La guerra de Charlie Wilson
14.752
Drama
A principios de los ochenta, un congresista americano aficionado a la diversión, una mujer de la alta sociedad de Houston defensora acérrima de las buenas causas y un agente de la CIA apasionado por los retos, conspiraron para llevar a cabo la mayor operación secreta de la historia. Joanne Herring (Julia Roberts), una de las mujeres más ricas de Texas y virulenta anticomunista, convenció al congresista Charlie Wilson (Tom Hanks) para ... [+]
23 de febrero de 2008
96 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría parecer la típica película americana de ensalzamiento de sus valores a través de la intriga política, pero no lo es. Pese al discursito inicial y alguna que otra ''perla'' suelta, La guerra de Charlie Wilson es toda una sátira hacia el mundo de la alta política, las intrigas internacionales y el papel que pueden llegar a jugar ciertas personas (Joanne) ajenas a la política pero bien situadas socialmente. El cinismo, la hipocresía, la manipulación y las corruptelas política quedan plasmadas en cada uno de los personajes, repletos de carisma.
Mención especial habría que hacer del papel de Seymour Hoffman como el agente de la CIA en horas bajas que todavía es capaz de mover hilos, justamente nominado al Oscar por su brillante actuación. No es el caso de Julia Roberts, a la que no acabé de situar bien en su papel, pese a interpretar a una fría millonaria texana, ultraconservadora, inteligente y manipuladora.
En definitiva es un buen film de intriga política, con bastante humor y una crítica de las guerras que, aparentemente frías, están totalmente alejadas de este calificativo.
Mención especial habría que hacer del papel de Seymour Hoffman como el agente de la CIA en horas bajas que todavía es capaz de mover hilos, justamente nominado al Oscar por su brillante actuación. No es el caso de Julia Roberts, a la que no acabé de situar bien en su papel, pese a interpretar a una fría millonaria texana, ultraconservadora, inteligente y manipuladora.
En definitiva es un buen film de intriga política, con bastante humor y una crítica de las guerras que, aparentemente frías, están totalmente alejadas de este calificativo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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9 de julio de 2008
84 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre igual. Cuando hay una peli americana que cuenta un episodio de su historia reciente, aunque sea para enmarcarla en un retrato personal como este caso, saltan los de siempre con su discurso moralista. Que si ya están justificando las atrocidades del Imperio, que si ya nos están vendiendo propaganda USA, que si es un "insulto a la inteligencia"... bla bla. Esta última aseveración siempre me ha hecho mucha gracia, porque no entiendo como se puede insultar a la inteligencia, yo creía que se insultaba a las personas; es como si uno dice que se siente insultado en el tobillo, es absurdo. En fin, la murga de siempre. Yo personalmente no tengo mucha simpatía por el Imperio, pero madre mía, hasta que oigo a los antiamericanos y sus obsesiones, y descubro que hay cosas peores.
Déjense de chorradas. Esta es una buena peli porque cuenta una buena historia y está bien narrada. Aaron Sorkin es un guionista fantástico, sus diálogos son siempre brillantes. Mike Nichols es un buen director, las actuaciones están bien, sobresaliendo Seymour Hoffman como de costumbre, y la presunta ambigüedad ideológica me importa un rábano. Si tuviese que juzgar a las pelis por la identificación que tengo por el "mensaje" (otra obsesión de los pesados moralistas) catearía a todas, que sólo estoy al cien por cien de acuerdo conmigo, como es natural. Que se ensalte a un político borrachuzo tramposillo y mujeriego, a un espía maleducado y a una ricachona de extrema derecha en esta peli me parece muy bien. Todo eso, y más, era Churchill. En fin, ya se sabe que hoy en día a mucha gente le importa más lo que parece, que lo que es.
