Haz de tu vida una obra de arte

Indigesta comedia que camina entre el surrealismo y la filosofía barata. El problema de “Haz de tu vida una obra de arte” no es que sea algo puramente amateur, tampoco sus actores (algunos son excelentes), ni aun menos la historia (que resulta medianamente interesante). El problema de esta película es la desgana con la que está rodada, como si el director se limitase a poner la cámara en un trípode dentro de un hotel y ale… el resto que actúes actores de teatro amateur. Esta desgana en cuanto al lenguaje cinematográfico convierte “haz de tu vida una obra de arte” en algo que da la impresión que podría haber rodado cualquiera (que no es así). La película bascula entre la comedia y el melodrama aunque prefiere explotar la parte mas comercial (la comedia). Lástima que una cosa que tenía potencial se quede en nada por culpa de un director que no sabe hacer ni un encuadre mínimamente acorde a la historia. ¿Mi consejo? ¡Salid huyendo!

En ese castillo donde se va a celebrar un curso de superación personal todo se reduce a narrar la atracción que siente cada personaje hacia otros.

El irregular reparto combina los talentos de algún veterano como Luis Hostalot, con debutantes en el largometraje como Valle Hidalgo, a una altura muy inferior, casi paupérrima su actuación. En cualquier caso, ninguno acaba de levantar a unos personajes excesivamente tópicos y caricaturescos (el marido apasionado del fútbol que pasa el día bebiendo cerveza ante el televisor, el novelista fracasado, el yuppie enganchado a las drogas y al sexo, etc.).

Además, los diálogos son poco naturales y recargados, y de hecho abundan las insinuaciones sexuales ridículas, por lo que nada acaba de resultar creíble. Bastante floja. Una comedia, eso sí, realizada con muy pocos medios. Un 3.

La primera sensación que te transmite ver esta película es la de estar en el teatro, y la última, tras ver toda la película es algo semejante, como de haber asistido al gran teatro del mundo reconcentrado en el gran escenario de un castillo sin aparente salida, como el de Kafka. Ya en la primera secuencia hay una auténtica declaración de principios, el primer plano, con un actor y una actriz en escena, sobre un escenario, dura como dos o tres minutos, plano fijo; y la coherencia de la puesta en escena se mantiene durante todo el film, muy bien entonado por el director y sus actores en estado de gracia, del primero a la última, representando arquetipos de un estatus humano en descomposición, ocho personajes confundidos, en crisis, moral, de identidad, de valores en definitiva; nadie sabe lo que necesita realmente, algunos de ellos ni siquiera lo que quieren o desean, y mientras tanto, todos mienten, como en el teatro, y lo que es peor, se mienten. A nivel metafórico, parece como si el autor estuviera analizando el fin de una era, con personajes sometidos inicialmente al Dios dinero, que todo lo rige, a la estupidez, el fanatismo y el desamor, y que, por arte de magia, mediante la conexión humana que propone simbólicamente la película y explícitamente el seminario de superación personal que le da título: haz de tu vida una obra de arte, consigue que los personajes se humanicen, enamoren, confiesen, amen; en definitiva, cambien sin sobresaltos aparentes el rumbo de sus vidas inicialmente fracasadas. El mensaje del film apuesta claramente por eso, por el humanismo, en un discurso original y hasta cierto punto intelectual en el sentido de obligar al espectador a atar muchos cabos siquiera sugeridos, pero una apuesta al fin y al cabo esperanzadora y optimista que te deja con espíritu positivo y buen sabor de boca. Lo mejor puede ser su propuesta original e inteligente, también eso es lo peor, que de tan a contracorriente que está concebida, pocos la verán y pocos le sabrán encontrar ese saborcillo de regusto agridulce al paladar.