El demonio de los celos

Ettore Scola era un reconocido guionista dentro del cine italiano cuando en 1974 saltó a la palestra también como director con una de sus películas más renombradas: ‘C'eravamo tanto amati’. A este título le siguieron otros no menos laureados por crítica y público, películas de las que yo soy igualmente admirador confeso. El poco cine que hasta día de hoy he visto del bueno de Scola siempre me ha sorprendido agradablemente de un modo u otro, que no es poco.

Semejantes precedentes me animaron a elegir una película de su filmografía más temprana, modestamente valorada en esta página y de la que me disponía a disfrutar sin demasiadas pretensiones. Además, este fue para mí un día de resaca, tontorrón, que me aconsejaba, a base de martillearme la cabeza, pasar las horas muertas holgazaneando en el sofá. En días así siempre me viene en mente la comedia italiana de los años sesenta y setenta, y un título como ‘Dramma della gelosia’, interpretado por Mastroianni y Vitti, me parecía que ni pintado. La empanada que tenía por cabeza (y unos primeros minutos de metraje un ‘pelín’ decepcionantes), no me pusieron en guardia ante la enésima sorpresa que Scola me tenía reservada. Tal vez será cosa mía, o es que un mal día lo tiene cualquiera, pero para nada me pareció ésta una obra menor del director italiano. Habrá que tirar aun más atrás en su filmografía, pero por de pronto yo ya adelanto en cuatro años su ‘primo grande successo’. Y es que en esta película son plenamente reconocibles varias de las virtudes que hacen tan particular la obra de Scola, a saber, un guión sólido (faltaría más), diálogos elaborados, buen sentido del ritmo, exquisito sentido del humor, pero sobre todo, cierta habilidad escapista a la ortodoxia en la dirección cinematográfica, un don kafkiano que le permite contar su historia libre de ataduras espaciales o temporales. Si a todo esto le añades la frescura de la comedia italiana, de la que también está ampliamente dotada, y las buenas interpretaciones de su elenco privilegiado de acores, el buen rato a pasar, por mucho dolor de cabeza que uno sufra, es inevitable.

El militante comunista Ettore Scola parece preguntarse en esta película si existe un modo de amor específicamente comunista y si este es posible en Italia. Y parece que no. Adelaida recoge a Oreste tras una fiesta del partido hecho un despojo y se enamora perdidamente de él, aunque ya le había echado el ojo antes. Pero sólo encuentran obstáculos, empezando por la señora de Oreste. Sin embargo, la prueba de fuego de ese amor llegará cuando Nello requiera de amores a Adelaida y ella le corresponda. Oreste y Nello se convertirán en los mejores amigos y la situación desembocará en tragedia, como ya sabemos desde la primera secuencia de la película. Y el asunto es: ¿Cómo hemos podido llegar a esto?

Esta película parece un ensayo general de “C’eravamo tanto amati”, tanto por la fragmentada construcción del guión como por su reiterada utilización de recursos metalingüisticos y elaboradas composiciones de plano. El resultado es desaforado y lleno de situaciones y golpes de una irresistible comicidad (por elegir alguno, cuando conocemos a la hermana de Adelaida mientras esta la lleva en coche a su trabajo o el ascenso de Adelaida a la burguesía de manos de un carnicero enriquecido) pero empieza a hacerse fatigoso con el proceso de degradación de Oreste. A pesar de todo el cinismo derrochado a lo largo del metraje, el epílogo es romántico, pero a su retorcida manera.

Más vale que una historia en la que las pasiones más bajas del ser humano aparecen en pantalla nos la cuente Scola, el maestro italiano, que recrea ante nosotros un triángulo amoroso del que extrae muchísimo jugo. A su manera, porque aunque sea un Scola primerizo quedan claras cuáles son las directrices que guían sus realizaciones. Es fácil decirlo, pero como en todas sus películas, el guión de "El demonio de los celos" es ejemplar, no tiene fisuras, y dejando de lado los gustos y las filias es justo reconocer que se trata de una película coherente de principio a fin.

El protagonista es Marcello, el pobre Oreste, que vive en sus carnes el lamentable descontrol y final pérdida de la cordura cuando uno está enamorado y le invaden los celos. Magistral Scola pues, que es capaz de crear poco a poco (y también a lo bruto cuando toca) la imagen de un triángulo fatal, a la italiana, con muchos diálogos, muchos gritos y mucho dolor cuando toca: queda claro que en las relaciones a tres bandas no gana nada nadie y todo es perder y perder. Un gran flashback engloba la película, Marcello es quien nos cuenta su historia, que es la de una mujer y un buen amigo también.

Hay humor, hay guiños a la situación política y una descripción de los celos, que es lo que nos importa, que en último lugar supone un drama de cojones. Para ver una película de Scola, el que no lo sepa, hay que estar preparado, porque a menudo es un huracán, un puto ciclón. El inicio de "El demonio de los celos" es engañoso, parece que nos va a meter en un camino contemplativo, es un inicio más bien flojo, pero cuando se desata, la verdad, es una locura de grandes dimensiones.

Pizzas en forma de corazón, menuda idea. ¿Quién no acabaría loco cuando se ama de forma tan entregada e intensa?; ¿es que no lo pensaste antes Oreste?; bravo Scola, bravo...

Excelentes interpretaciones de los tres actores protagonistas. Mónica Vitti lo borda.
Algunos tópicos machistas típicos de la cultura mediterránea que se disculpan por lo entretenido de la película.
Retrato del temperamento italiano.

Pieza de película muuuy entretenida. Nunca había visto este tipo de cine, pero me encanta, a ver que encuentro de Ettore Scola.