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The Day After

Drama Una mujer que empieza a trabajar en una editorial se ve envuelta en la aventura amorosa de su jefe cuando la mujer de éste la confunde con la amante, una ex empleada con la que acaba de romper. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
6 de julio de 2017
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuanto más sencilla vuelve su ejecución, más profundo cala Hong Sang Soo en nuestras emociones. The day after es una de las cuatro películas que el coreano ha firmado este año: tras la teatral Lo tuyo y tú y a la espera de una fecha de estreno para On the beach at night alone y Claire's camera. The day after narra la resaca sentimental de un escritor que contrata a una asistente el mismo día en que su mujer descubre la infidelidad de éste con una empleada anterior.

Para ello, el cineasta vuelve a servirse del blanco y negro seis años después de la magnífica The day he arrives. Vuelve así a una austeridad técnica que no le permitirá jugar con el color, como sí había hecho con los objetos de las tres historias de In another country o con las acuarelas de Ahora sí, antes no. Nada grave sabiendo que gran parte de su filmografía se basa sobre todo en los encuentros casuales y las reacciones que estos provocan.

Eso sí, en The day he arrives los callejones de Seúl se volvían un laberinto cómico en el que infinidad de personajes secundarios se entrecruzaban de manera delirante para goce del espectador. En cambio, en The day after la película se limita a tres escenarios: casa, trabajo y un restaurante, situando dos personajes frente a frente entablando conversaciones de varios minutos. Esto que podría parecer falto de interés se vuelve trepidante, en parte, gracias a la gran audacia de dosificar con cuentagotas tanto los flashbacks que condujeron a una dolorosa ruptura, como los nuevos momentos que hacen entrever una nueva puerta abierta, saltando así sin previo aviso del pasado al día después, es decir, hoy.

Pero si ha de destacarse el mayor acierto de la película, ese sería la capacidad de Sang Soo de desnudar a los personajes masculinos que pone bajo el foco. Como ya hiciera con el hombre sin nada que perder en Hill of freedom, lanzándose al amor en un salto de fé. También el director ligón que se deja a sí mismo en evidenci y termina viniéndose abajo en Ahora así, antes no. O el machista iluso que se cree capaz de domesticar a una mujer despreocupada por los convencionalismos sociales, en Lo tuyo y tú.

En The day after, el cineasta vuelve a hacer diana lanzando dardos al centro del sufrimiento masculino, ese que siempre se oculta por la presión social. El protagonista rompe a llorar por culpa de su cobardía. Esa cobardía que le hizo perder a su amante, esa cobardía que provoca una crisis matrimonial, esa cobardía que le impide comenzar una nueva aventura con alguien que supondría una bocanada de aire fresco. Un tipo sin fuerzas para luchar que se deja manipular por las tres mujeres de la historia, obligándolo a experimentar una montaña rusa sentimental que no controla. El hombre parte de su tristeza y pasa por el miedo antes de llegar a encontrar su tranquilidad en una maravillosa escena final que parece repetida, pero que no es más que otro de los trucos de Hong Sang Soo.

Sorprende además que esta vez sea un personaje femenino quien se dedique a observar los cambios de parecer del resto de personajes. La nueva asistente es la única con convicciones y deseos inalterables, como bien demuestra un diálogo en el que defiende la religión como cuestión filosófica esencial. Mientras que la amante, la mujer y el escritor convierten sus corazones en veletas, la asistente abandona la película con un pesar amargo por haberse mantenido fiel a sus sentimientos.

Una nueva muestra de prestigio de este director capaz de despertar emociones con tan solo cinco notas musicales.
harryhausenn
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25 de enero de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El Día Después" es la nueva cinta del prestigioso director sur-coreano Hong Sang-Soo, quien en el mismo año filmó "En la Playa Sola de Noche" y "La Cámara de Claire". Si bien no ha obtenido muchos premios a lo largo de sus poco más de 20 años de trayectoria (debutó en la dirección con "El Día que un Cerdo Cayó al Pozo", en 1996), Hong Sang-Soo, tanto en esta ocasión, como en muchísimas otras, ha entrado en consideración de las selecciones de Cannes, obteniendo incluso en 2010 el galardón Un Certain Regard, por su cinta "Hahaha", así como ha sido reconocido en múltiples ocasiones por su labor como director; en 2016 en El Festival de San Sebastián, por su película "Vos y los Tuyos", en 2013 en Locarno, por "Our Sunhi", y El Astor de Plata a Mejor Dirección en 2006, por "Mujer en la Playa".

