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Lilith

Drama. Romance Vincent, un veterano de guerra, regresa a Maryland, su estado natal, y se pone a trabajar como terapeuta ocupacional en un centro psiquiátrico privado para ricos. Allí, conoce a Lilith, una encantadora joven esquizofrénica, cuya frágil belleza cautiva a todos los que la conocen. También Vincent se queda prendado de ella y será capaz de mentir y de traicionar con tal de no perderla; pero sin darse cuenta llega a una situación en la que ... [+]
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
31 de mayo de 2010
69 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre vuelve de la guerra e intenta dotar de sentido a su vida entrando a trabajar en un psiquiátrico de lujo, una residencia que parece respirar fuera del tiempo, en un espacio diferente.

Primo Levi cuenta en un relato breve tres versiones de la historia de Lilith. En la primera, Dios creó una forma sin forma (un golem) y la partió en dos seres (varón y hembra) de idéntica jerarquía: Adán y Lilith. Ambos anhelaban unirse de nuevo, pero, ¿quién debía situarse debajo y quién encima? Adán trató de forzar a Lilith pero no pudo doblegarla y Dios tomó partido por el macho de la especie. “Y como los dos varones insistían, ella blasfemó contra el Señor, se convirtió en diablesa, salió volando como una flecha y fue a establecerse en el fondo del mar.” Hay quien sostiene que habita en el mar Rojo y “todas las noches levanta el vuelo, se da una vuelta por el mundo, rompe los cristales de las casas en las que hay niños e intenta sofocarlos.”

En la película de Robert Rossen, el reino de Lilith está en el agua, en los reflejos, más allá de la sociedad convencional: juegos de luces en las ondas, paseos junto a la ribera, acuarios, la turbulencia de la espuma entre los rápidos del río…

Las dos secuencias con los niños (los vendedores de sandías y el niño del aro) son inquietantes, turbadoras; destellos de ese reino legendario y ominoso.

“Otras veces entra en el cuerpo de un hombre, y éste queda embrujado.”

La segunda historia de Lilith es la del semen. “A ella le gusta mucho el semen del hombre, y anda siempre al acecho para ver dónde ha caído (generalmente en las sábanas). Todo el semen que no acaba en el único lugar consentido, es decir, dentro de la matriz de la esposa, es suyo: todo el semen que ha desperdiciado el hombre a lo largo de su vida, ya sea en sueños, por vicio o adulterio.” Con ese semen engendra hijos sin cuerpo, pequeños espíritus malignos “que hacen que se corte la leche y el vino, corren por los desvanes y atan los cabellos de las muchachas.”

En la película, el pelo de Lilith queda enredado en el telar y Vincent Bruce lo desenreda.

La tercera versión viene de los cabalistas y sostiene que Dios, no pudiendo soportar la soledad ni resistirse ante la tentación, hizo de Lilith su amante. Esa relación indecente es causa y efecto del mal que hay en el mundo. “Mientras Dios siga pecando con Lilith, habrá sobre la tierra sangre y dolor. Pero vendrá un día en que un ser poderoso haga morir a Lilith y ponga fin a la lujuria de Dios y a nuestro exilio.”

Estos relatos, con sabor a tradición oral hebrea, nos acercan a la temperatura emocional de la película. Que nadie busque realismo ni verdad de escuadra y cartabón. Es otra la verdad que aquí entra en liza: la verdad del arte, la magia de lo fílmico, la realidad de un universo imaginario.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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25 de mayo de 2007
39 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente e impresionante película. Junto a "Alguien voló sobre el nido del cuco", la mejor película que aborda un ambiente clínico de esquizofrénicos.

Lilith, a parte de su esquizofrenia, es básicamente mujer, además con físico y belleza cautivadoras, y como toda mujer necesita su complementación sexual masculina. Por esto, cuando su cuidador terapeuta le ruega que no lo seduzca más, que él lo único que quiere es hacer bien su trabajo, ella le responde: «¿Y usted quiere salvarme?. Yo no puedo ser salvada por la dignidad.» Lógica biológica que más tarde confirma de nuevo cuando, en diálogo con su cuidador, que acaba de justificar al sistema y a todos sus empleados como gente que trata de cuidarlos a ellos, los enfermos, Lilith responde con este sereno, sabio y conmovedor comentario, mientras se toca de vientre para abajo: «¿Y hay alguien que se cure, como debe ser curado? ¿Crees que ellos (los médicos de la mente) pueden apagar este fuego? Ellos tendrían que apagar este ardor interno que marca a todas las criaturas vivientes, este deseo que te agarrota todos los sentidos, que te hace olvidar la virtud, que te quema el alma.»

