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Y el mundo marcha

Drama Un joven solitario impulsado por la ambición y el idealismo se enfrenta a la vida en el Nueva York de principios del siglo XX. Las duras condiciones que impone esta realidad desmitifican el mítico sueño americano. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
23 de mayo de 2005
99 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
“...Y el mundo marcha” es el fiel retrato del sueño americano. ¿Que cuál es este? Pues nada más y nada menos que llegar a ser Presidente de los EE.UU. Para nuestro protagonista todo comienza con buen pie, pues nace nada más y nada menos que un 4 de julio; pero a partir de ahí, cualquier semejanza de lo que vive con ese sueño expresado... no existe.
King Vidor sigue los avatares de este hombre sacado de la multitud, en una sucesión de comedia y drama tan sutil y magistral que al final de la película tenemos la impresión de haber asistido a la vida tal cual. Visualmente es impresionante y podemos comprobar la gran sabiduría que tenían todos estos directores en la época del cine mudo. No les hacían falta los diálogos, porque como diría la gran Norma Desmond: el cine era grande. Como ejemplo, cuando nos muestra al protagonista en su trabajo. Es una secuencia de una modernidad asombrosa: la cámara enfoca un contrapicado de un rascacielos, se va acercando poco a poco en base a fundidos, hasta entrar por la ventana y mostrarnos un picado de una oficina INMENSA (ni “El Apartamento” se atrevió a tanto), en la que una fila ordenada e infinita de oficinistas no levanta las cabezas de esos papeles tan necesarios para que el mundo marche... Las interpretaciones son naturalistas, casi rozando ese neorrealismo que aún tardaría en llegar pero que aquí ya esta presente. Una gozada, en la que las risas y las lágrimas son nuestras escoltas en esta película de visión obligada, de cine grande aunque se acerque a lo chiquito, a lo anónimo.
Strhoeimniano
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10 de octubre de 2007
50 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película llegó un año después de que se estrenara "El Cantor de Jazz", la primera película sonora de la Historia del Cine,y yo la ví por primera vez(digo esto porque pienso volver a ella en muchas más ocasiones)en el año 2007,casi ochenta años después de su estreno...y he de decir que la película me pareció de una vigencia y de una actualidad tremenda.
El tema que aborda es atemporal, este tema no es otro que el inexorable paso del tiempo, la rápidez con la que pasan los años, lo fulminante que puede llegar a ser el reloj,... El título en español no podía haber sido más acertado, el tiempo, los años, la vida pasa...Y el mundo marcha.
A nuestro protagonista lo asolan las desgracias, y también las alegrías, pero como le dice un guardia en un momento crucial del film: "el mundo no puede detenerse porque a usted le haya pasado una desgracia". Todo adquiere una tremenda perspectiva, porque esto se une con aquello a lo que alude el título original, "The Crowd", la multitud que sigue su ritmo, que sigue marchando, aquélla que vemos en el magistral primer plano de la película, la misma multitud que trabaja en la oficina en un piso de un alto rascacielos de Nueva York (hermoso plano que retomaría Billy Wilder para su obra maestra "El Apartamento"), y también es esa multitud que ríe con él en un bullicioso teatro, pero que sin embargo no llora su desgracia, ante la que tan solo sienten una curiosidad morbosa.
Es ese paso del tiempo, reflejado por unas enormes elipsis, lo que esta película muestra, y bajo la batuta del maestro Vidor pasamos en una misma secuencia de la comicidad más absoluta a la más grande de las tragedias,pero nada puede hacerse porque el mundo no se puede detener.