Mediante un clima pausado, y la presencia de un blanco y negro nítido, relajante, Hong Sang-Soo nos induce en su nueva cinta, pidiendo al minuto cero la atención del espectador, que no debe pasar por alto, ni obviar, no sólo acciones, sino hacia donde llevan los diálogos, que por momentos son de vital importancia, y en otros danzan en la intrascendencia, dejando en claro que el nivel de atención no puede decaer, en ningún momento. La historia trata sobre un hombre que comienza una relación amorosa con una empleada de su editorial, e intenta ocultarlo a su mujer. Tras una situación que parece insostenible, contrata a una nueva chica, sumamente agradable, y que parece la indicada para el empleo. No obstante, apenas pasadas unas horas, la mujer del jefe irrumpe en la editorial, y agrede a la chica nueva, pensando que ella es la amante de su marido, sin siquiera percatarse de su falsa conclusión.

Tras las aclaraciones, pareciera que las cosas retoman su rumbo original, pero el clima laboral cambió tras la brusca aparición de la mujer, y lo que en un principio se presentaba como una relación laboral sana y satisfactoria de ambas partes, a partir de allí toma una nueva dirección, y el retorno será difícil, mas ante la aparición póstuma de la amante, que a la larga exigirá su viejo empleo.

Sin duda el foco que infiere Hong Sang-Soo esta puesto en el entramado de las relaciones, en el desgaste que pueden sufrir las mismas, y en como ante alguna decisión errónea, todo puede llevar a lugares inesperados, más si uno no tiene total consciencia en el accionar. Los diálogos cumplen una función esencial, generando momentos de reflexión, que invitan un poco al espectador a ser parte de los mismos. No obstante, en otros momentos desvarían, y pueden llegar a desviar la atención, y ese es sin dudas el punto más flojo de la película, que pese a algún exceso en lo mencionado, nunca llega a aburrir, puesto que de alguna forma, Hong remonta la historia, y se acomoda de inmediato. No obstante, aclaran un poco el pensamiento de cada uno de los protagonistas, cuestiones que hablan de creencias religiosas, sentido de moralidad, y razonamientos acerca de por que razones vale la pena vivir. Si bien hay momentos de tensión, generado por algunos diálogos fuertes, eso también ayuda a interpretar la historia y sus laberintos. Los enfoques de cámara a veces también ayudan a la incomodidad, y ese aumento de tensión, desviándose por momentos directamente al rostro de los protagonistas, y remarcando sus gestos, facciones y sensaciones.

Sin ser una obra magistral, "El Día Después", es una cinta amena, con momentos de sumo interés, y una historia simple, pero con dosis breves que la dotan de cierta emotividad, e invitan al espectador a ser parte de ella, siempre y cuando uno se deje llevar, y tenga alerta esa capacidad perceptiva.
Manuel Esteban
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15 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin que apenas nos demos cuenta, Hong Sang-soo está erigiendo con su obra a lo largo del tiempo probablemente el retrato más naturalista y, por eso mismo, más devastador del hombre contemporáneo dentro de la cinematografía actual. “The Day After” es el penúltimo paso en la construcción de dicho retrato, y, aunque se trate de una película en apariencia menor, su supuesta simplicidad es una forma tan o más válida de arañar en la consciencia si la comparamos con obras de mayor aparataje dramático, como “La Mujer Es El Futuro Del Hombre”, “En Otro País” o “Ahora Sí, Antes No”.

