Haz click aquí para copiar la URL

El amor de Swann

Drama Adaptación de una novela de Marcel Proust. Charles Swann, un joven y rico judío que forma parte de los círculos aristocráticos parisinos de la Belle Epoque, vive una inolvidable historia de amor con la bella prostituta Odette de Crécy. Sus tempetuosas relaciones, llenas de celos, pasiones y dudas, las evoca años después Swann, cuando presiente su inminente muerte. (FILMAFFINITY)
1 2 >>
Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
6 de enero de 2006
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por el alemán Volker Schlöndorff ("El tambor de hojalata") y rodada en París, se basa en el relato de la segunda parte del Volumen I de "A la búsqueda del tiempo perdido", de Proust. Obtuvo dos Cesar (vestuario y decorado) y dos nominaciones a los BAFTA (vestuario y película extranjera).

La acción principal tiene lugar en París en la última década del XIX y primeros años del XX. Narra un día de la vida de Charles Swann (Jeremy Irons), un hombre elegante, rico y refinado, que años atrás se enamoró de Odette de Crécy (Ornella Muti). Cuando se ve a las puertas de la muerte, recuerda en flashback la pasión, los celos y las dudas que inundaron su amor por ella. La película describe el ambiente de lujo, confort y elegancia de la vida de la alta sociedad parisina de la época. Esta sociedad elegante y despreocupada, amante de la música y la pintura, oculta un complejo mundo de prejuicios, inspiradores de intolerancias y violencia, amparadas en la doble moral: una para la vida privada y otra para la pública, una para las mujeres y otra para los hombres. La estigmatización de la prostitución femenina de lujo pone en peligro el buen nombre de Swann y su aceptación en los círculos elegantes de la ciudad, cuando se sospecha que se ha enamorado de Odette, de la que se dice que es una preciada cortesana. Esta misma sociedad condena y estigmatiza, también, la orientación homosexual masculina, que siente el baron de Charlus (Alain Delon) por un adolescente. En un nivel de mayor rechazo se sitúan los prejuicios contra la homosexualidad femenina. La pasión de Swann por Odette, pese a poder superar la barrera de la estigmatización de la prostitución femenina, no puede asumir que Odette mantenga relaciones amorosas con mujeres. Las dudas que tiene sobre la posibilidad de éstas le perturban más allá de lo razonable y le sumen en un estado de angustia enfermiza.

La música se basa en composiciones atonales de Henze, que describen con acierto el desgarro interior del protagonista. Se añaden otros fragmentos, entre los que destaca "Arabesque", de Debussy. La fotografía corre a cargo de Sven Nykvist, el director de fotografía preferido de Igmar Bergman, que inició su carrera en 1960 ("El manantial de la doncella"). En la película hace una brillante exposición de sus sólidos y variados recursos narrativos. La interpretación de Irons es excelente. Alain Delon, en un papel breve, demuestra su gran oficio de actor. Ornella Muti desborda belleza, sensualidad y capacidad de seducción. Fanny Ardant encarna la elegancia y la discreción. La dirección, enfrentada a la complejidad de los textos de Proust, consigue un resultado meritorio, pero inferior a los que en otras circustancias consiguieron Visconti y Lean.

Película interesante y bien interpretada. Pese al empeño del director y a su grandes aptitudes, la complejidad de Proust se ve excesivamente simplificada.
Miquel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
22 de julio de 2012
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre el mantel estampado, en perfecta simetría digna de un bodegón de Zurbarán, aparecían dispuestas la taza de té i la magdalena.

Mis manos sostenían todavía el libro y, casi dotadas de vida propia, tanteaban la posibilidad de abrirlo de nuevo, como el estudiante que revisa impulsivamente sus apuntes momentos antes de comenzar el examen. Pero no necesitaba repasar aquellas páginas, me bastaba con saberlas cerca para sentirme seguro y reconfortado.

