Paul Thomas Anderson (Pozos de ambición) propone una cinta provocadora, hipnótica y profunda que estimula la reflexión y que requiere más de un visionado para madurar y captar sus números detalles.

Un drama de gente a la deriva y a la búsqueda de sí mismos con claras referencias a la organización religiosa de la cienciología. No obstante, Anderson acierta en centrar el foco de atención en sus carismáticos personajes evitando posibles problemas legales. Cuyas interpretaciones resultan extraordinarias en especial la de Phoenix.

El filme que el propio director la define como “una historia de amor entre dos hombres”.Es desde mi punto de vista, una narración de obsesión, de delirio, de conexión entre Joaquin Phoenix & Philip Seymour Hoffman que en su extrema diferencia, se necesitan y se buscan.

En cierta medida el guión adolece de intensidad, de acontecimientos relevantes y un final a la altura. Se olvida de satisfacer al espectador, que en ultima instancia es quien sentencia y decide si la suerte de la película. Secuencias brillantes aisladas como por ejemplo la del calabozo, en la Phoenix destroza a patadas el retrete no son suficientes.

Prueba de ello es que ni siquiera en su exitoso paso por Venecia logro el premio a mejor película.

Esa es, sin duda, la esencia que le falta a la poción de Freddie Quell, que de otro modo resulta imbebible

Acudo a esta cita animado sobre todo por las críticas de los cinéfilos y me encuentro con una nueva decepción.
Amplio despliegue multimillonario y posterior bombardeo publicitario en la última apuesta de Hollywood. Amanece otro blockbuster de quiero y no puedo.
Por un lado, destaca la escenografía y efectos especiales que el abultado presupuesto ha logrado. El minucioso detalle de la familia de simios generada por ordenador y apoyada por el equipo de VFX que recrea los movimientos.
A ello cabe añadir, la interpretación de Andy Serkins (Gollum) como Caesar, que interpreta con solvencia al líder de simios.
Por otro lado, el guión flaquea, es convencional y previsible. Carece de ritmo y acción, la pausa no es opcional ni gratuita, solo la 1r media hora atrapa al espectador y hay demasiadas escenas prescindibles.
El resto de actores? Lo siento no consigo recordar a ninguno, de hecho, ‘King Kong’ ya estableció que podría interpretar y emocionar con mayor facilidad que la mayoría de ellos.
El discurso existencial y ético de Matt Reeves no acaba de asentarse porque no consigue emocionar más allá de la lágrima fácil.
Más aún, han trascurrido 46 años desde que la novela creada por Pierre Boulle vio la luz por primera vez en 1968. Sufro cierta nostalgia, de la imagen final de la Estatua de la Libertad y de la interpretación de Charlton Heston. A mi juicio, no han sido capaces de superarla.
En definitiva, simple cine comercial. A modo de reflexión, el verano es un desierto conocido por todos pero el conformismo tiene límites.

Asistimos al estreno de otra serie de ciencia de ficción ambientada en un futuro no muy distante que nos hace reflexionar sobre el amor y la moralidad que implican ciertos avances tecnológicos.

El lanzamiento de osmosis obedece a una evolución darwiniana de precedentes como por ejemplo los libros de George Orwell, aplicaciones de citas como Tinder o los capítulos de Black Mirror como Hang the DJ y San Junipero manteniendo el estilo ya exhibido en ‘Sense 8’.

De este modo, inteligencia artificial, nanotecnologia, neurociencia avanzada y realidad virtual adaptada a las relaciones confluyen y encajan a la perfección en la puesta en escena, dejando claro una vez más que el argumento de analizar las relaciones humanas con la novedad tecnológica tiene mucho recorrido.

La trama ahonda en los conflictos internos de los personajes, mientras que el espectador, a medida que ve más capítulos, se prepara para cuestionarse el amor romántico tal y como le conocemos, con sus luces y sus sombras, con un amor que se antoja perfecto pero que resulta no serlo tanto, para llegar a la conclusión de que toda novedad tecnológica que parece interesante puede resultar perturbadora y peligrosa.

No es una idea original, sin embargo, profundizar en el análisis de todas esas preguntas seduce y consigue mantener la intriga hasta el final.

El amor es un sentimiento complejo y arriesgado que exige sacrificios, es evidente que no hay luz sin oscuridad.

No olvidemos que la naturaleza humana es imperfecta y que la vida hay que vivirla.