Sang-soo pone en liza únicamente a cuatro personajes, cuatro arquetipos clásicos dentro de su filmografía (autor, esposa, amante y muchacha a modo de motor inmóvil), e incide en sus propias obsesiones tanto formales (el dominio del plano fijo sorteado con ocasionales zooms artríticos) como morales (la relación hombre-mujer, el anhelo de felicidad o la naturaleza egoísta del ser humano), aquí reduciendo a la mínima expresión los diálogos, las coyunturas ad hoc de los personajes e incluso la estética, bañando en un apagado blanco y negro las conversaciones que tienen los cuatro protagonistas en las oficinas de una editorial. Al final, uno abandona la sala convencido de que la felicidad es un asunto muy relativo y deseando que Dios dé muchos años de salud y trabajo al bueno de Hong Sang-Soo.
davidmdehaza
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20 de febrero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filmada en blanco y negro, y practicante desarrollada como una obra teatral en 3 actos con un prólogo y un final, Sang-Soo encierra a sus 4 personajes (uno de ellos permanece ausente durante toda la película), y trata de descifrar los códigos que unen y separan a una pareja poniendo especial énfasis en el deseo y la rutina.
La presencia de la ausencia es un hueco, es la silla vacía, el que falta o que no está físicamente pero está presente. Alrededor de esa figura, más allá del protagonismo de su personaje principal, está construido El Día Después, y todo girará sobre el misterio de esa ausencia que ha marcado o marcará la vida de los personajes.
Hay en el film de Hong Sang-Soo un delibrado placer en la filmación de la rutina, la repetición de la costumbre donde los personajes se mueven tratando de buscar salir de la soledad, de encontrar a un semejante, alguien parecido con quien compartir más que un momento, tal vez la vida misma.
En este sentido, la película trae reminiscencias de Truffaut, uno de los padres de la nouvelle vague francesa, autor de la serie de Antoine Doilen, cuando la pareja, ya casada, comienza a sentir los primeros signos del desgaste de la vida matrimonial. Sang-Soo comienza el film en la casa del protagonista que recién levantado de la cama está tomando el desayuno en la cocina, cuando de pronto, aparece su mujer con ese tacto tan femenino intuyendo que algo anda mal en la vida de su marido. No se equivoca.
Lo que sigue es un día en la oficina de ese hombre, un editor y escritor de libros en un lugar donde prevalece la literatura por sobre todas las cosas. Un lugar que da lugar a las fantasías, los affairs, los engaños, y hasta las sorpresas.
Es como si Sang-Soo dividiera la vida de las personas entre su casa y su trabajo donde la casa es el reino de la mujer y la oficina el del hombre. Lo que no está permitido en un lugar, tienen piedra libre en el otro. Bongwan, tal el nombre del protagonista, despierta apesadumbrado porque su amante lo ha abandonado. Su mujer lo descubre llorando en la cocina mientras toma el desayuno. No entiende que le pasa. Pero más tarde encuentra una nota en un papel e intuye el romance frustrado de su marido. Desesperada irrumpe en la oficina de Bongwan e increpa a su nueva secretaria sin saber que es la persona equivocada, una nueva empleada en su primer día de trabajo.
La comedia de Sang-Soo adquiere la fórmula de la comedia de enredos pero se encuentra lejos de Hollywood. Trascurre en una Seúl invernal acogedoramente nevada, lo cual ayuda al encierro de los personajes tanto en los lugares como en sí mismos. En ese mundo de encierro describe un lugar donde el deseo queda en suspensión producto de una acción no consensuada por uno de los personajes (el ausente), un deseo que nunca es acompañado por la pasión.
En el film el encierro otorga a los personajes un devenir permanente que pareciera situarlos fuera de todo tiempo y lugar. Los personajes de Sang-Soo viven como abstraídos en sus propios mundos, lugares donde solo existen sus pasiones y sus trabajos totalmente alejados de lo que pasa en la sociedad que los contiene.
Tal vez no sea la mejor película de Sang-Soo, pero es una oportunidad de ver su cine, un cine muy poco visto como estrenado en Argentina. Obviamente, es un film de características peculiares. Como obra de teatro está muy bien escrita, como película está muy bien actuada y muy bien filmada. Con una cámara casi fija, los movimientos de zoom producen el acercamiento a la intimidad de los personajes o su alejamiento tomando la distancia generando climas tanto de calidez como de frialdad. Por otra parte, el hecho de filmar casi constantemente en primer plano hace que no se note el encierro de la situación que plantea a la vez que subjetiva la situación de cada personaje dándole cuerpo, carnadura, una identidad que los humaniza, esa característica tan propia de todo su cine.
Charly Barny
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14 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ocurre con Hong Sang-soo, al igual que con otros pocos cineastas, que tiendo a sentir su última película vista como su mejor obra, o al menos como una de sus mejores, de manera que a medida que saca un nuevo trabajo o reviso los que ya he visto estos se van colocando progresiva y ordenadamente por encima de todas las obras anteriores, llegando a un punto en el que simplemente no me siento capacitado para afirmar cuál es mejor que cuál porque, aunque suene tonto, todas son las mejores.

Cuento esto porque el chiste fácil aquí es decir, como se dice de broma habitualmente, que esto es así porque «todas son la misma película» y creo que en parte es así, pero de esa forma no sería tan difícil –en caso de ser exigido a punta de pistola– establecer una jerarquía guiándose cada uno por sus filias particulares –me gusta más aquella que trata sobre tal cosa o aquella que era en blanco y negro en la que se decía tal frase–. Lo que ocurre es que esto es así –todas las películas son la misma– y al mismo tiempo es todo lo contrario, y eso es lo que hace tan apasionante la filmografía de este hombre.