Déjense de chorradas. Esta es una buena peli porque cuenta una buena historia y está bien narrada. Aaron Sorkin es un guionista fantástico, sus diálogos son siempre brillantes. Mike Nichols es un buen director, las actuaciones están bien, sobresaliendo Seymour Hoffman como de costumbre, y la presunta ambigüedad ideológica me importa un rábano. Si tuviese que juzgar a las pelis por la identificación que tengo por el "mensaje" (otra obsesión de los pesados moralistas) catearía a todas, que sólo estoy al cien por cien de acuerdo conmigo, como es natural. Que se ensalte a un político borrachuzo tramposillo y mujeriego, a un espía maleducado y a una ricachona de extrema derecha en esta peli me parece muy bien. Todo eso, y más, era Churchill. En fin, ya se sabe que hoy en día a mucha gente le importa más lo que parece, que lo que es.
28 de febrero de 2008
101 de 165 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni una mínima autocrítica, ni un ápice de comentarios mordaces, ni un intento de mostrar los entresijos de la corruptela moral y política de Washington. Nada de nada.
Lo único que desfila por la pantalla es la historia de unos rusos muy malos que invadieron un país, y como no, los USA siempre dispuestos a ayudar al pobre y al desvalido se otorgan el papel de salvaguarda mundial. Para ello, un congresista mujeriego, hipócrita, borrachuzo y corrupto y que en la película no deja de ser un pillín simpaticote, ve la luz en un campo de refugiados y decide ayudar a los niños desamparados. Siempre con la ayuda, como no, de una arpía fundamentalista cristiana dispuesta a tirarse todo lo que se mueve para aumentar su poder. Un mensaje muy gratificante si señor.
Y así al grito de vamos a matar rusos vamos viendo lo marivillosos que son los americanos, mientras se obvian cosas tan importantes como que ese dinero sirvió para entrenar y financiar a una pandilla de locos fundamentalistas que pasarían posteriormente a ser los enemigos públicos de América.
Todo ello rematado por unas pésimas interpretaciones donde Tom Hanks intenta hacer de Tom Hanks una vez más pero que se queda en un remedo burdo del buen actor que fué. Una Julia Roberts que cada día que pasa sorprende menos, porque ya sabiamos que era una actriz mediocre por no decir directamente mala y un Philip Seymour Hoffman que es lo único medio decente en este engendro.
Total que viendo esto no me extraña que los americanos no entiendan nada de lo que les pasa, máxime cuando el único atisbo de analisis crítico en la película no es más que una fábula moral que parece puesta con calzador para intentar hacer ver que en el fondo se está crticando al sistema. Un recurso pobre que simplemente no cuela.
Lo mejor: Philip Seymour Hoffman.
Lo peor: Su mensaje rancio.
Lo único que desfila por la pantalla es la historia de unos rusos muy malos que invadieron un país, y como no, los USA siempre dispuestos a ayudar al pobre y al desvalido se otorgan el papel de salvaguarda mundial. Para ello, un congresista mujeriego, hipócrita, borrachuzo y corrupto y que en la película no deja de ser un pillín simpaticote, ve la luz en un campo de refugiados y decide ayudar a los niños desamparados. Siempre con la ayuda, como no, de una arpía fundamentalista cristiana dispuesta a tirarse todo lo que se mueve para aumentar su poder. Un mensaje muy gratificante si señor.
Y así al grito de vamos a matar rusos vamos viendo lo marivillosos que son los americanos, mientras se obvian cosas tan importantes como que ese dinero sirvió para entrenar y financiar a una pandilla de locos fundamentalistas que pasarían posteriormente a ser los enemigos públicos de América.
Todo ello rematado por unas pésimas interpretaciones donde Tom Hanks intenta hacer de Tom Hanks una vez más pero que se queda en un remedo burdo del buen actor que fué. Una Julia Roberts que cada día que pasa sorprende menos, porque ya sabiamos que era una actriz mediocre por no decir directamente mala y un Philip Seymour Hoffman que es lo único medio decente en este engendro.
Total que viendo esto no me extraña que los americanos no entiendan nada de lo que les pasa, máxime cuando el único atisbo de analisis crítico en la película no es más que una fábula moral que parece puesta con calzador para intentar hacer ver que en el fondo se está crticando al sistema. Un recurso pobre que simplemente no cuela.
Lo mejor: Philip Seymour Hoffman.
Lo peor: Su mensaje rancio.
