Salon Kitty

Una idea interesante, aunque llevada a cabo con poca profesionalidad.
Tinto Brass pierde constantemente el hilo de la historia obsesionado con mostrar gratuitamente desnudeces.
Sin embargo, tras esa simple fachada, la película tiene algo más. Tiene cierto poso intelectual. Hay momentos en que se muestra crítica o reflexiva, al igual que se esfuerza en demostrarnos la decadencia de todo ese mundo absurdo y de excesos que rodea a los nazis, y que se basa en mentiras que sólo ellos se creen, pero que no pueden ocultar a esas sucias compañeras de cama cuyo trabajo es no guardar esos secretos.
Alguien con más talento podría haberla hecho mucho mejor, pero la película consigue el aprobado sin problemas y puede llegar incluso a ser recomendable dentro de sus propias limitaciones.
Destacable la belleza de la jovencita (por aquél entonces) Teresa Ann Savoy y el excelente oficial alemán que idea el programa, un personaje que es puro glamour.

Atormentada como una pesadilla que renuncia a su condición y quiere hacerse realidad, la película de Tinto Brass se debate entre la buena factura cinematográfica y un irresistible deseo de provocación.
Más que una narración hallamos una ensoñación cruda, vehemente y demoníaca de iconografía simbolista cuya acción utiliza un trazo fino e incisivo para delinear un argumento solvente.

Es la obra de un director controvertido pero que domina su profesión, que establece sus postulados formales y conceptuales, los pasa por el tamiz de su propia teoría y los vierte al celuloide para que tomen vida propia.
Sin contemplaciones.

El "Homoeroticus" aka Viejo Verde Tinto Brass, consiguió con esta
película su mejor obra.

Basada en la realidad del burdel creado durante los treinta por parte
del Servicio Secreto Nazi, Tinto Brass consigue una película que bebe
de "Cabaret" respecto a los números musicales, y de "La Caída de los
Dioses" , respecto a la presencia de dos de sus protagonistas.

Es algo más que una película erótica, pero la obsesión de su director
por enseñar el culamen femenino, la encierra de nuevo dentro de la
calificación S que tuvo en su momento.

Filmada con cierto aire de modernismo, cuenta con un ingente despliege
de vestuario y atrezzo, algo sorprendente en una película que pretende
mostrar sobre todo desnudos.

Fue pionera en su género y creo multitud de secuelas, las películas de
explotación nazi de contenido erótico de los años setenta y ochenta, no
llegando ninguna al "glamour" desplegado por esta.

Pues no me parece tan mala como auguraba. Es cierto que la auguraba horrorosa, y cualquier mejora sobre las previsiones dulcifica el juicio. En realidad la temática es interesante, la puesta en escena, las canciones, los vestidos y el atrezzo están muy bien compuestos, y las escenas de sexo son de un light que bien pueden pasar como inofensivas en estas épocas de porno on line a golpe de un click de ordenador, tablet, o teléfono.
Bueno, se puede ver... una vez en la vida.

Si bien es conocido que el carácter erótico de las obras de Brass muchas veces se reduce a planos explícitos de penes, vaginas y bellos púbicos (en esta película menos que en otras), aquí tal centramiento puede complejizarse a partir de una crítica hilarante a la ideología Nazi, donde su supremacismo como filosofía y como máquina de guerra puede leerse en función de sus contradicciones con el deseo como pulsión de vida y muerte. Un acierto, no se sabe si intencional o por mera fortuna, es que lo anterior no resulta en una interpretación intelectualizada, sino medianamente marcada por la clásica narrativa de las historias nazis llevadas al cine.