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Paranormal Activity 2: Tokyo Night

Terror El film comienza justo donde termina Paranormal Activity, donde una chica que ha estado visitando San Diego en un viaje de intercambio regresa a Japón llevándose con ella la presencia demoníaca de la primera película. Todo ello lo veremos a través de una grabación de una cámara doméstica... (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
15 de noviembre de 2011
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepción es la palabra que se me viene a la mente después de haber visto este film, y es que esperaba más, ya que sobre la mesa había varias premisas que me hacían presuponer que la cosa sería mucho mejor, y que incluso me podría llevar alguna sorpresa, positiva, pero no tan negativa, como ha sido el caso.

Antes que nada, quiero añadir esas premisas esperanzadoras, que son, en primer lugar, que iba a ser la secuela de una buena película, Paranormal Activity, y aunque las segundas partes nunca son buenas, siempre hay excepciones y en segundo lugar, iba a ser japonesa, y como bien es sabido, los japoneses lideres de mercado junto a los tailandeses en los últimos años dentro del genero de terror, y al cambiar el formato, podría haber sorpresas.

La cosa hasta ese momento, de ideas y fantasías iba bien apañado yo, porque lo que es la realidad, me encontré con una película de clase B, con unas actuaciones infumables y vomitivas, y es que, aunque los japoneses son muy educados familiarmente, jamás es a los extremos que se nos muestra en la película, haciéndola un compendio de “las buenas formas y la educación fraternal”, junto a una historia, estéril y sin imaginación, sin crear la atmosfera suficiente, para atemorizar o por lo menos de canguelo que exige toda película del género.

Por esto y unas cuantas cosas más, se me hizo lenta, aburrida y falta de espíritu. Mejor que veáis otras, las hay mejores, incluso dentro del subgénero B.
Ranxomare
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7 de septiembre de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No dejó de sorprenderme que el año de realización de la primera secuela de “Paranormal Activity” (“Paranormal Activity 2”, dirigida por Tod Williams), coincidiese con el de otra producción japonesa: “Paranormal Activity2”, subtitulada ésta como “A Tokyo Night”, y al timón de la cual estuvo Toshikazu Nagae, que para cuando fue puesto al frente de esta entrega, contaba sólo con cuatro largos (uno para la televisión), y una serie en sus haberes, y casi todo este trabajo, dedicado al terror. Por lo tanto, tampoco era tan novato, cuando se embarcó en esta macro campaña inciada con la cinta de Oren Peli.

Para nada es raro que encontremos en franquicias de cine asiático (japonés, coreano…), sus respectivas mimesis en formato estadounidense (o viceversa). Para explicar este fenómeno se suele apelar a la falta de creatividad de gionistas y generadores de ideas para el séptimo arte. Pero las ideas, las bases estructurales, sobre las que se inspira y construye toda ficción que es expresada cultural y/o artísticamente, ya hace mucho más de lo que creemos (se podría decir casi con toda seguridad que, desde siempre), forman parte del imaginario colectivo universal.

En el caso que nos ocupa, me atrevería a decir que estamos incluso más allá de un “intercambio” de cromos. No se trata de la reproducción “a la japonesa”, con su original y respectivas sucesoras copiadas del producto norteamericano; sino de algo etiquetado como secuela, que se crea a la par que su prima yanqui, y que con top de continuación, y pantalones de spin-off, es un remake, sólo para asaltar el mercado asiático con esta saga. A saber, unos hacen el besugo hervido con tomillo y pimienta, y los demás al wok, con verduras y salsa de soja.

Un calco de “Paranormal Activity” (no sólo “basado en…”, tal y como sale en los créditos iniciales), sustituyendo varios elementos del “plot” de Oren Peli por otros análogos para meter las miras de sus paisanos en el bollo, pero siempre siguiendo el dictado de la estructura inicial. Sin embargo, por otro lado, Nagae se permite toda una serie de licencias con las que parece observar, raspar, pulir…. Incluso referencias a obras procedentes de la otra ribera de la charca pacífica, como si quisiera certificar a los que hayamos conseguido ver su cinta (en versión original en japonés con subtítulos; cualquier doblaje manda todo a la porra), que ha pillado el asunto, y además es capaz de mejorarlo.

Haruka, una estudiante de intercambio en Estados Unidos, vuelve a Japón en silla de ruedas. Durante su estancia ha sufrido un accidente de coche, del que sale con las dos piernas rotas; una mujer pereció atropellada en el siniestro. Koichi, hermano de Haruka se queda en casa con ella para cuidarla. El padre de ambos realiza viajes regulares de negocios, y está la mayor parte del tiempo ausente.

Koichi es un videoaficionado. Ante la aparición de fenómenos como ruídos, cambios de posición de objetos, y el movimiento de la silla de ruedas durante la noche, a pesar de estar frenada, decide poner todos sus cacharros al servicio de investigar a qué se pueden deber estos extraños sucesos; sospecha ya de entrada que se puede tratar de un ente ultramundano que ha decidido incordiar.

Nagae pone en marcha toda la maquinaria, situando el punto de partida bastante antes de lo que lo hace la cinta de Oren Peli; sin andarse con tantos remilgos. Ya con la silla de ruedas, no en pocos despertará una evocación inconsciente a películas como “Al final de la escalera” (1980), en las que este artilugio para la funcionalidad en el desplazamiento es un clásico en la génesis emocional del miedo.