27 de enero de 2008
42 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si nos fijamos en su filmografía más reciente (sería imposible obviar El graduado) Mike Nichols es interesante no sólo por el duro análisis sobre las relaciones de pareja que llevó a cabo en Closer, sino también por la miniserie de la HBO Ángeles en América, donde retrataba el drama del sida en la década de los ochenta. Ahora regresa con una nueva cinta donde se aleja de los temas tratados anteriormente y se mete de lleno en la política internacional, concretamente en la invasión soviética a Afganistán que se dio durante los ochenta, y cómo Estados Unidos medió para acabar con el conflicto.
La historia cuenta la lucha de un congresista tejano, su mecenas y amante y un agente de la CIA para lograr que los fondos destinados a operaciones contra la URSS se incrementen de forma clandestina y lograr de nuevo cierta estabilidad en la zona en conflicto.
El hecho de estar basada en hechos y personajes reales no hace sino incrementar la necesidad de ciertas licencias narrativas, y en este caso Nichols apuesta por el tono burlón que ya le funcionó en anteriores trabajos. Charlie Wilson (Tom Hanks) es un hombre bonachón y vividor, y en cierto modo políticamente incorrecto como congresista estadounidense. Esto queda claro desde la primera escena. El guión va al grano a la hora de presentar a los personajes: muestra su personalidad mediante la forma de hablar, los gestos y el propio entorno que rodea a cada uno. Así pues, posteriormente encontramos a Philip Seymour Hoffman en el papel de un agente de la CIA tan caracterizado que puede resultar algo caricaturesco, pero funciona. Repite con Nichols, después de su último trabajo, Julia Roberts en un papel tan cómodo que le sienta como un guante, el de mujer de poder e influencia embutida en una atmósfera de glamour.
Poco a poco se va tejiendo la relación entre los tres personajes hacia un mismo objetivo, la lucha contra las fuerzas comunistas que oprimen en Afganistán. Tanto la historia como el tono son un arma de doble filo. La primera, porque tomada con la gravedad de cualquier cinta bélica podría pasar por aburrida a pesar del guión de Aaron Sorkin. El tono, porque ciertos temas no aceptan más que una perspectiva para no caer en la payasada. No obstante, La guerra de Charlie Wilson consigue conciliar una historia donde lo más relevante es el diálogo con el tono golfo de las comedias clásicas, cosa que en gran medida se logra gracias a un Tom Hanks que se mueve como pez en el agua; parece Tom Hanks haciendo de Tom Hanks haciendo de Charlie Wilson. No destaca ninguna interpretación, los tres principales se encuentran cómodos en sus papeles, como si actuaran por una suerte de inercia. A pesar de ello se nota la química cuando dos de ellos aparecen en pantalla, ya sean Hoffman-Roberts (su breve conversación en el bar), Hanks-Roberts o Hoffman-Hanks.
(sigue en spoiler)
La historia cuenta la lucha de un congresista tejano, su mecenas y amante y un agente de la CIA para lograr que los fondos destinados a operaciones contra la URSS se incrementen de forma clandestina y lograr de nuevo cierta estabilidad en la zona en conflicto.
El hecho de estar basada en hechos y personajes reales no hace sino incrementar la necesidad de ciertas licencias narrativas, y en este caso Nichols apuesta por el tono burlón que ya le funcionó en anteriores trabajos. Charlie Wilson (Tom Hanks) es un hombre bonachón y vividor, y en cierto modo políticamente incorrecto como congresista estadounidense. Esto queda claro desde la primera escena. El guión va al grano a la hora de presentar a los personajes: muestra su personalidad mediante la forma de hablar, los gestos y el propio entorno que rodea a cada uno. Así pues, posteriormente encontramos a Philip Seymour Hoffman en el papel de un agente de la CIA tan caracterizado que puede resultar algo caricaturesco, pero funciona. Repite con Nichols, después de su último trabajo, Julia Roberts en un papel tan cómodo que le sienta como un guante, el de mujer de poder e influencia embutida en una atmósfera de glamour.
