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Aviones de papel

Drama Dylan es niño que vive con su padre en Australia. Su vida cambiará cuando su gran sueño de participar en el Campeonato Mundial de aviones de papel que se celebra en Japón se hace realidad. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
10 de julio de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insólito drama familiar desarrollado en Australia en la que su joven protagonista para evadirse de la depresión de su padre, recién enviudado, se introduce en el competitivo mundo de los creadores de aviones de papel. Sí, así de simple. Si no quieres profundizar, ni tampoco analizar, dobla una hoja de papel y hazla volar.

Desgraciadamente los aviones de papel son muchas veces simple infografía. Los personajes son meros arquetipos y las situaciones dignas de una telemovie de sobremesa. Además contiene unos cuantos montajes con imágenes aceleradas que parecen una parodia. A pesar de ello la factura técnica es impecable.
waldeker
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11 de enero de 2016
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Cómo lograr hacer realidad tus sueños con trabajo, fe y constancia.

Aviones de papel como pasatiempo, coger una fina hoja de papel y doblarla hasta conseguir de ella un vuelo distante con sus alas y cola, aeroplano ligero y ágil capaz de superar el establecido récord de 62,13 metros de distancia desde su salida de las manos del afortunado que lo lance.
Sólo que, esta superficial y endeble película sobre aeronaves de hoja plegada, en competición infantil, no aporta el entusiasmo y contagio necesarios para tener ganas de ir a por un folio y proceder a intentarlo.
Es dulce y simpática, pero no tanto como ella misma se piensa; el recorrido es facilón, asumible y grato con moderación, segura adivinanza en cada pueril paso que no llega a ese calado mínimo de satisfacción y gusto, imposible librarse de ese deje, pobre y mustio, que te susurra en tu intimidad sugestiva que no llega lejos, ni en su drama, ni en su aventura, ni en su amistad, ni en su esparcimiento, ni en su diversión, ni en su apuesta por un hobby que ¡pocos dirían que diera para tanto!
Un válido Sam Worthington, como desolado viudo que no levanta cabeza, incapaz de ejercer de padre de un inteligente y avispado hijo que se las ingenia para cuidar de él y de si mismo, un loco abuelo que ama la vida, un amigo inesperado, la chica que enamora y un amable campeonato de fondo que tiene, por supuesto, a su tramposo y soberbio adversario para ponérselo difícil y hacer las cosas interesantes.
Sólo que no hay emoción, ni gran ternura, ni magia que te atrape mirando para no parar de sonreír mientras las imágenes siguen su curso esperado; música y fotografía afable y bonachona para agradar y crear un clima cálido de “cuento contigo”, suave y tímido en su propósito de transmitir sentimiento alguno.
Aviones de papel, una pasión para muchos, se mantienen en el aire por la misma razón que cualquier hermana de vuelo de toneladas de peso, combinación afortunada de empuje, sustentación, resistencia del aire y fuerza de la gravedad como elementos físicos a controlar y mezclar con habilidad e inteligencia; el actual récord está en 69 metros, el datos de la cinta queda desfasado, no tanto esta recreación juvenil de lo bello que es vivir que roza la ingenuidad remilgada pero, sinceramente, ser tan candoroso e inocente, puro y virginal hace que su etiqueta refrescante pierda enteros.
Robert Connolly escribe y dirige una película cursi y relajada, un cuento de alma feliz que encuentra su quilla alada, sólo que..., el espectador sigue buscando, sin vuelo a la vista ni en espera.

Lo mejor; su beatitud espiritual de franca hermosura.
Lo peor; transfiera una mirada bonita sin aliciente.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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21 de mayo de 2022
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Aviones de papel es una de tantas historias que ya hemos visto mil veces y que el cine repite una y otra vez. A saber: niño con gran imaginación, padre traumatizado por un fallecimiento en la familia y una gran pasión para contar, de nuevo, la clásica historia de superación y de persecución de las ilusiones, la felicidad y, de paso, la reparación de las relaciones paterno-filiales.
¿Y por qué se repiten una y otra vez? Pues porque funcionan. Porque son bonitas, entretenidas, y arrancan alguna que otra lagrimilla a los espectadores más sensibles, que son sin duda el público potencial de estas historias dramáticas sobre el coraje humano. Y si, además, Ed Oxenbould y Sam Worthington tienen buena química y hacen lo que sus personajes requieren, pues poco más se puede pedir.
Es lo que es. No pidan peras al olmo. Bonita y sencilla.
Sibila de Delfos
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