Koichi emplea varias cámaras fijas por toda la casa, a diferencia de lo que hace Micah en la primera cinta, a parte de la cámara de mano que va usando en determinados momentos para captar el paso de un sitio a otro de la casa. Con ello, aumenta el número de localizaciones y de posibles encuadres. Es más, en las escenas nocturnas, se ve un “split” de pantalla con las grabaciones de la habitación de Koichi, y la de Haruko. Quizá para alguien, el “ensanchamiento” de la perspectiva, haciéndola más amplia al conjunto del habitaje/casa de los Yamano, y de la visión al mismo tiempo en la noche de las estancias de ambos hermanos, puede restar al pretendido “verismo”, así como algunas escenas en las que Koichi corre, cámara en mano, resultan poco creíbles. Sin embargo, esto proporciona un recurso importante a la hora de repartir los centros de atención del espectador (en el caso del visionado conjunto de los dormitorios, se potencia la activación de la característica de la “atención simultánea”). Así, el espectador no se ve obligado a centrar o focalizar su función cognitiva en un único encuadre durante largos minutos, y por tanto, quedar saturado su nivel de “arousal”, con la consiguiente pérdida de interés, esperando a que suceda algo “relevante”.

La ausencia de banda sonora sigue aportando como factor al mantenimiento del público en la diegesis de los personajes. Son dos hermanos. Y Nagae es más atrevido: a pesar de la relación oficial y nominalmente fraternal entre Koichi y Haruka, queda sugerida ahí una pulsión rara (permítanme el eufemismo). Entre ambos (el padre va de “transeúnte”), se desarrolla una tensión que opera entre un sentimiento y conducta “protectora” del hermano hacia la hermana (por lo menos este sería el rol aparente), y un inusitado vouyerismo en la obsesiva necesidad de él por grabarlo todo, con el pretexto de descubrir al malvado espíritu, y las reticencias de ella al respecto. Coincide con las riñas de Micah y Katie sobre el tema de la cámara, sólo que aquí se trabaja con más realismo y naturalidad. Si la pareja norteamericana parecen distantes y ridículos (alquien se quejaba de la ausencia de algun momento de sexo, con tanta cama), Koichi y Haruka se antojan demasiado cercanos. ¿Se pretendía escandalizar a la moral nipona con tal insinuación de carácter incestuoso? Seguro que grima causaría en más de uno/a.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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1 de mayo de 2011
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como si a modo de venganza se tratara, Toshikazu Nagae decide hacer un remake de una película de terror norteamericana al contrario de lo que siempre sucede. No es que el experimento haya salido mal, pero sin duda pierde todo lo que se obtuvo con la película original, ese factor sorpresa y esa extraña manera de narrar una posesión.

No entiendo muy bien el porqué de la secuela, ya que realmente es un remake puro y duro, que toma de la película original buena parte de los sustos. Es tan fácil como que si has visto Paranormal Activity, la película de Nagae te parecerá tan solo un refrito con algunas cosas buenas añadidas, pero si no has visto la original la película tiene casi el mismo efecto que la norteamericana.

Aunque no es una secuela como tal como dije previamente, desde luego estos fenómenos fantasmales nipones son bastante mas aterradores que la secuela norteamericana, por lo que no deja de ser un interesante complemento y una buena película de terror de no ser porque estaba ya todo inventado.
NeoJ
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14 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente esta película la tienes que ver después de la primera, porque yo la he visto después de ver toda la saga y obviamente no hay punto de comparación. Esta película es un mero espejo a lo japonés de lo que mostraba la primera entrega de la saga. También creo que uno de sus errores es dirigir la historia a donde quieren ellos, cuando se sabe que todo lo que dicen en la película sobre la historia original no ocurre. También hay cosas que no se respetan como lo de "Noche #1" y el hecho de que hay créditos iniciales como finales que ya le quitan todo el alma de la saga original, a parte de no contener el sonido de tensión que muestra toda la saga antes de los sustos. Los sustos son muy malos, se aprovechan de ruidos a los que se le sube el volumen demasiado, al principio si parece interesante pero después todas las noches son iguales. El final tiene una parte que no está mal y otra que es muy mala. No hay un motivo para que el protagonista esté grabando todo con una cámara de vídeo. La chica protagonista asusta más por sus gritos que otra cosa. Bastante floja en muchos de los aspectos. Lo mejor de la película es que hay alguna escena algo bizarra de ver a causa de las piernas rotas de la protagonista, pero no entro en más detalles.
Adrián Wulf
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19 de junio de 2012
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si álguien decide realizar un remake de una película tan reciente o al menos del estilo de las famosas versiones americanas que ya conocemos, se supone que hay que añadir algo que no hemos visto en otras versiones y darle un toque ó enfoque distinto. Soy un gran amante del cine nippón y esperaba ver algo diferente, un toque diferente, un miedo diferente pero se quedó en las ganas y en una gran decepción. Ni da miedo ni hay nada original en ella que no hayamos visto ya excepto en los últimos 10 minutos que podemos observar ese toque japonés que yo esperaba ver a lo largo de todo el film.
Tiene toda la pinta de haber sido una idea de un adolescente y llevada a cabo por adolescentes con una cámara casera. Lo digo con todos mis respetos a los adolescentes, que son muy capaces hoy en día de hacer algo bueno con pocos medios, desde luego, mejor y más original que este subproducto salido de la cabeza de un fan paranormal.
michaeljean
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