Poco a poco se va tejiendo la relación entre los tres personajes hacia un mismo objetivo, la lucha contra las fuerzas comunistas que oprimen en Afganistán. Tanto la historia como el tono son un arma de doble filo. La primera, porque tomada con la gravedad de cualquier cinta bélica podría pasar por aburrida a pesar del guión de Aaron Sorkin. El tono, porque ciertos temas no aceptan más que una perspectiva para no caer en la payasada. No obstante, La guerra de Charlie Wilson consigue conciliar una historia donde lo más relevante es el diálogo con el tono golfo de las comedias clásicas, cosa que en gran medida se logra gracias a un Tom Hanks que se mueve como pez en el agua; parece Tom Hanks haciendo de Tom Hanks haciendo de Charlie Wilson. No destaca ninguna interpretación, los tres principales se encuentran cómodos en sus papeles, como si actuaran por una suerte de inercia. A pesar de ello se nota la química cuando dos de ellos aparecen en pantalla, ya sean Hoffman-Roberts (su breve conversación en el bar), Hanks-Roberts o Hoffman-Hanks.
(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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10 de agosto de 2008
39 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Busca de modo tan desesperado ser pretendidamente sarcástica, que al final termina por resultar obvia a niveles exasperantes. Y es que la cosa ya no está en que uno prefiera que los hechos reales se cuenten como lo que son, sin atender a recursos que sólo hacen que intentar aportar interés a una historia que se podrían ventilar en mucho menos, sino en comprender a santo de que viene un recurso así que tan bien emplean cineastas como Alexander Payne o Alex de la Iglesia y que Mike Nichols parece querer empuñar como respuesta ante su falta de garra por desgranar una historia que no es tan atrayente como a priori podría parecer, pero que incluso podría tener algún punto álgido que susodicho realizador no encuentra en ningún momento.
Contar con un plantel de actores como Hanks, al que se le da bastante bien su papel, o Hoffman, que está fantástico para variar, de poco sirve cuando los personajes son simples peleles que giran entorno a sus diálogos y decisiones y no dan un paso adelante para ofrecer algo más que no sea un medio ramplón para intentar congeniar con el espectador.
Que el 75 % de secuencias en las que aparece Julia Roberts debiesen ser eliminadas de raíz porque no aportan absolutamente nada más que relleno, es algo que también dice mucho sobre el film, y no bueno, precisamente.
Así que, finalmente, uno se limita a esperar entre gracia y gracia, entre bostezo y bostezo, que ocurra algo más de lo prometido, que se le ofrezca fuerza a la propuesta, inteligencia... todas ellas virtudes que el señor Nichols se encarga de dilapidar con, en un principio, largas y hastiantes conversas introductorias, y a continuación secuencias que quieren ser despampanantes (humorísticamente, se entiende), y sólo llegan a resultar cansinas y desquiciantes, aunque poco más se le podría pedir a un tipo que siempre ha vivido en base a buenas ideas, pero nunca ha demostrado grandes dotes para llevarlas con buen pulso a la pantalla.
Contar con un plantel de actores como Hanks, al que se le da bastante bien su papel, o Hoffman, que está fantástico para variar, de poco sirve cuando los personajes son simples peleles que giran entorno a sus diálogos y decisiones y no dan un paso adelante para ofrecer algo más que no sea un medio ramplón para intentar congeniar con el espectador.
Que el 75 % de secuencias en las que aparece Julia Roberts debiesen ser eliminadas de raíz porque no aportan absolutamente nada más que relleno, es algo que también dice mucho sobre el film, y no bueno, precisamente.
Así que, finalmente, uno se limita a esperar entre gracia y gracia, entre bostezo y bostezo, que ocurra algo más de lo prometido, que se le ofrezca fuerza a la propuesta, inteligencia... todas ellas virtudes que el señor Nichols se encarga de dilapidar con, en un principio, largas y hastiantes conversas introductorias, y a continuación secuencias que quieren ser despampanantes (humorísticamente, se entiende), y sólo llegan a resultar cansinas y desquiciantes, aunque poco más se le podría pedir a un tipo que siempre ha vivido en base a buenas ideas, pero nunca ha demostrado grandes dotes para llevarlas con buen pulso a la pantalla.
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