Alta sociedad (Chromophobia)

Ralph Fiennes hace una creación singular de su homosexual exquisito, retirado de la sexualidad activa, deslumbrado por la belleza de algunos jóvenes.
Kristin Scott Thomas y Damian Lewis, afinan muy alto para delinear su fría relación conyugal en un tétrico ambiente "saturado" de agua.
Penélope Cruz y Clive Carter, menuda pareja de románticos desgraciados.
Penélope Cruz-Ian Holm, una sola secuencia memorable, que vale toda la película.
Ian Holm, como siempre, glorioso; sumido en una vejez llena de sabuduría.
Ben Chaplin: sobresaliente en el vaivén terrible del ambicioso en permanente estado de ansiedad, víctima tanto del fracaso como del éxito.

No coincido con ninguna de las críticas que se hacen a esa película. Vimos cosas diferentes por completo.

Tengo debilidad por las historias cruzadas bien armadas, las que logran hilvanar un material interesante a través de personajes de peso. Pues aquí no hay un solo momento carente de interés. Con el brillante añadido de muchos conflictos sugeridos dentro de una puesta en escena formidable.

Plástica, elegante incluso donde no se supone elegancia alguna. Medida a pesar de la duración; la considero una especie de sinfonía (hay muchas referencias clásicas y operísticas) que se expande con la serenidad de una chromofilia en lugar de la chromofobia del título, esa enfermedad que agobia a los protagonistas sin saberlo, esa fobia a los colores, a la variedad de tonalidades, al esfuerzo, al sacrificio, a las pasiones...

Enhorabuena a la familia Fiennes, pues también los hay en la música y en el vestuario. Son un fenómeno.

Película no muy conocida en la línea de "American Beauty" o "Magnolia", que de no haber sido británica, bien podría haberse convertido en hija precilecta de los caprichosos académicos, ansiosos por hacer la ola a cualquier atisbo de crítica social.

Un film de historias cruzadas, narrado con ambición, con un conseguido look visual de alto standing, cuyos personajes encarnan las maldades intrínsecas del ser humano y nuestra necesidad de destacar y de no reconocer nuestros propios defectos. En "Chromophobia" encontramos un reparto muy sólido, sin duda uno de los puntos fuertes de la cinta, desde un oscuro Ralph Fiennes (hermano de la directora), a una espectacularmente frívola Kristin Scott Thomas (que vuelven a coincidir tras "El Paciente Inglés"); además de la presencia de Penélope, en uno de los títulos más discretos de su carrera, aunque en su interpretación de prostituta moribunda deje huella en la trama.

Un film que puede tener todas las papeletas para ser incomprendido por el gran público, debido a su narración presuntuosa, a su desmedido metraje, y a que requiere una interpretación propia de la conducta de los personajes por parte del espectador, pues la directora no realiza juicios de valor. En muchas de sus escenas apunta maneras pero se queda en un interesante retrato cromado.

Lo mejor: Kristin Scott Thomas.
Lo peor: se tambalea entre peliculón y peñazo.

Buenas interpretaciones de actores ya consagrados, como Ben Chaplin, Scott Thomas y Penélope Cruz. Por otra parte, Damian Lewis vuelve a cuajar una actuación de altura, como ya hiciera con Spielberg en "Band of Brothers". En algunos tramos resulta confusa, pero el buen papel de todos los personajes, aunque algunos con escasa profundización (Fiennes), y la credibilidad y semejanza con situaciones de la vida diaria, hacen estremecer, salvando el cuello a una cinta que podría haberse superado con una dirección y guión más elaborados. El Final, lo mejor.

Adulterio, putas, pederastia, borrachera de poder, despiporre antropológico de la clase alta, crisis ansiolíticas, y mucho, mucho pijerío. Tanto que Martita bien podría competir en pijerío y pretenciosidad con la mismísima Sofi Coppola, aunque aquí el incesante devenir de imágenes viene acompañado de una trama más elaborada. Son temas morbosotes que hacen pasable esta ópera prima, aunque le sobra una hora de abuso contemplativo, pésimamente montada y con un ritmo a veces casi anestésico.

Pero no debemos desdeñar esta película. Sus cuatro actores principales responden con solvencia, siempre es un placer. Nuestra Pé, como bien dijo Almodóvar en una ocasión, en los papeles de plebeya se sale. Y la propuesta estética extremadamente cool está bastante lograda. Poco más.

Hace falta darle algo de tiempo a esta en principio fría película para ir entrando en calor y empezar a sintonizar con la serie de personajes que nos presenta. A mí siempre me han gustado esas películas en las que sus personajes se cruzan a lo largo de la misma, personajes que, en principio, no tienen absolutamente nada que ver se acaban relacionando de la forma más sorprendente y éso es justo lo que pasa en esta película dirigida por Martha Fiennes, hermana de los actores Ralph y Joseph. Los Fiennes son una familia de artistas, de éso no hay duda, y Martita no sólo se encarga de la dirección sino que también es la guionista de la misma, dejándole a su hermano Ralph la posibilidad de interpretar a uno de los protagonistas. Otro de los hermanos de la familia se hace cargo de la banda sonora, así que todo queda en casa. El punto fuerte de esta desconocida película que pasó por nuestras salas sin pena ni gloria es su casting, un conjunto de actores a cual más competente, empezando por un Ralph Fiennes que es desde hace un tiempo una de mis debilidades, su personaje no está tan desarrollado como el resto pero merece la pena contemplar su actuación, su homosexual culto y discreto me ha gustado mucho. Coincide de nuevo con la que fuera su pareja en "El paciente inglés", una Kristin Scott Thomas más guapa que nunca, la perfecta inglesa fría y superficial, un personaje de la que se adueña esta cada vez más maravillosa actriz. Sorprende econtrarnos aquí a una Penélope Cruz que luchaba por hacerse un hueco en el panorama internacional. La madrileña nos deja una más que notable interpretación de una prostituta enferma e incluso se atreve con un striptease. A pesar de no ser santo de mi devoción, tengo que reconocer que lo hace francamente bien. El veterano actor británico Ian Holm es uno de los que comparten escena con la española, una delicia verle siempre actuar. Ben Chaplin es uno de esos actores que nunca defraudan, una especie de John Cusak secundario que aporta su buen hacer a la hora de actuar. Descubro al pelirrojo Damian Lewis, un actor de teatro inglés que nos deja una más que notable actuación. El único punto flaco del film para mí es el insoportable Rhys Ifans, actor que no me gusta nada y al que me cuesta creerme. Comparte la mayoría de las escenas con Penélope y tengo que decir que la española se lo come con patatas.