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Críticas de AlvaroFaure
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Críticas 75
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
5 de febrero de 2023
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante como artefacto formal la mayor parte del tiempo, como una especie de take sobre cómo sería una película de terror filmada por un cineasta estructural o el punto de encuentro entre algo como la Hôtel Monterey de Akerman y una obra de terror independiente más o menos convencional, con sus inquietudes puestas en encapsular esta sensación de desamparo y desasosiego que se ha apoderado de algunas de las pesadillas de nuestra infancia.

La elección de los encuadres no está limitada aquí como ocurre con las películas de metraje encontrado y ni te ofrece posibilidad alguna de construir el espacio en que suceden los eventos ni te permite adelantarte a cada corte ni tener una mínima idea de lo que va a acontecer en cada secuencia, lo que unido a su poderoso diseño de sonido no hace más que aumentar la sensación de desasosiego. Durante todo el tiempo estás completamente a merced de una especie de cámara de vigilancia que captura de manera mecánica unos sucesos angustiantes que no terminamos de alcanzar a reconstruir... pero sí a imaginar.

Algo a lo que ayuda un inquietante ruido digital que tiene aquí justo esa doble función: por un lado este papel en impedirnos vislumbrar exactamente dónde estamos y qué está sucediendo y por otro lado al mismo tiempo la de dar rienda suelta a nuestra imaginación, dándonos la posibilidad de discernir todo tipo de formas reales o imaginadas en una imagen granuladísima llena de patrones y texturas que alcanzan su punto más espeluznante en el inolvidable plano final de la película, que te acompaña horas y días después de que acabe.

Sin embargo, siento que no termina de combinar del todo bien la exploración formal casi experimental con una propuesta narrativa que es excesivamente mínima para tirar del carro de esto durante tanto tiempo, por poderosas que sean sus imágenes aisladas y por fascinante que sea su concepto. Me habría gustado que o bien fuese una propuesta formal aún más suicida y arriesgada desligada ya totalmente de cualquier agarre narrativo o que se tratase de una película de terror más convencional con un uso muy evocador e interesante de los recursos formales que emplea.

Al elegir la opción bisagra no termina funcionando como lo primero porque debe hacer demasiadas concesiones a la historia (mínima en cualquier caso) y a los tropos convencionales del terror –lo que de hecho le lleva a tomar decisiones algo problemáticas como la inclusión de sustos baratos e ideas algo pobres que destruyen todo lo construido hasta el momento y refuerzan la incómoda sensación de estar ante una especie de elaborado creepypasta antes que la fascinante película que a ratos se acerca a ser– ni tampoco termina de funcionar como lo segundo porque es lo suficientemente estructural y cerebral para impedir que me implique tanto como quisiera en lo terrorífico y descorazonador del relato.

Así que me voy moviendo constantemente entre la apreciación por la atmósfera y la tensión y mi implicación por lo que sucede y la apreciación por el concepto y la manera en que está construida la obra, sin lograr poder detenerme suficiente tiempo en nada para que pueda terminar de fascinarme.
AlvaroFaure
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7
4 de febrero de 2023
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ser evidentemente lo mismo, está confeccionada con todos los elementos que habría querido que tuviese una película como Knives Out o Glass Onion pero de los que nunca pude encontrar nada en ellas.

No digo necesariamente que los materiales sean de mayor calidad o que el uso que se hace de ellos sea esencialmente mejor –aunque el hecho de que me horrorizase Glass Onion y esto me haya parecido magnético y divertidísimo ya da una pista de qué está más cerca de lo que me parece la manera correcta de ser y de trabajar con el medio–, pero desde luego esto sí es una película hecha para mí.

Estoy all in en el tontísimo doble misterio que estoy loco por ver cómo se resuelve de la manera más delirante y estúpida, caigo en el más bobo de los chistes una vez tras otra sin que nunca me lo llegue a ver venir y estoy completamente encantado con la energía de cada personaje y actor que desfila por aquí, especialmente con un Jon Hamm comprometidísimo como pocos con su papel de patán socarrón y un Kyle MacLachlan completamente en su salsa.

