Mordiscos peligrosos

Recuerdo haber visto “Mordiscos peligrosos” siendo niño en un cine de sesión doble, huelga decir que me encantó. Luego la habré visto dos o tres veces más, curiosamente lo que siempre me llamó la atención es que pasen los años que pasen Lauren Hutton sigue saliendo igual de guapa. Me explico. Bueno los que me conocéis ya sabéis que considero la moda más hortera del siglo XX a la de los ochenta. Un auténtico museo de los horrores, casi cualquier actriz que veas ahora que tenga ya más de cincuenta años sale más atractiva que cuando la ves entonces. Eso no pasa con los setenta o décadas anteriores.

Pero con la señora Lauren Hutton, no ocurre eso. En el año 85 sabe pintarse, vestirse, peinarse, moverse... mientras otras parecen Lily Monster. El cinco es por ella obviamente.

Del resto pues ya se sabe, Jim Carrey empieza con las muecas y el tema del sexo se trata peor que en el Landismo. No cabe duda que la comedia americana ochentera tiene su gracia, es gamberra, y a la vez no es hiriente ni ofensiva, pero al mismo tiempo no termina de cuidar los diálogos y terminan siendo casi siempre una sucesión de gags con carreras y golpes herederos del cine mudo. Podían haber copiado algo de los Hermanos Marx, pero quitando al gran Allen, los demás prefirieron a Abbott y Costello. Si es que el hombre tiende siempre a lo más fácil.

Una historia previsible que, pese a todo, se narra con una velocidad pasmosa. Howard Storm firma una cinta un poco descuidada pero completamente recomendable donde brillan con luz propia la bellísima Lauren Hutton y un novel Jim Carrey que se enfrentaba a su primer papel para el gran público tras una cinta canadiense que nunca salió de ahí.

Mordiscos Peligrosos es, en esencia, una parodia de las cintas de vampiros de toda la vida. Narra como una vampiresa se alimenta de vírgenes para seguir siendo eternamente joven y Carrey es el encargado de ocupar tal papel. Pocas escenas de acción, ninguna de terror y algunas otras memorables (el baile de disfraces, la transformación de Carrey, sus sueños) para una cinta divertidísima que, sin grandes pretensiones, divierte más de lo que se le pide. Carrey no se catapultó al éxito con ella, pero seguro que se lo pasó de maravilla.

La cosa no pintaba bien desde el principio, pero mi debilidad por las películas ochenteras me jugó una mala pasada. Bueno, realmente no fue tan mala pasada, porque aburrirme no me aburrí, pero desde luego es un pecado capital encontrar en esta película un documento que merezca la pena.

La película se medio salvaría con su inicio y su nudo, pero el desenlace, el clímax final, es tan sumamente malo y todo se vuelve tan negativamente absurdo que acaba siendo una basura de película. Jim Carrey se va soltando poco a poco en la película, e incluso tiene tiempo para hacer algunas de sus muecas. Él es de las pocas cosas que salvo de la película, aunque más por prejuicio positivo que por mérito en su personaje. Lo de los secundarios es de risa, pero de la mala, sobre todo en el grupo de vampiros que acompañan a Lauren Hutton (que hace su papel sin mayores complicaciones). Sebastian, el mayordomo, chofer, asistente, jardinero y maquillador en cambio se percibe de una mejor manera, aportando un personaje mucho más fresco que el resto de individuos que pasean por pantalla.

Realmente, todo se va al traste cuando se inicia el baile de disfraces, con esa pelea en forma de baile un tanto ridícula. A partir de ahí se inicia un nefasto clímax como pocas veces he visto, con una música que acompaña directamente patética. Para eso que me pongan canciones ochenteras llenas de baterías sintetizadas que eran las que salían al principio.

Sudaderas de universitarios, adolescentes por doquier en descapotables, hamburguesas, autocines, ligoteo barato y tipas que pasean vestidas como Cyndi Lauper su león que tienen por mascota por las calles de Los Ángeles. Todo eso se cumple de maravilla en esta película, clichés por aquí y por allá pero de los que resultan de alguna manera entrañables. Cuando la película entra en situación, con la transformación de Carrey (ridícula pero entretenida), parece que va a sacar un aprobado raspado, pero alllegar al fatídico clímax...

En definitiva, pelea de las malas pero que sirve para reirse de ella. Ideal para buscar fallos y cutreces (desde falsos espejos hasta cartón piedra muy descarado). Recomendable únicamente para los fans de Jim Carrey, y aún puedes salir escaldado como me pasó a mi.

El único motivo por el que he visto esta película, ha sido por ver la primera película protagonizada por Jim Carrey para un estudio estadounidense, o al menos eso me ha parecido leer.

La película es mala: un argumento demasiado simplista, temática de vampiros tratada de una forma pésima, actuaciones por parte de todos bastante modestas de las que nada hay que destacar... el único que se salva es Jim, y porque es JIm, y este tío le da humor hasta la película más sosa (demostrado queda en este film).

Aburrida, tediosa, genérica, son algunos de los adjetivos que se me vienen a la mente. Pero una cosa sí que tiene, y es ser protagonizada por toda una leyenda actual como lo es Jim Carrey, y solo por eso vale la pena visionarla aunque solo sea por una vez, que es lo que voy a hacer yo, porque ni pagándome la vuelvo a ver.

Es una película destinada para pubertos pajilleros con ganas de meterla en cualquier agujero que se preste, y eso es algo que se nota en todo: en la simpleza de la película, en las temáticas a tratar, en los personajes...

En fin, que si eres fan de Jim, míratela, porque te interesará verle en sus tiempos mozos cuando solo era un jovenzuelo en busca de un lugar en este mundillo del cine que años más tardo alcanzó.

Once bitten es un subproducto yanqui ochentero con una mujer vampira seduciendo a Jim Carrey, y poco más.

En el film habitan todos los arquetipos del cine mainstream teen yanqui de los 80's: institutos, pelos cardados, citas en coches, hamburguesas, sintetizadores, bailes.. (la lucha en el baile entre la condesa vampira y la novieta de Jim Carrey es de culto, placer culpable: maravilla y vergüenza ajena a la vez)...

Tiene interés por lo anacrónico de su incorrección ochentera, un guión sin ningún tipo de reparo, que no va a ninguna parte (ni como comedia, ni como film de terror), pero que ilustra a la perfección un tipo de cine palomitero que tuvo mucho éxito en esa década y que ahora no resiste un visionado mínimamente crítico.(La escena de las duchas, por ejemplo es delirante desde la perspectiva del siglo XIX)

Pues eso, un intento de hacer comedia teen con el género vampírico, pasado por el turmix mainstream de Hollywwod. Fast Food audiovisual a tope!