Decreto de inocencia

- El burgués a cuya pacífica existencia llega una pelandrusca de intenciones inciertas, pero que consigue seducirle hasta las trancas (lo cual no me extraña, viéndole la carita a la niña).
- La víctima de este encuentro, la esposa, quien no sabe dónde colocar su corazón, quebrado en mil pedazos de repente y sin ningún motivo. Emotiva la escena en la que pierde los nervios ya del todo y rompe a llorar, por única vez en todo el filme.
- La niñata débil de espíritu que no le dice ni sí ni no a ninguno de sus dos amantes por comodidad, por fragilidad y por interés (no he conocido a tías así, apenas). Y quien no sabe hacer absolutamente nada sino es con cierto órgano al sur de la cintura, cosa plasmada divinamente en la escena en la que el abogado le pregunta cómo piensa pagarle, y ella no sabe contestarle otra que subirse la falda y enseñarle las bragas, gesto perversamente infantil.
- El chulo-mierda que utiliza su supuesta rebeldía y su transgresión de las normas para contrarrestar al dinero y la seguridad que ofrece el abogado. También he conocido a algunos así, pero los muy cerdos no se mueren nunca, cachis la mar.

De todos ellos, mi parecer es que el más interesante, por verlo como el más cotidiano, es el personaje de la chica joven. Y el final me pareció muy correcto, que deje a ambos pretendientes luego de haberlos usado y de haberlos destruido, crimen que esconde muy bien gracias a su cara de inocente. No en vano, el abogado va a su hotel para entregarle el documento que la afirma como tal (en el juicio) y le dice al dárselo, 'tu inocencia'. Qué iluso, qué pobre loco, qué insensato, qué inconsciente, al no darse cuenta de que aquello era un papel de mierda, sin ningún valor. Que ella de inocente no tenía más que la mirada.