Cuando salió Knives Out pensé que ojalá saliesen diez así cada año a pesar de lo pobre e insuficiente que me había parecido y lo alejada que estaba de mis intereses porque me divierten un montón este tipo de cosas, pero viendo la deriva de aquello y lo mucho que se puede disfrutar algo así hecho desde un enfoque y con un estilo que me interesa cambiaría esas diez por año por una como esta cada cinco.
AlvaroFaure
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2
22 de enero de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí no es ninguna sorpresa haber terminado odiando esto, porque por todo lo que había estado viendo de ella estaba claro que iba a estar en las antípodas, no digamos de lo que me gusta, sino ya directamente de lo que me parece siquiera soportable.

Sin embargo, sí que me ha sorprendido mucho descubrir que realmente me interesa la propuesta, la idea de la obra, la intención que siento que hay o que pretende haber detrás. Hay una película dentro, muy al fondo de esta, que creo que podría llegar a haberme gustado: todo lo que se mueve en la línea del retrato pesadillesco de esa manera en que el medio y las masas devoran a una persona y todo eso que la película intenta muy ingenuamente exponer y que a ratos muy cortos consigue plasmar con suficiente fuerza.

Y me avergüenza admitir que creo que la mayor parte de las imágenes y secuencias en relación a todo esto están realmente... bien, creo que obran muy bien esa sensación claustrofóbica, ansiosa y angustiante a ratos, y no necesariamente de la manera más gratuita posible que hay de obtener estos resultados sino a través de una serie de ideas y recursos –no me refiero a los más obvios necesariamente, sino a los más sutiles, a algunos que operan a nivel de montaje y a través de ciertos conceptos– que la mayor parte de las veces son aisladamente frescos e interesantes, aunque todo esto al final solo suponga un porcentaje muy pequeño del total de la película.

Porque cuando lo pones en conjunto con lo demás que hay detrás, con el hecho de que está inspirado en Marilyn y todo lo que se relaciona con la exposición de su biografía y la presentación del personaje y lo que deriva de intentar plasmar quién era ella, o peor aún, una ficción sobre quién era esta persona real que existió de verdad y pasó su propio calvario, se convierte en un desastre descomunal. Es imposible despegar los momentos aislados en los que la pesadilla abstracta funciona de que la mayor parte de la película es una especie de intento de profundizar en esta persona o en este personaje de una manera terrible y lamentable a través de los peores mecanismos imaginables, tanto a nivel de relato como en el ámbito de lo formal y hasta de lo moral, con los peores tics y las peores ideas de cada aspecto y el máximo sadismo deshumanizador.

Soy incapaz de sentir que estoy disfrutando la primera escena en un buen rato que me parece que está empezando a tener cierto interés si segundos después tengo, no sé, al feto de Marilyn hablándole. No el concepto en sí de feto hablando obviamente, sino lo que se dice, el tono, cómo está filmado eso, lo que está ocurriendo ahí, es como la máxima expresión de todo lo que me puede horrorizar, y es una escena tras otra mezclada con otro puñado de escenas que aisladamente me funcionan bien, pero que además me funcionarían cien veces mejor –o quizá me funcionan de entrada porque hago el esfuerzo activo por imaginar esto– si no estuviesen dentro de una película sobre Marilyn Monroe, si fuese simplemente una película sobre el horror de una vida así, sea quien sea la protagonista inventada.

Y ese es sobre todo el punto más frustrante de este desastre, que hay aquí una película que tal vez me habría gustado si hubiese sido Whatever en lugar de Blonde, es decir, si no tuviese que estar lastrada y condenada por el peso de la persona real Marilyn y por toda la narrativa pseudobiográfica de Marilyn y todo lo increíblemente desastroso y sonrojante que para mí es Dominik ahí, si simplemente hubiese sido una película de 100 minutos un poco más empática, un poco menos sádica, sobre una persona inventada que es destruida por la máquina de la fama y queda totalmente despersonalizada y trastornada por ello, lo cual además me habría ahorrado de paso a Ana de Armas, que es una gran actriz y hace lo que puede con esto, esforzándose muchísisimo durante 3 horas por recordar y parecerse a alguien, que es algo que sale mal en el 99% de los casos y que solo ha contribuido a que todo me parezca todavía más forzado, más ridículo y más desesperante.