Lo que Hong Sang-soo realiza son variaciones en torno a un mismo asunto que no creo que seamos capaces de concretar todavía, pero que arrastra con él una serie de temas satélite, de manera que el compendio total de su obra es algo así como la observación desde diversos puntos de vista cinematográficos y bajo distintas ópticas de un mismo problema o sentimiento raíz –no completamente definido– a partir de casos puntuales, historias particulares, eventos aislados y concretos que comparten un núcleo esencial sin remitir al espectador a ninguna de las grandes, difusas y estériles preguntas de la humanidad sino a su realidad más vívida e inmediata, a las pequeñas frustraciones e ilusiones de su día a día.

Como si para explicarnos y explicarse a sí mismo algo muy importante para él y para nosotros a un nivel muy íntimo y cotidiano tuviese que inventar –¡mejor aún!, adaptar desde su realidad más cotidiana– una serie de historias de errores y aciertos, alegrías y tristezas, encuentros y desencuentros, triunfos y fracasos que terminen dando forma de manera conjunta a esta idea, no únicamente a través de sus propias vivencias –y esto es lo que me parece más importante– sino a través de las nuestras como espectadores, de nuestra manera de vernos reflejados en las buenas y en las malas conductas de sus personajes, de nuestra manera de identificarnos o identificar a otras personas en sus sujetos, de nuestra manera de comprenderlos y perdonarlos y de hacer las paces con nuestro pasado y de ordenar nuestro presente a través de ellos.

Lo que convierte «The Day After» en una de sus mejores películas –como sus otras mejores películas– es el hecho de contribuir a todo esto desde un punto de vista mucho más conceptual que de costumbre sin separarse ni un instante de las emociones, del impecable relato que la convierte en una película más de Hong Sang-soo. Aquí todo se reduce a la mínima expresión: unos pocos lugares y unos pocos personajes –hasta el momento nada nuevo– que representan cada uno de ellos un papel específico y muy concreto dentro de la obra –en el caso de los personajes: el hombre, la amante, la mujer y un sujeto un tanto más ambiguo pero mucho más interesante a nivel conceptual que es el de la nueva empleada–. De esta forma, parece como si Hong Sang-soo hubiese transformado todos los variados poliedros de sus anteriores películas en una abstracción casi definitiva –cuadrado rojo, triángulo verde, círculo azul y rombo amarillo– sin sacrificar por un instante nada de lo demás, buscando de qué manera se puede hablar de las emociones humanas y los problemas de las relaciones interpersonales a través de sujetos-esquema, de conceptos sencillos como p y q en cualquier enunciado lógico.

Esta especie de depuración –nunca simplificación, puesto que la RAE habla de hacer simple lo complejo, y en Hong Sang-soo nunca parece haber existido ninguna división entre lo uno y lo otro– también afecta a la forma de filmar la historia, recuperando el fantástico engaño de las ilusiones en «Yourself and Yours» para aplicarlo en este caso al flashback, que mediante la confusión funciona muchas veces como resorte emocional, en colaboración con la habitual habilidad de Hong para alargar cada plano justo hasta el último segundo necesario para capturar la más infinita de las tristezas o la mayor de las esperanzas en el instante del corte, como si cada decisión formal acompañase a una emoción de manera increíblemente sutil y espontánea.

Así, guiados por su cuidadosa mano, vamos rellenando esta historia de conceptos en torno al aparente relato de siempre con nuestras propias experiencias, acompañando a un hombre que llora angustiosamente con el recuerdo de nuestra pasada agonía o abrazando a la chica injustamente tratada con nuestra más sincera comprensión. Si siempre he considerado que John Ford es el cineasta que encarna la reconciliación entre dos mundos aparentemente enfrentados –indios y blancos, unionistas y confederados, progresismo y tradicionalismo, etc–, Hong Sang-soo es el cineasta que encarna la reconciliación con nosotros mismos, con todas esas partes de nosotros enfrentadas que representan cada una de las malas acciones y las terribles decisiones de nuestra vida de las que nos arrepentimos con tanta fuerza y rechazo que pasan a ser entidades ajenas a nosotros y que, finalmente, solo a través de la comprensión y la esperanza que otorgan sus películas estamos dispuestos a entender, perdonar, olvidar y acoger de nuevo en nuestro seno con la promesa de cuidar nuestra integridad con fuerza para nunca más volver a fragmentarnos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
AlvaroFaure
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