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La pandilla

Musical Nueva York, finales del siglo XIX. Los chicos vendedores de periódicos se pusieron en huelga, extendiendo su protesta por las calles en contra de un par de diarios sensacionalistas. Musical de la Walt Disney, a medio camino entre West Side Story y Oliver. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
31 de marzo de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es posible que sea por el efecto de la reciente huelga general (marzo 2012) pero ésta película, que no recordaba haber visto en mis tiempos mozos y que he podido recuperar una mañana de sábado, me ha resultado tremendamente interesante, divertida e incluso edificante. Recomiendo su visionado a todos aquellos que se resignan a que les den por el bulli sin actuar y entregan al poder establecido todos los derechos que otros consiguieron a base de tremendos sacrificios. Evidentemente, hay cuarenta mil películas más serias que tratan el tema de la lucha obrera, pero que quereis que os diga, esta combinación entre historia cursilona de Disney y la violencia callejera me ha calado hondo.
Además de éstas consideraciones, creo que los números musicales y las canciones no están nada mal ( a pesar de ganar el razzie a la peor canción original ) y que la dirección es buena, la fotografía notable y el conjunto digno de ser recuperado. Estoy seguro de que en el 92 hubo películas más merecedoras que ésta de cinco nominaciones a los razzies.
Resumiendo: me lo he pasado de pm viéndola, así que os la recomiendo.
thesubhuman
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28 de junio de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya curiosidad más curiosa.
Nada menos que una historia real, sorprendentemente madura en sus detalles, inequívocamente juvenil en sus maneras, contada con gran espectáculo de medios y masas.
Y encima musical, ese género absurdamente despreciado que es capaz de transmitir en minutos emociones que a otras películas les llevarían horas.

Los jóvenes repartidores de periódicos de Nueva York se levantan un nuevo día "a su aire", como llevan haciendo toda su infancia.
Se palpa su entusiasmo de chispeante juventud, su juego de próxima madurez, sus sueños de cartón, sus trucos para vender.
Nada parece demasiado serio para ellos, y probablemente ahí esté el truco de aguantar su precaria situación.

En cuanto nos descuidamos, la primera canción nos lanza a una vorágine musical que pide ser correspondida en entusiasmo, como si el mañana no fuera inestable y el hoy fuera un juego inacabable.
Quizá por eso, cuando más tarde nuestro protagonista Jack Kelly se permite añorar una familia y un hogar, la melancolía tiene el mismo calado que la más feliz melodía: porque se nos había pasado por alto, como a estos jóvenes repartidores, que esta vida exige coraje y mucho aguante.
No son días felices en la industria, porque el magnate Pulitzer, desde la seguridad de una oficina sobre el nivel de la calle, se permite cortar el beneficio de los repartidores, marcándolos como bienes prescindibles en la imparable escalada de la información periodística.

Pero si algo van a demostrar esta pandilla de la prensa es que sus luchas valen lo mismo, o más, que las de esos ricachones que se atreven a infravalorar sus aportes.
Sorprende ver un musical Disney hablar de revolución, de huelga, de derechos, tan alto y claro como lo hace este.
Pero aún más sorprende porque todas las reivindicaciones tienen un fondo de justicia y razón como pocas causas logran tener, como probablemente los hechos reales en los que se han basado no parecía que tenían en su momento.

Y todo eso gracias a que las canciones condensan la pasión de una lucha contra gigantes, que se sabe que debe ser ganada para mantener el poquito de digna libertad que estos chicos siempre han disfrutado, y sin la que no podrían ni vivir.
Apenas una minucia para los que les emplean, y sin embargo el mundo entero para ellos, un mundo que merece ser defendido antes que exclamar algún día: "ya no me puedo permitir seguir siendo un niño".

Todos nos lo podemos seguir permitiendo, por mucho que nuestro entorno parezca decirnos que no, porque los derechos también se defienden a golpe de cántico y gente dispuesta a unirse por ellos.
Y son musicales tan vitales como este los que lo recuerdan, sin dejar atrás entretenimiento ni altos ideales.
Charles
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14 de mayo de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nota para no expertos en musicales: esta película, llamada en España La pandilla, fue la inspiración para uno de los musicales escénicos más exitosos y prestigiosos de los últimos años, Newsies (el título original de la cinta), uno de los títulos, además, más apreciados por los profesionales de la materia. Esto es algo bastante habitual últimamente en el mundo de los musicales escénicos. Muchas películas, ya olvidadas o que no tuvieron demasiado éxito en su día, o que directamente fracasaron, como esta, encuentran una segunda vida, siempre mucho más exitosa, en forma de adaptación musical para el teatro.
Vista hoy, el principal problema de La pandilla/ Newsies, la película de 1992, es que parece un musical de los años 60. Concretamente, se parece muy mucho a West Side Story (y además está también ambientada en Nueva York) y a Mary Poppins (ver la coreografía final, mientras aparecen los créditos, muy similar a la de los limpiadores de chimeneas). El respeto y el homenaje de Ortega a los clásicos es tal que hasta el aspecto de la película como filme, como grano cinematográfico incluso, es totalmente deudora de los grandes musicales de la época dorada. Más que una película de los 90 parece de los 60, como decimos, y seguramente esa es la razón por la que no tuvo éxito en su momento y por la que después consiguió ser un clásico de culto, hasta el punto de conseguir, como hemos dicho, su versión sobre las tablas. Vista ahora, la verdad es que es una gozada disfrutar de una película así, rodada como si fuera West Side Story, como decimos, y supone un bello homenaje al musical de toda la vida. Además, las canciones son estupendas (Alan Menken, en medio de las bandas sonoras fabulosas que compuso para Disney a lo largo de los 90, tenía tiempo para escribir musicales también... genio y figura), y resulta muy interesante ver a Christian Bale tan joven, cantando y bailando muy bien acompañado por Ann-Margret, Bill Pullman o Robert Duvall.
Por supuesto, la película tiene otro problema, que es su exceso de metraje. Es demasiado larga, sin duda, y le habría bastado con 20 minutos menos de sobra, pero con todo y con eso, la película es encantadora, su trama engancha y emociona, y los personajes nos resultan cercanos y amigables. Y sí, es muy buen musical. Y sí, es clásico a más no poder.
Una pequeña joya a recuperar.