Desafortunadamente la película es, en efecto, Blonde y las intenciones y los supuestos son una cosa y los hechos y las realidades son otras, y la realidad es que a mí esto, tal y como es, por más que me esfuerce en imaginar, vislumbrar o agarrarme a algo que compense o justifique las 3 horas que he tenido que dedicarle, solo puede parecerme horroroso.
AlvaroFaure
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6
16 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
This was the last phase of childhood where I experienced that special comfort of falling asleep in the car. You could drift off, knowing everything was going to be fine. And you'd wake up the next morning in your bed.

No tengo un recuerdo exacto de haberme quedado dormido en el coche y haberme despertado en mi cama –aunque seguramente haya ocurrido–, pero esa frase reverberó en mí muy intensamente en ese momento y abrió la puerta a que me invadiesen un montón de recuerdos difusos y sensaciones variadas de una época tan lejana que casi había dejado de sentirla como propia.

Para mí ese siempre ha sido el talento principal de Linklater a la hora de trabajar con la nostalgia, que a través de momentos de una vida que no he vivido es capaz de encapsular de alguna manera en esos fragmentos la pura esencia, el sentimiento universal, de ese hecho compartido que permite que conectes a través de tu propia vivencia con algo para lo que ni siquiera tienes un recuerdo equivalente y que evoques tus propios recuerdos relacionados a partir de ese hecho.

Sin embargo, los pocos momentos en los que la magia ocurre y Linklater consigue tirar de las cuerdas apropiadas para despertar en mí esa emoción no compensan el resto del tiempo en que estoy lo suficientemente interesado por una parte –todo lo relacionado con el evento histórico, su vínculo con los personajes y las implicaciones que se desprenden– pero demasiado desconectado del retrato de una infancia que no termina de interesarme mínimamente y que siento que, aunque las cuestiones más relevantes no estén mayoritariamente ahí, es la parte que sobre el papel pretende llevar el peso narrativo de la obra.
AlvaroFaure
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8
14 de enero de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha alegrado mucho que me encante esto porque la última película de Claire Denis que me había encantado cumple este año una década, y no es algo que estuviese llevando especialmente bien siendo una de mis cineastas favoritas con esa mágica habilidad para no fallar casi nunca conmigo.

Siempre que disfruto mucho de estas cintas en las que pasas todo el metraje trabajando con cada minúscula pieza de información para intentar llenar los huecos que deliberadamente se han ido dejando me pregunto cómo funcionará en ese segundo visionado que siempre aspiro a darle a todo lo que me gusta. ¿Qué pasará con una obra en la que no dejas de hacerte preguntas cuando tengas todas las respuestas?

La primera vez aquí es irrepetible, el progresivo desamparo de los protagonistas se contagia a través de nuestra propia desorientación, privados inicialmente de todo contexto y construyendo nuestra idea de los personajes únicamente a través de conversaciones en las que nunca dejamos de tener la sensación de que todos los implicados podrían estar mintiendo a cada frase, sin nada que uno pueda dar por fiable o real, a ratos ni siquiera nuestra propia simpatía por los protagonistas y su destino.

Sin embargo, la intriga a la que da forma Denis, llevada a hombros por su habitual fisicidad y su impresionante habilidad para cargar de tensión y llenar de interés hasta la escena más rutinaria, lejos de venirse abajo cuando se completan los huecos se fortalece abriendo nuevos caminos, contestando a las preguntas más básicas (¿Dónde estamos? ¿Quién es quién? ¿Qué está pasando?) con nuevas y múltiples cuestiones sobre las intenciones, los pensamientos y los sentimientos de cada personaje y las implicaciones de cada acción que se va encadenando.

La obra se pliega conforme se despliega y nunca deja de mutar ni termina de agotarse, porque su misterio no se encuentra en lo efímero del relato, sino que está codificado en los intensos primeros planos de una increíble Margaret Qualley, en el tono paranoico y romántico y apasionado y desesperanzado y cálido y angustiante y en el magnetismo que Denis imprime a cada diálogo y a cada mirada y a cada gesto y a cada roce y a cada triste baile en un club nocturno bajo una tenue luz púrpura mientras suena Tindersticks y una vez más todo como siempre vibra como nunca.

In a way... In a way, you were good to me.
AlvaroFaure
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