Mordiscos peligrosos

El mito de Elizabeth de Bathory siempre ha estado tan vivo en la pantalla -¡y si no, que se lo digan al tío Jess!- como el del tocayo transilvano, y en ambos casos manteniendo intactas sus consumadas dotes seductoras. Pero estamos en los 80, época dorada y caldo de cultivo idóneo tanto para la comedia romántica como los géneros mamporreros y, aquí presente intermitentemente, el del terror.
Si Gere cayó en sus redes ('American Gigolo'), para una Lauren Hutton reconvertida en la vaporosa femme fatale con colmillos a la caza de jovenzuelos vírgenes no iba a serle escurridiza la nueva presa a la que le echaría el ojo, un chaval canadiense dispuesto (tendría que echarle paciencia) a conquistar Hollywood: el semidesconocido Jim Carrey.
Si quiere sobrevivir, esta hija de la noche tiene una difícil misión, la de encontrar a un adulto virgen suelto por Los Angeles.
Algún que otro de sus resortes argumentales y las trampas cómicas que refuerzan el ADN teenager en detrimento del horror -aunque eso era de suponer- dan cuenta de la propensión del realizador Howard Storm para su futura inclinación televisiva. Y por supuesto que sobran pretextos en el guión -entre ellos, es obvio, la vampirización- para que el cara de chicle canadiense nos adelantase algo de su histrionismo de marca así como el rol de apocado héroe romántico que volvería a explotar: Mark Kendall es Stanley Ipkiss ('La Máscara') con nueve años menos... y no lo digo porque compartan tempranamente el doblaje español de Luis Posada, casi siempre inseparable.

Les recomiendo esta peli es excelente porque el guión y la historia son excelentes y las actuaciones tambien.
Una mujer vampiro conoce a un joven virgen en la noche de Halloween un estudiante Mark Kendall (Jim Carrey) que lo quiere transformar en un vampiro.