Osmosis (Miniserie de TV)

Una serie que pretende alcanzar un alto nivel de desarrollo estético, algo que en realidad queda a años luz de conseguir, cayendo una y otra vez en una sucesión de imágenes que viajan desde lo ridículo a lo estrambótico, sin que consigan reforzar una historia que de por sí es más superficial de lo que intenta parecer.

El truco de revestir de aparente delirio estético el desarrollo de una historia, esconde en la mayoría de las ocasiones un mero intento de atrapar la atención del espectador con impactos visuales carente de significado, mucho más imbricados en el mundo de las pasarelas que en el supuesto propósito de dotar de un revestimiento atrayente a un argumento que no consigue sostenerse por sí mismo.

El resultado es, lamentablemente, un metraje excesivamente largo que deambula a través de un guión lento y pesado, de unas actuaciones forzadas y poco creíbles, y del empeño de querer refugiarse en una estética hortera que cae una y otra vez en el ridículo y en la falta de categoría interpretativa de sus protagonistas. Totalmente olvidable.

Para mi es una serie con altibajos, pero con una buena argumentación y una producción interesante. En base a las interpretaciones, muy mejorables. Sin embargo me ha entretenido y la encuentro interesante. Parecida a "Maniac" pero sin ese aire tan terrorífico. Podría, perfectamente, tratarse de un capitulo mas de Black Mirror.

Interesante pero vacía en muchas partes. Lenta, espesa, pero con una idea cautivadora que promete dejarte con un buen sabor de boca. Previsible en más de una ocasión. Ofrece algún giro de guión inesperado, pero poca cosa más. Le falta emoción, sensibilidad, para resumir, le falta la esencia de la propia serie: Amor. Puntuación: ★★★ (sobre 5)

Asistimos al estreno de otra serie de ciencia de ficción ambientada en un futuro no muy distante que nos hace reflexionar sobre el amor y la moralidad que implican ciertos avances tecnológicos.

El lanzamiento de osmosis obedece a una evolución darwiniana de precedentes como por ejemplo los libros de George Orwell, aplicaciones de citas como Tinder o los capítulos de Black Mirror como Hang the DJ y San Junipero manteniendo el estilo ya exhibido en ‘Sense 8’.

De este modo, inteligencia artificial, nanotecnologia, neurociencia avanzada y realidad virtual adaptada a las relaciones confluyen y encajan a la perfección en la puesta en escena, dejando claro una vez más que el argumento de analizar las relaciones humanas con la novedad tecnológica tiene mucho recorrido.

La trama ahonda en los conflictos internos de los personajes, mientras que el espectador, a medida que ve más capítulos, se prepara para cuestionarse el amor romántico tal y como le conocemos, con sus luces y sus sombras, con un amor que se antoja perfecto pero que resulta no serlo tanto, para llegar a la conclusión de que toda novedad tecnológica que parece interesante puede resultar perturbadora y peligrosa.

No es una idea original, sin embargo, profundizar en el análisis de todas esas preguntas seduce y consigue mantener la intriga hasta el final.

El amor es un sentimiento complejo y arriesgado que exige sacrificios, es evidente que no hay luz sin oscuridad.

No olvidemos que la naturaleza humana es imperfecta y que la vida hay que vivirla.

La verdad es que he tardado menos de una semana en acabar de verla y siento una necesidad inmensa de saber si va a haber otra maravillosa temporada de esta innovadora serie. A decir verdad, es muy fácil de ver ya que no se hace pesada en ningún momento una vez has visto los primeros episodios, que son los que dan paso a la trama. Además, constantemente están sucediendo cosas en la pantalla y por más que te quieres despegar, no puedes.
Los escenarios futuristas y tan bien logrados y los personajes y su buena actuación te envuelven de tal manera que te sientes parte de la serie y empatizas con cada una de las desgracias y con cada unos de los logros que tienen lugar a lo largo de la serie.

Si lugar a duda, recomiendo verla a todos aquellos que busquen tener su momento de desconexión de la vida real y vivir como cada unos de los personajes va evolucionando. He quedado maravillada con esta obra maestra.

¡Enhorabuena Audrey Fouché!