Tomé asiento, coloqué con suavidad el libro sobre la mesa y procedí a ejecutar el plan. Arranqué un pedazo de la magdalena, ni demasiado grande ni demasiado pequeño, y sosteniéndolo por el promontorio superior lo mojé en el té. Sin más transición que la impuesta por la propia lógica del movimiento, lo llevé a la boca. Mastiqué lentamente, recreándome en la extrañeza que siempre produce la mezcla de sabores y temperaturas. Incluso cerré los ojos, a fin de aumentar la concentración y que no me distrajeran estímulos externos, pero cuando ya me vi obligado a tragar la masa confusa comprobé que nada había sucedido.

Maquinalmente, repetí el proceso aportando ligeras variaciones cada vez —el tamaño de los fragmentos de magdalena, la porción mojada, el tiempo en deglutirlos… —, para no dejar de lado ninguna de las posibilidades que pudieran influir en el tan anhelado logro. Vanamente. En ninguno de mis intentos me atrapó ese escalofrío que de pronto hiciera brotar la luz de una bella instantánea olvidada de mi infancia. Nada, ni un solo recuerdo, ni un solo destello, ni una sola imagen, por fugaz o anecdótica que resultara.

Al cabo de unos minutos la totalidad de la magdalena yacía en el interior de mi organismo, pero no quise que también me venciera el desconsuelo tras la decepción sufrida. Respiré hondo, acaricié con pleitesía el lomo del libro y me dije:

—Bueno, tal vez yo no sea Proust, pero de todos modos esta magdalena tampoco estaba demasiado buena.
Quim Casals
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
16 de julio de 2007
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por todos es sabido que En busca del tiempo perdido revolucionó la novela moderna. La monumental obra de Marcel Proust reproducía los movimientos de la memoria y plasmaba el funcionamiento de la mente de su narrador. Por ello es conveniente recalcar que una adaptación de esta novela o de un pasaje de la misma, como es caso, es una tarea harto difícultosa. Aunque la novela de Proust se presta a ello, Volker Schlöndorff –quien con la laureada El tambor de hojalata ya demostró una pericia considerable en lo que a adaptaciones literarias se refiere – no cayó en la tentación de la fragmentación excesiva, no hizo una película puzzle. Contrariamente, El amor de Swann mantiene una sorprendente (y reposada) coherencia cronológica, permitiéndose sólo alguna que otra digresión temporal y ensoñación ocasional. Esta licencia, más funcional que estilística, no impide que espíritu trágico del libro quede fielmente plasmado.
FERNANDO BERMEJO
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7 de septiembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo estas líneas a la sombra de otras. Realmente la película no resume, no trata de hacerlo, la novela. Sólo un capítulo, cerrado en sí mismo, de la misma. Un amor de Swann, como dice el título. Nada de magdalenas. Un retazo de las relaciones, explícitas o calladas, de los personajes. La constante introspección sobre el comportamiento de los demás, la imposibilidad de saber toda la verdad, etc. No creo que al director se le ocurriera recrear ni el capítulo. Es una plasmación visual del ambiente de esa parte de la novela. Incluso creo que no es necesario conocer la novela. Pero, si uno la conoce, inevitablemente cotejará todos los detalles, y pensamiento, de Proust y muchos no están. Claro que no están. Como si uno pudiera filmar la narración ideológica de la novela más minuciosa y compleja que se haya escrito.
Limitados a ello, el director, actores y demás recrean el ambiente visual en el que se debió desenvolver Proust y su personaje. Por lo demás, un ambiente que no interesa a casi nadie en la actualidad...salvo que haya leído a Proust.
Aún me acuerdo de que una amiga me comentó, irritada, que la película era la historia de un impotente que se pasa la película sin hacer nada.
La música muy acertada. No va con la época sino con un músico actual, tal como se ve y se escribe ahora sobre la película.
Bruno
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
23 de octubre de 2010
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si van a hacer algo sobre "A la Recherche du Temps Perdu", al menos haganlo con la elegancia y espectacularidad propias de su genio creador.

Jeremy Irons, ah... Jeremy Irons, no se si decir más o decir menos. A veces es bueno, a veces es malo... Ya no se distinguir... Pero acá está ligeramente aceptable, sobretodo porque el personaje se lo permite, era tan genial Proust que sus creaciones salvan las mediocridades. Igual, por favor, no hagan películas sobre los libros u obras de Marcel Proust si van a ser como ésta...
Emile
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow