como es una comunidad de judíos ultraortodoxos cercana a Tel Aviv: el pueblo de Beni Brak, capital mundial de los hebreos ultraortodoxos, los haredi. [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
1 de marzo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Directo e imprescindible

El mundo del cine esta lleno de historias que merecen ser escuchadas. Son el ejemplo de cómo utilizar el séptimo arte para, en muchas ocasiones, denunciar realidades que apenas tienen voz en la sociedad. Yolande Zauberman realiza esta labor con M, documental que narra las vivencias vividas por un hombre que fue abusado sexualmente en la comunidad ultraortodoxa. La línea narrativa que se va construyendo, según transcurre el film, permite seguir una historia lineal en el que se abren varios frentes y convergen en la exposición de realidades. De una forma cruda y directa, las confesiones de sus protagonistas no fuerzan el impacto que provoca en el espectador, sino que lo realizan desde una necesidad de expresarse. Zauberman ha sabido realizar un compendio ordenado del material que ha tenido entre manos para este film.

A través de Menahem, abre las puertas a una sociedad desconocida para el espectador convencional y desentrañar los misterios y, sobre todo, delitos que no se hacen públicos. Muestra un estilo de vida alejado de lo convencional y explica de forma neutra los sucesos que ocurren dentro de ella. El vehículo del dolor y el sufrimiento no se utilizan para buscar una empatía forzada en el público, sino que se produce una comprensión inmediata por el poder del mensaje que hay dentro. Zauberman sabe llevar el relato con una sensibilidad narrativa excelente, que atrapa al público hasta el final del documental. Ha sabido estructurar lo que se cuenta y la manera de materializarlo. Una coherencia narrativa, que no pierde el realismo que viene impregnado. Es cautivadora y muy potente.

*Víctimas del dolor

No sería posible M sin las personas que se han atrevido a romper el silencio de una de las sociedades más cerradas a nivel mundial. El primero de ellos y el hilo conductor de toda la película es Menahem Lang. El principal relator de la obra se desnuda ante el espectador en sentimiento y en alma. Se rompe frente a la cámara y, sin tapujos, muestra las consecuencias de las vivencias traumáticas que le preceden. No obstante, equilibra ese dolor con una luminosidad en su rostro, una naturalidad al expresar su motor de vida, que hace partícipe al espectador en todo momento de lo que ocurre. Es el perfecto maestro de ceremonias de este documental y desgarra emocionalmente al público con lo que transmite. Dota y eleva el sentido del film a un estado superior.

El factor humano es imprescindible en documentales de este tipo de género. Por lo que es importante comprobar que el mensaje que han querido transmitir sus protagonistas se ha llevado bien a cabo. El film está lleno de retratos angustiosos, de culpa, de silencio… en los rostros y en los recuerdos de los participantes de este proyecto. Se puede ver el cuidado con el que han sido tratados, en pantalla se puede percibir la seguridad con la que se expresan. Hay que aplaudir también a aquellos que no han querido aparecer, pero sí hablar de esta realidad tan cruenta y tapada. Es importante denunciar todo tipo de abusos sexuales, en especial a los menores, y romper con la protección del poder. Una lucha que se materializa en estas personas.

*Sin adornos

Es difícil encontrar un planteamiento técnico apropiado para este tipo de documentales con tanta carga emocional. Yolande Zauberman demuestra su calidad como realizadora al hacerlo desde la mayor cercanía posible y quitándose de cualquier floritura creativa. La directora posa la cámara en M dentro de la acción, se ve ese planteamiento irregular de la “cámara en mano”, pero que, en este film, es necesario. La fotografía parte desde una visión en la que se revuelve con los propios protagonistas, en donde el movimiento sabe expresar todo lo que está pasando ante sus ojos. Las confesiones no se dan mirando al objetivo, sino que se cuentan visualmente desde un prisma orgánico. Esa es la razón por la que se vuelve tan verosímil y tan impactante de ver y escuchar. Zauberman ha sabido encontrar su sello de identidad en esta obra tan sensitiva.

Otro de los puntos más importantes en la composición visual de la obra es la utilización de los claroscuros. La mayor parte del documental se desarrolla en una penumbra que refleja la cara oscura de la comunidad ultraortodoxa judía. Aunque Zauberman no haya hecho uso de elementos sintéticos, sí puede verse que el color es uno de los aspectos que transmite hacia al público y maneja la identidad del largometraje. Luego, el montaje juega un papel fundamental en este título. En conjunto con la estructura planteada narrativamente, han sabido exprimirlo a nivel visual y hacer un tándem entre ambas, que respeta la personalidad del largometraje y lo resuelve de una manera brillante. Un documental que no está dentro del foco comercial, pero es imprescindible para la sociedad. Los gritos ahogados se escuchan con fuerza y con firmeza.

*Conclusión

M es un documental imprescindible. Narra con crudeza, realismo y verdad el abuso en la comunidad ultraortodoxa de judíos, a través de un retrato sin florituras y que impacta al espectador directamente. Los protagonistas de la cinta se despojan de cualquier miedo y se abren en canal para denunciar una situación silenciada. La realización técnica sigue un esquema de “cámara en mano”, con una planificación y desempeño creativo apropiados. Zauberman deja patente su sello de identidad en este film. Una película que no deja indiferente y remueve al público en sus asientos. Un documental que denuncia de una forma directa y sin tapujos. Necesario y potente.

Escrito por Diego Da Costa
Cinemagavia
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29 de febrero de 2020
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Como ya hiciera en Would you have sex with an Arab? (2011), Yolande Zauberman sigue explorando las relaciones sexuales y la religión en su último documental, M (2019), cuyo título rememora la película con el mismo nombre de Fritz Lang, en la que un asesino de niños atemoriza la ciudad de Düsseldorf. Y es que, si bien los protagonistas del documental de Zauberman son todos adultos y están vivos, tuvieron que pasar un auténtico calvario en su niñez, despojándolos de toda su inocencia a través de abusos sexuales continuados.

M nos sitúa primero en la noche de Tel Aviv para presentarnos a Menahem Lang, un judío ortodoxo no practicante que sufrió múltiples abusos sexuales de pequeño por sus mentores y que será la figura que conduzca el documental (al menos, delante de la cámara).

Es de noche también cuando volvemos con Menahem al sitio donde todo ocurrió: el pueblo de Beni Brak, muy cercano a Tel Aviv y conocido por ser el lugar mundial de los hebreos ultraortodoxos, los haredi. Un viaje que llevaba sin emprender desde hacía 15 años, cuando se armó de valor y grabó con cámara oculta la confesión de algunos de sus agresores, imágenes que consiguió difundir posteriormente en la televisión israelí.

Poco a poco, siempre en la oscuridad, la cámara se mueve con Menahem y se para con él para rememorar todo lo vivido en Beni Brak. Los planos son muy cerrados, a veces se pierde el foco, pero no importa, mientras que la voz de Menahen guíe al espectador y lo convierta en testigo de todos los infiernos que tuvo vivir. Y no solo los suyos. Como si fuera ‘el flautista de Hamelín`, Menahem atrae a otros hombres que también sufrieron abusos. Salen a su encuentro, a veces de la nada, y terminan confiándole sus historias y demonios, demostrando que los abusos sexuales están tan extendidos que las víctimas terminan convirtiéndose en verdugos, incluso dentro de las propias familias.

Yolande Zauberman consigue así un retrato plural de esta comunidad tan hermética y expone el problema de los abusos sexuales en toda su magnitud. Una denuncia totalmente necesaria, que pone el foco en el problema de la religión y la sexualidad, la nula educación, la permisividad con los abusos, la ley tan laxa, con penas de tan solo 6 años. Todo con una intención plástica, la noche y la oscuridad, como otro personaje más, que acompaña a estos hombres en su pesadilla sin quitarles ni un ápice de protagonismo. Y todo a pesar de ser mujer y tener prohibida la entrada a estos lugares sagrados.

Pero, en mi opinión, aquí está el principal problema del documental, que necesita la figura de Menahem para hacerlo, y es un hombre muy magnético, que muchas veces lleva las conversaciones al terreno que él quiere, perdiendo el halo de la objetividad. Porque estos hombres nunca hablarían con Zauberman, y no lo hacen, de hecho. Ella no puede interrumpirlos, solo poner la cámara y captar sus conversaciones y testimonios.

Igual por eso uno se queda también con la sensación de que, para Zauberman, es un reto meterse en este mundo de hombres, descubrirlo y denunciarlo, olvidándose por completo de las mujeres (y por lo que se deja entrever, ellas también sufren abusos). Qué paradoja.
lauramerrick
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31 de julio de 2021
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Sumario

M es un duro y audaz documental testimonial y de denuncia, donde Menachem Lang no sólo relata los abusos y violaciones padecidas de niño durante años en una comunidad ultraortodoxa en las afueras de Tel Aviv sino que lo hace volviendo al lugar de los hechos asumiendo además una función periodística donde él entrevista, entre otros, a otros religiosos víctimas de abuso que siguen viviendo en ese suburbio, va en busca de su violador y se reencuentra con parte de su familia.

https://impresionescinefilas.wordpress.com/2021/07/31/m/

Reseña

Menachem Lang, un cantante y actor israelí vuelve a Bnei Brak, una ciudad en la periferia de Tel Aviv donde fuera violado de niño por su rabino y otros religiosos.

La película de Yolande Zauberman es un duro y audaz documental testimonial y de denuncia, dejando en manos de Lang no sólo el relato de los abusos y violaciones que padeció durante años en la comunidad religiosa donde era niño cantor sino una función periodística donde él entrevista, entre otros, a pobladores víctimas de abuso que siguen viviendo en ese suburbio, va en busca de su violador y se reencuentra con parte de su familia. Lang es un personaje audaz y lúcido, por momentos carismático y en otros algo insufrible que no oculta sus heridas. Los entrevistados en algunos casos miran a cámara, en otros no y hay un por momento un agobiante uso de los planos cerrados y del primer plano.

Al mismo tiempo es una recorrida por el suburbio donde pasó toda su niñez y una mirada a un lugar donde conviven varias comunidades jasídicas y jaredíes con sus propias reglas (algunas, irónicamente, se oponen a la existencia de Israel como Estado). En Bnei Brak se habla yiddish y no hebreo, y rige una estricta división de espacios entre hombres y mujeres en espacios comunitarios como las sinagogas y otros exclusivamente masculinos como las ieshivot, que seguramente promueve la circulación del deseo homoerótico, pero difícilmente su concreción; coimunidades donde los hombres le otorgan al sexo con la mujer una mera función reproductiva, como en tantas otras religiones. Una estructura sociocultural que favorece la consumación y la impunidad de las prácticas pedófilas contra niños varones.

Un relato sobre padres entregadores a “rebbes” que supuestamente deben encargarse de la formación de sus hijos (no hijas) en las ieshivot (lugares de educación y formación religiosa) y abusan de su autoridad para consumar sus prácticas pedófilas, las que sin embargo son denunciadas sólo en algunas ocasiones. Y también es una mirada general sobre el ciclo del abuso pedófilo más allá de este contexto específico, que genera lo que en el documental llaman el “círculo vicioso”.
Daniel B
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