Lo mejor: Su espíritu enormemente clásico, sus canciones y coreografías y su encantadora historia.
Lo peor: Es demasiado larga y el ritmo flaquea a ratos.
Sibila de Delfos
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1 de marzo de 2024
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De la mano de Disney tuvimos en 1992 un producto olvidado de la pantalla pero resucitado con éxito en forma de musical de Broadway desde el año 2011 hasta la actualidad. Basado en la huelga de "los chicos del periódico" de 1899 en Nueva York, la cinta nos narra entre números musicales magnos y caras inocentes entrañables como el protagonista (Christian Bale) y sus amigos se revelan ante los gerifaltes de los periódicos (Robert Duvall que pone rostro al mal encarnado) ante el recorte de sus márgenes de beneficios como repartidores.

Por estos lares se nos torna bastante ajena la familiar y cercana rutina de los "newsies" (que vendría a ser un acrónimo de "pequeños de las noticias"), pues (al menos en España) esta salida laboral no existe directamente. Están los kioskos de toda la vida con los que el espectador podría empatizar más, pero dudo que no resultara cómico ver a los orgullosos sesentones bailoteando por un drama económico.

Así que estas "pandillas" (como fue traducido el film en España, dado que los "newsies" ni están ni se les espera) se nos tornan bastante lejanas como para dotarnos de complicidad en sus avatares. Y esto a pesar de que la premisa tiene su relevancia social, pero quien espere una lucha sindical con música a lo "Billy Elliot" (2000)... que siga esperando. Pues "La pandilla" reduce esta trama a lo más básico, tópico y pueril que se podría esperar. Con un argumento que jamás se nos nutre con mayores aristas más allá de ese "David contra Goliat", con villanos unidimensionales a más o poder, con personajes que jamás se salen del arquetipo (¡cómo se echan de menos personajes como los de Julie Walters o Gary Lewis en aquella película británica del año 2000!), con un único personaje femenino reducido a interés romántico (a su lado la Blancanieves de "Blancanieves y los 7 enanitos" (1937) parece una mujer llena de sentimientos y capacidades) y con unas situaciones tan elementales como previsibles (no falta la seducción del protagonista por la maldad y el pronosticable arrepentimiento) lo cierto es que "La pandilla" se queda realmente corta a nivel de guion (un guion que deja de lado humor incisivo a lo "Mary Poppins" (1964), drama personal hondo a lo "Billy Elliot", intrigas recónditas a lo "Whiplash" (2014) o sarcasmo audaz a lo "Chicago" (2002) dentro de su trama troncal) y aporta lo mínimo indispensable como para no asquear a la audiencia de cualquier edad (aunque a los más peques de la casa la cinta les va a resultar demasiado larga) pero que desde luego pudo enriquecer sus minutos con menos escenas redundantes (esas concentraciones a las puertas del periódicos o esas secuencias de persecuciones y peleas callejeras) y sí con mayores dimensiones originales, maduras y espabiladas.

Esto es algo que se evidencia más en este producto frente a la pantalla y no tanto en un medio donde la música y el baile en vivo cobran más protagonismo. Porque en "La pandilla" hay coreografías espectaculares, un cuerpo de baile asombroso (incluso un Christian Bale en plena transición de tierno niño actor de "El imperio del sol" (1987) a intérprete erudito y matizado de "Batman Begins" (2005) se marca unos profusos pasos de baile con gran proeza) y unas partituras enérgicas (que no sobresalientes, las melodías facilonas de la cinta se olvidan más pronto que tarde. Que esto no es ni "El Rey León" (1994) ni "Mary Poppins") y unas realización de corte teatral por parte de Kenny Ortega (director fetiche desde entonces de los musicales de Disney Channel) muy generosa para con sus actores y bailarines. Tan natural y orgánica como espabilada, la cámara de Ortega pasa de los paneos medios a los planos estáticos cenitales y los planos/contraplanos con una astucia que el film agradece sobremanera. Esto hace que el desarrollo argumental parco y estirado de su libreto se impulse con bastante distracción. Eso aunado a unas actuaciones competentes (que no carismáticas, pues ni el incipiente Bale transmite demasiado ni el curtido Bill Pullman dota a su rol de una original presencia (tampoco es que sea Al Pacino precisamente), pero los que pudieron ser robaescenas como Robert Duvall o Gabriel Damon se tienen que conformar con unos personajes constreñidos a más no poder) y a una puesta en escena de decorados ocres cálidos y estilizados (que no realistas, en "La pandilla" se tiene la constante sensación de que se está viendo algo dentro de un estudio de cine) hace que la cinta se sostenga en volandas entre número musical fastuoso y número musical cautivador.

En definitiva podríamos decir que estamos ante una película aceptable en líneas generales, que no llega a ser idiota (esto no es...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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