San Quentin

Interesante película de Lloyd Bacon, semidesconocido director que dos años antes había dirigido la breve y extraordinaria "Frisco Kid". "San Quentin" es igual de breve pero mucho menos consistente y enérgica. Bacon demuestra una vez más un ritmo narrativo prodigioso cuando se trata de simplificar y acortar la historia pero, en esta ocasión, la ambientación y puesta en escena no ayudan demasiado, y menos si la voz en off del prólogo ya nos avisa que ni un solo plano se ha rodado en la cárcel. Así que, la blanda interpretación de Pat O'Brien canta lo mismo que los porches de la prisión que parecen de patio de colegio. Humphrey Bogart y Ann Sheridan brillan en sus papeles (por cierto, rodaron seis películas juntos, dos más que el dúo Bogart-Bacall) y los secundarios rayan a gran altura, en especial Garry Owen como el predicador loco de la prisión y Barton MacLane como el antiguo jefe de seguridad.

Tiene algo moralista en su planteamiento: la cárcel como lo que realmente es y debiera ser –la reinserción en la sociedad frente a un castigo temporal para que el preso vuelva a delinquir a su salida. Las dos caras aquí de Bogart y del propio Pat O'Brien (siempre le daban los papeles de bonachón o cura) que está enamorado de la hermana de Bogart. Posiblemente se deba al punto de vista histórico al ser un filme de 1937. En ese momento un drama carcelario que intentaba mirar hacia dentro de esos infranqueables muros sólo podría mostrar presos hacinados, una huelga de reclusos y pugna interna por el poder a todos los niveles.

Obviamente al ser un filme del Hollywood clásico no puede faltar chica y conflicto que cree la trama y sobre todo una fuga y su plan. La trama romántica no convence ni engancha, pero lo interesante de “San Quentin” de Lloyd Bacon, aparte de rodar en los mismos escenarios naturales en los que se desarrolla la trama, es ese planteamiento moral que yace en todo el subtexto del filme, aunque sea muy débilmente.

Película de ambiente carcelario en que una vez más comparten protagonismo P. O´Brian y H. Bogart repitiendo la fórmula de historia moralizante del film “The Great O´Malley” estrenada ese mismo año.
La trama es de corte suave -tratándose de un contexto severo- y la acción presenta las facetas tanto de peripecia vital como de contexto social para componer un cuadro de enorme calado humano.
Es sobria, concreta, la descripción ambiental presenta detalles de gran brillantez y su desarrollo resulta coherente, dinámico y, pesar de sus rasgos de ingenuidad en el argumento, es capaz de mantener el interés gracias a cierta dosis de intriga y a algunas escenas espectaculares.

Arranca con una panorámica imponente y sobrecogedora de la prisión de San Quintín (aunque ya se habían rodado alguna película entre sus muros, esta que nos ocupa es la primera sonora), para a continuación mostrarnos las déspotas e injustas maneras de tratar a los reclusos de Druggin (Barton MacLane) teniente provisional de la prisión, maneras que provocan continuos altercados por parte de los descontentos presos, ante lo cual el alcaide decide degradarle y sustituirle por el Capitán Stephen Jameson (Pat O'Brien), un reputado instructor del ejercito, del cual se espera que con sus métodos militares traiga orden y disciplina entre los descontentos internos.
A continuación vemos al militar vestido de uniforme junto a 2 compañeros de armas comunicándoles su nombramiento en el interior de una sala de fiestas donde actúa May Kennedy (Ann Sheridan), una atractiva mujer por la que Stephen se siente atraído y con la cual comienza a flirtear, flirteo que se ve interrumpido cuando ella se levanta y se dirige a la zona de camerinos, donde vemos a su hermano, Joe 'Red' Kennedy (Humphrey Bogart), pelín agitado pidiéndola dinero para abandonar la ciudad ya que le había salido un trabajo, momento en el que son interrumpidos por la policía que tras un leve tiroteo en el que nadie sale herido le detiene por asalto a mano armada y le envían a prisión con una condena de 10 años.
Todo esto a modo de presentación durante los primeros 10 minutos de metraje, a partir de aquí tenemos un interesante y muy entretenido drama carcelario de los de toda la vida, al que el aderezo de la relación que comienzan la hermana cantante del impetuoso nuevo recluso con el capitán encargado de su custodia y los recelos que tal situación provocan entre el resto de los internos, la otorga con toda justicia el rango de clásico de visión obligatoria (y desde luego merecedora de todo respeto del mundo por parte de cualquier amante del séptimo arte al referirse a ella)
Pat O'Brien realiza un extraordinario trabajo en el papel de ese recto, justo y corajudo capitán que rebosa bonhomía, Ann Sheridan (ese mismo año, 1937, volvió a San Quintín a rodar “Alcatraz Island “ de William C. McGann), aparte de lucir guapísima y cautivadora posee unas líneas de dialogo de esas que te golpean y desarman por su agudeza e ingenio, Humphrey Bogart lo borda como ese impetuoso pipiolo, rebelde y salvaje que cuando vienen mal dadas afronta con honor las consecuencias y el resto del reparto colabora con su buen trabajo a la brillantez del conjunto, sin olvidar reseñar una buena fotografía y dirección y unas brillantemente rodadas escenas de acción (realmente espectaculares para la época de producción) en el último tramo de metraje.
En resumen, buena producción de la Warner, reina de este tipo de historias durante casi 2 décadas, buena historia y buen casting.

Uno de preso,
dos de cabreo,
tres de cuarzo,
cuatro de mil,
cinco de fallo,
seis de infortunio,
siete de puños, ¡San Quentin!

A la trena hemos de ir,
con una lima,
con una lima,
a la trena hemos de ir
con una lima y un maletín.