El domingo si Dios quiere

Violencia, machismo y costumbres arraigadas, son los tres pilares de esta película, dirigida por una guapisima Yamina Benguigui.

Nos presenta una película, donde una mujer, Zouina, su suegra y sus hijos se trasladan de Argelia a Francia, donde el marido trabaja y ha conseguido los papeles para ellos, pero allí la vida no será tan fácil como esperaba.

Yamina Benguigui, además de dirigir, es la guionista de la película, creando una obra, seguramente vivida en primera persona o por personas cercanas, refleja de forma minimizada el maltrato físico y psicológico que muchas mujeres deben soportar, por parte de la inseguridad y las costumbres arraigadas en Argelia, de unos hombres educados de esa forma. También denuncia la existencia de unas costumbres, aunque desconocidas por nosotros y alejadas de nuestra moralidad, la existencia de las mismas a la vez el deseo de cambio y adaptación a los tiempos, y todo ello para crear una obra con un transfondo moral, en contra del racismo, y con un mensaje claro, “da igual de donde seamos, todos podemos vivir unidos”.

El resto de los elementos son los correctos, y no son destacables ni criticables, excepto el final, correcto, pero no el que debería ser, y sigo sin creer que ese sea el final que tenía en mente el día que imagino la película.

Una película bonita, rodada con tacto e interpretada con gusto. Eso da como resultado un buen film de la añoranza del hogar y de la dificultad de una mujer por salir adenlante. Nunca aburre, en parte porque dura lo justo y lo correcto para visionarla y no cansarte y como regalito, no se olvida al día siguiente así que se le puede añadir puntos.

Me encanta el principio, muy triste, magistral. Sin embargo el final me deja frío. Una pena. El ritmo es bueno y no decae nunca. Muy buena la actuación de la protagonista. También las escenas del encuentro con la otra familia del país y la de los regalitos de maquillaje de la amiga. Muy chulas.

Buena. 6.8

Alguien me tiene que hacer un esquema o explicar con manzanas el argumento de esta película, porque mis cortas entendederas no dan para más.
Hay unas cuantas historias interesantemente esbozadas, pero ninguna se desarrolla. Los personajes apenas tienen matices y, cuando parece que se va a ahondar en la circunstancia de cada uno, el guión da una pirueta y aparecemos en otro punto de la narración, vaya usted a saber por qué. Parece cómo si se tuviera miedo de meterse en camisas de once varas. Y no creo que dar espacio para la libre interpretación del espectador fuera la intención de la directora, sino que no ha sabido cómo dar coherencia a un relato tan poliédrico.
Le casco un cuatro porque la ambientación es buena: la casa y el barrio que habitan, los atuendos de los niños, los artilugios setenteros... pero si saco alguna conclusión es que los países que tienen una herencia cristiana son un coñazo, pero los que la tienen islámica, aún más.

Como hay diálogos de besugos, hay guiones de besugos. Y el de esta película es el más histérico y descabezado que he visto desde "Italiano para principiantes".
Ahórrate la hora y media de sinsentido: lo mejor de la peli es la canción "Raoui" de Souad Massi (que no suena hasta los títulos de crédito al final) y, quizá, la actriz protagonista (dudo que esta película le sirva para demostrar sus dotes artísticas).

Filme triste sobre la vida de una mujer, madre y emigrante argelina en Francia.

La película es enormemente crítica sobre todo hacia el prototipo de hombre argelino, máximo esclavizador, golpeador y tirano de las mujeres de su patria. Zouina, la protagonista argelina (interpretada por Fejria Deliba), siente lo que cualquier emigrante en tierra lejana cuando está recién llegado, máxime porque está esclavizada por su marido y su suegra a llevar una vida encerrada, trabajando todo el día en las tareas del hogar y sin dignidad ni derechos individuales.

Europa está siendo demasiado permisiva con los emigrantes de culturas poco acostumbradas a respetar los derechos humanos, que llegan, se instalan en el viejo continente y no sólo no se pliegan a respetar el cumplimiento de los derechos individuales sino que construyen nidos, bunker y autoguetos dictatoriales, machistas, violentos y esclavizadores en medio de la libre, democrática y tolerante Europa, siendo nosotros, los nativos del lugar los que tenemos que adaptarnos a sus malas costumbres en lugar de ellos adaptarse a las buenas nuestras.

Para nada es acertada la opinión que hace alguien de "Filmaffinity" como introducción al filme:

"A pesar de la agresividad de sus vecinos..."

¿Agresividad de sus vecinos? ¿Dónde ve agresividad, en que son amantes de las flores y les gusta cuidar su jardín de forma esmerada y floridamente esplendorosa, irritándose como es lógico porque los recién llegados inmigrantes no controlen a sus hijos sino que les permitan jugar al balón, dar balonazos a sus flores y dañarlas, desbaratando así un trabajo pacífico y gratificante que ha costado muchísimas horas de dedicación para que luzca precioso y sea una satisfacción para la vista de todos? ¿Quiénes son los agresivos, los que dan balonazos a las flores o los que una vez ocurrido esto como reacción irritada cogen el balón rompedor de plantas y flores bellas y le aplican al objeto esférico la misma medicina, rompiéndolo?

Por favor, más objetividad: la verdadera agresiva es Zouina, la emigrante recién llegada, que al ver a sus vecinos romper el balón de sus niños, el cual antes a roto muchas de las flores de esas personas cuidosas, se lanza hacia la señora amante de las flores, la vapulea, la coge por el cuello y casi la ahorca.

Encima de ser invadidos por gente venida del quinto coño, los auténticos nativos de un país, tenemos que dejarnos avasallar, robar la paz y que también nos jodan nuestros huertos o pequeños reductos de independencia.

O sea, esto es lo del viejo refrán: "No llora el ahorcado y llora el verdugo".