El doble del general (Plan 402)

Si hay una cosa mejor que ver una de Kaye es ver a Kaye dos veces. Una vez hace de general y en la otra hace de doble del general. Howard Hawks dijo que Danny Kaye tenía menos gracia que una zanahoria y todo por no hacer Nace una canción igual que Bola de fuego, me imagino que si Gary Cooper hubiera hecho Nace una canción le hubiera tirado por la ventana. Regla de tres. Todos los genios meten alguna vez la pata y Hawks la metió hasta el fondo. Danny Kaye aparte de un genio haciendo reír era un genio haciendo el ganso, otros han hecho el ganso sin hacer reír. En Plan 402 te hace reír cuando sale el doble y eso es suficiente de un hombre que hizo un poco más grande el cine.

Con esta película me imagino que pasará lo mismo que ocurre con todas las películas cómicas cuyo humor reside en el carisma y el talento del cómico en cuestión.
Si eres un fan declarado de este artista, esta película te va a encantar pues está hecha para lucimiento exclusivo de sus habilidades. Su talento gestual, su vis cómica, sus rápidos diálogos y sus enredos tipo slapstick ocupan cada fotograma para placer de sus seguidores.
Si, por el contrario, este actor no te dice nada y su humor no te produce ni media sonrisa, no esperes encontrar aquí ningún otro aliciente que te invite a disfrutar del film. No lo tiene.
Esta película no carece de virtudes fílmicas. Se han molestado en construir un guion ingenioso y han gastado una considerable pasta en ambientación, extras y demás...Pero es una película en la que todos los personajes giran como satélites apagados alrededor de la estrella y no hay más. Todo descansa en la capacidad de hacer reír de Danny Kaye. Y, o te gusta mucho este actor y te mueres de la risa con sus numerosos gags, o no te gusta y entonces te aburres como una ostra.
Sólo la puedo recomendar a sus incondicionales. Nada más.

Agradable comedia, ocurrente y dicharachera, que ofrece momentos muy divertidos y mantiene un excelente nivel de comicidad durante toda la proyección.
El guión está elaborado con perspicacia y soltura de manera que las tramas poseen gran consistencia -a pesar de su extravagancia argumental- gracias a su capacidad de fabulación y a un excelente sentido del ritmo.
La narración resulta muy fluida y, en el contexto de una ambientación sobresaliente, todos sus detalles cautivan al espectador.
La interpretación de D. Kaye, una vez más, merece los mayores elogios.

Creo que ya hemos visto, varios tipos, de está misma trama -que podríamos llamar comedia de suplantación- en la que un individuo insignificante, de baja estofa, que mantiene un gran parecido físico con un personaje importante, ya sea un general, un heredero a la corona o un Jefe de Estado, es utilizado por quienes ostentan el poder, como sustituto de éstos, bien por hallarse éstos indispuestos o bien cómo mero parapeto para exhibirlo por las tablas del escenario ante conspiradores o magnicidas... La primera que me viene a la cabeza es "El príncipe y el mendigo", y así, a bote pronto, recuerdo también, además de la archiconocida "El prisionero de Zenda", la española "Espérame en el cielo", luego otra, que si no es un "reméigs" de esta de Kaye le falta poco, protagonizada por Paul Newman, cuyo nombre ahora no recuerdo, y la última de éstas que también me suena, aunque cómo verán no muy bien, es una protagonizada por Sigourney Weaver y por uno de los protagonista de "Un pez llamado Wanda", en la que éste suplanta al presidente de los Estados Unidos. Pero la versión que aquí nos ocupa, "El doble del general", está escrita, diseñada, pensada, dirigida, producida, para la mayor gloria de Danny Kaye, y sólo a través de la personalidad de este peculiar cómico puede ser entendida, sólo a quienes les guste su inconfundible estilo, podrán disfrutar con este film... Que tampoco es uno de los mejores protagonizados por este actor.

Tras repasar el párrafo anterior, me queda la duda de si investigar sobre las inconcreciones que en él dejo, y reescribirlo, o dejarlo tal como está y sea el lector, si tiene interés, quien lo haga. Bien, como verán me decidí por la segunda opción, dejando de este modo, una crónica más natural, más; tal como fue saliendo de las grutas, cada día más profundas, de mi memoria... Y por ambas cosas, les pido disculpas.