King Vidor nos enseñó cine con mayúsculas con esta película, que adquiere un significado muy especial en nuestros días, en los que el paro y la falta de oportunidades sigue siendo una de las grandes lagunas sociales de nuestra sociedad actual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
seichubob
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2 de julio de 2009
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
230/30(30/27/09) Una de las últimas Obras Maestras del cine mudo. King Vidor nos obsequia con un film repleto de humanidad, un film que ha soportado el paso del tiempo, es una historia universal, un relato atemporal, es el colosal retrato de la clase media americana y por consiguiente de todas las clases medias a través de este golpe al sueño americano. La cinta sigue a un personaje, John Sims, desde su nacimiento el 4 de julio del 1.900, en el que su padre augura que será alguien importante, cuantas veces un padre habrá dicho esto? Pasando por varias etapas de su vida, en las que se casa tiene hijos, tiene un trabajo del montón, tiene problemas de matrimonio, y mientras tanto le acompaña la sensación de que él está destinado a ser importante y al no avanzar se siente frustrado. Lo que eleva esta obra por encima es su poderosa puesta en escena, su portentoso ingenio para mostrarnos que el protagonista es un grano de arena en la playa, el director bebe del expresionismo alemán para mostrarnos escenas descomunales, como la de la muerte del padre y se ve a John de niño subiendo por una escalera inmensa, dejándolo como si estuviera colgando del abismo, metáfora hermosísima de cómo debía sentirse, o la de cuando una cámara recorre las calles de Nueva York entre los rascacielos, se detiene ante uno cualquiera, la cámara sube por la pared y a media altura se cuela por una ventana en la que vemos una enorme sala repleta de mesas donde trabajan decenas de anónimas personas, en medio de la sala se para ante un hombre que escribe, es John Sims, antológica secuencia que Billy Wilder quiso copiar/homenajear en “El apartamento” sin llegar a la magnificencia de esta, secuencias que descomunales que se coronan en un glorioso final donde miles de personas ríen en una sala. James Murray soporta de modo brillante el peso del film, transmitiendo los distintos sentimientos por los que pasa, no resulta pasado de vueltas, algo muy dado en el cine mudo. Recomendable a los que gusten de Cine con mayúsculas. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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24 de febrero de 2006
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película deliciosa de hace casi 80 años, muy bien restaurada para conseguir más que un aceptable blanco y negro, al que se le añade un convencional fondo musical y unos subtítulos orientadores para los que solo tenemos rudimentos de inglés (que casi sobran, de expresivo que es su original en cine mudo). Maravilla que se consiguiera tal perfección en aquellos años y con aquéllos recursos técnicos. Igualmente impacta la capacidad de un egregio King Vidor para ofrecer casi un documental de época, mostrándonos un retrato del New York que ya era entonces un hervidero humano y el ritmo frenético de la vida en la gran metrópolis... ¡ como si no hubieran pasado tantísimos años !, que abruma al aspirante a héroe de la historia, un drama cuyo fondo persiste en la actualidad y seguirá siendo un problema social del futuro: la amargura del paro laboral, que puede destruir la paz familiar y llevar a un hombre al borde del suicidio.
Para añadir al capítulo de "imprescindibles" de cualquier cineteca que se precie de digna. Matrícula de honor o sobresaliente cum laude, como ustedes gusten.
ANTOINE
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8 de noviembre de 2007
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué soy al mundo sino un ser insignificante; alguien que cree ser especial, diferente a lo común, y sin embargo, en realidad, un ser humano más verdaderamente indiferenciable, como si de un grano de arena en el desierto se tratara. Quizás sea ésta la reflexión que nos debemos hacer después de visionar ésta magnifica película del cine mudo que, apenas sin darse cuenta, parece que en realidad los protagonistas hablan y nos cuentan su historia. Otra muestra más de que el cine no necesita el sonido; pero quizás, seguro, que con él transmita mucho más.
La película no sólo nos muestra lo insignificantes que somos sino, también, la importancia de soñar, de ilusionarse para vivir y seguir haciendolo. Para poder ser felices es imprescindible tener metas, ilusiones que poder hacer realidad en un futuro. Y nos lo muestra a través del protagonista, y antes, con su propio padre. La ambición de los sueños los hacen irrealizables, y es por eso que nos gusta tanto y nos motiva tanto más el imaginarlos realizados; nos da esperanza y fuerzas para continuar hacia adelante.
rik man blue
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