Algo tan obvio, no sólo lo siente la supuesta "desequilibrada" sino que el profesional aparentemente "cuerdo" está igualmente frito con las mismas sensaciones, cuyos efectos secundarias serán muy serios.

Maravillosa película que Ud. verá y volverá a ver muchas veces por su magnitud de contenido sobre lo básico, natural y neurológico que el ser humano conlleva y no puede dejar de lado sin graves consecuencias.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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6 de junio de 2010
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Ésta podría ser una interesante película de psiquiatría y afectos intensos, complicados por el desequilibrio mental, titulada algo así como “Pasión en el Sanatorio”, o “Amor y locura”, incluyendo apuntes un tanto anacrónicos sobre la esquizofrenia (¿enfermedad de aristócratas de la mente?) y una excelente interpretación de Jean Seberg, cuya gestualidad y expresión corporal son exactas, creadoras de un inquietante mundo paralelo, apoyado en los brillos y figuras del agua.
Pero la película se llama “Lilith”, y ese título, que es medio film, amplía enormemente el panorama, al introducir una radical teoría de lo femenino.

2) Lilith: la protomujer, creada de barro igual que Adán, antes que la Eva de la patriarcal versión siguiente (generada de una costilla del hombre para aliviar su soledad, como un ser doméstico, funcional, subordinado).
Lilith: portadora de un fuego interno insaciable, autónoma, enemiga de los recién nacidos, satélite invisible de la Tierra, lamia, engendradora de niños demoníacos con el semen de las poluciones nocturnas, conocedora del nombre oculto de Yavéh, reaparición vengativa de lo materno negativo o loco…

3) En los sesenta, una mujer igual al hombre e independiente no es viable, y le corresponde un sanatorio, un centro de reclusión. En esos sesenta el hombre es como el segundo Adán, y actúa como si toda mujer fuese igual a Eva, nacida de él y por tanto supeditable a sus deseos.
Pero la internada de la que el terapeuta se enamora no es hija de Eva sino de Lilith. Ejerce todo su potencial instintivo (¡ese proceder lascivo con niños!), vive una felicidad sensorial en comunicación con el agua, su oficial esquizofrenia es una expresión de su rebeldía, y no alberga la menor tendencia a la sumisión, a la que tampoco parece propensa la distinguida y oracular echadora de cartas, otra interna de ese recinto privilegiado, convertido en microcosmos, una Montaña Mágica pero no para refinados tuberculosos sino para seres ensimismados y limítrofes (recinto con amplitud y jardines, para quien pueda pagar las mensualidades).

4) El terapeuta (le va bien el sesgo estólido de la actuación de Warren Beatty) está preparado para tratar con mujeres tipo Eva, como esa ex novia que se ha casado con un perfecto imbécil y ciudadano medio que la trata como a ganado.
Se le escapan los vínculos sáficos entre las internas y se le escapa la feminidad lilithiana, provocadora, que reta y desafía, emplaza y exige, acomete con inteligencia directa y asocial, obedece a su fuego y disfruta sus días; y no se somete.
Cuando el terapeuta intenta responder, en el desbordamiento afloran las reacciones pautadas: celos, posesividad violenta, autoritarismo, una desfasada masculinidad-para-Eva, de incierto porvenir.

5) La araña de los créditos, que tiene una mariposa en su red, es araña loca, que teje tela asimétrica. Su obra, además de creativa y distinta, también caza.

¡Cuántas miradas —planos— a través de telas metálicas!
Archilupo
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31 de agosto de 2005
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película escrita, producida y dirigida por Robert Rossen, basada en la novela de J.R. Salamanca. Es la última realización del autor, en la que debuta como actor Gene Hackman en un papel muy breve y poco simpático, que acentúa la desolación de la antigua novia del protagonista.

La historia relata el retorno a su ciudad natal, en Maryland, de un joven veterano de la guerra de Corea. Pronto encuentra tabajo como terapeuta en un centro psiquiátrico privado que acoge y cuida enfermos mentales de familias adineradas. En el centro conoce a una joven interna muy atractiva, a la que trata profesionalmente con resultados iniciales satisfactorios y de la que poco a poco se enamora. Las relaciones entre el terapeuta, Vincent Bruce (Warren Beatty), y la enferma Lilith (Jean Seberg) permiten describir las dificultades de conocer lo que en realidad piensan y desean los enfermos esquizofrénicos, su fragilidad, altibajos y problemas de curación. Las personas afectadas son felices a su manera, viven en un mundo en el que se mezcla realidad e irrealidad, padecen obsesiones y a veces tienen accesos de ira. Vincent intenta penetrar en este mundo complejo y contradictorio, más allá de los límites profesionales, en un viaje lleno de riesgos y peligros. La escena en la que aparece la imagen de la madre de Vincent, cuyo recuerdo llena su vida, tras el cristal de un escaparate; el reflejo en la superficie del agua de la imagen algo distorsionada de Lilith y una amiga cogidas de la mano; la mirada de los enfermos tras las rejas a primeras horas de la mañana, después del suicidio de uno de ellos, y otras son escenas emblemáticas del film, llenas de emotividad.

La fotografía, de Eugen Schüfftan, director de fotografía eminente e innovador, utiliza negros intensos, blancos limpios, fuertes contrastes de claroscuro, reflejos en el agua, suerposición de imágenes, encuadres de arriba abajo y viceversa (identificando la posición relativa de los interlocutores) y perspectivas angulares muy sugestivas. Se recrea en la descripción de paisajes frondosos e idílicos, movimentos del agua (río, desembocadura y mar), la fiesta popular con jinetes a caballo, paseos por la campiña. Antes de abandonar Europa, colaboró con Ophuls, Carné y René Claire. En EEUU colaboró con Elia Kazan y otros. La música es de Kenyon Hopkins ("Propiedad condenada", "Río salvaje", "Baby Doll"), que utiliza solos de flauta y combinaciones de flauta, percusión, piano y clarinetes en composiciones de gran delicadeza, evocadoras, sugerentes y emotivas. La interpretación de Jean Seberg es convincente y conmovedora.

Obra de gran belleza visual y sonido excelente, trata de penetrar en el oscuro e intrincado mundo de la mente humana en un drama psicológico bien construído y bien expuesto, que se ve con agrado, pese a la obsolescencia de algunos de sus referentes básicos debido al avance de la medicina. Recuerda en algunos aspectos "Esplendor en la hierba", de Kazan.
Miquel
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30 de mayo de 2010
24 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lilith, según el mito, apareció al mismo tiempo que Adán de las manos del Creador. Es una criatura espontánea y libre de fascinante belleza que simbólicamente está unido a la Gran Madre de las civilizaciones antiguas, sobre todo en su aspecto oscuro. También aparece como figura legendaria del folclore judío de origen mesopotámico. Se la considera la primera esposa de Adán anterior a Eva.
Lilith es un arquetipo típico de lo femenino: independencia, autonomía, autopertenencia, la vinculación con el propio ser y el propio deseo. Estas características pueden estar en determinadas mujeres reprimidas y ocultas en su interior, pero que actúan desde las propias profundidades de su psique.
El personaje de Lilth reúne todas estas características simbólicas, y R. Rossen sabe plasmarlo en un film brillante; un manual sobre las pulsiones interiores y oscuras del ser humano (destrucción y autodestrucción).
Un Robert Rossen crepuscular pero con una agilidad narrativa que recuerda a los maestros del cien mudo en algunas de las secuencias más poéticas y evocadoras del film. Película que sugiere, que nos insinúa y nos inquieta, igual que esa naturaleza en la que está localizado el sanatorio mental: serenidad y calma, pero que en cualquier momento las pasiones soterradas y los conflictos interiores pueden desembocar en un torrente; igual que el río sosegado pero que agita sus aguas con furia conforme cambia su curso, como se puede apreciar en una serie de secuencia que aparecen en el film.
Rossen muestra su maestría como la de un artesano: cercanía en primeros planos, contrapicados y encuadres (no se necesitan palabras para introducirnos en el alma de estos seres tan complejos); todo encaja con la precisión de un reloj suizo.
Película perturbadora donde los personajes muestran en sus acciones el deseo y la culpa. Testamento de un director aquejado por el dolor físico y moral en su última etapa de su vida y marcado por la triste experiencia de la caza de brujas.
Robert Rossen es un transgresor de la moralidad de aquellos convulsos años, un rotundo “no” a lo políticamente correcto, un estudio de la sociedad y el individuo, una reflexión sobre los límites que separan lo que se acepta como normal en constante dicotomía con lo que es considerado anormal.
Herodoto
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