Mamá a la fuerza

La dependienta de unos grandes almacenes recibe una carta de despido. Sin embargo, sus jefes se echarán atrás al creer que se trata de una madre soltera decidida a abandonar a su hijo si no lo puede mantener.
Cuando uno se mete una gominola en la boca, no la muerde, la saborea con fruición intentando sacarle el máximo y delicioso gusto a la fruta edulcorada para quedarnos, finalmente, con la deleitosa sensación durante más tiempo. Lo mismo ocurre con esta magnífica y divertidísima película. Sí, ya sé que la comparación suena un poco cursi, pero no por ello deja de ser acertada. Tan simple como una gominola pero a la vez tan compleja en su amalgama de sabores como nosotros queramos. Porque la gran equivocación sería que considerásemos "Mamá a la fuerza" como una simple comedia americana de los años 30. Sería ésta una gran mentira. "Mamá a la fuerza" es un cuento perfecto, con una historia perfecta, magistralmente dirigida, y con unos personajes contundentes, de ideas firmes, maravillosamente interpretados (Rogers, Niven y Coburn lo bordan).
Por lo tanto, si investigamos a conciencia cada plano, descubriremos los mil y un sabores de esta gominola.

De acuerdo con que la película refleja una moral que hoy no se destila ( dependienta que se encuentra un bebé abandonado y que todo el mundo da por hecho que es su hijo) pero la química entre David Niven y Ginger Rogers funciona, así como los diálogos ágiles con un tufillo de ironía.

Es una pequeña joya hoy injustamente olvidada.

Una agradable y blanca comedia cuya prometedora premisa no se atreven a explotar con la fiereza a la que podría haber dado juego, ( un malentendido hace creer que una mujer soltera está a punto de abandonar a su hijo en un hospicio), se convierte en manos de Garson Kanin, en un agradable film bien arropado por sus principales intérpretes, en una suave y dulce comedia apta para la bienpensante sociedad de su época.
Siempre es un placer ver trabajar a Ginger Rogers. Conocida sobre todo por ser la partenaire de Fred Astaire en sus conocidos musicales, siempre he creído que era una fantástica comediante, nunca lo suficientemente aprovechada ( en la película " Damas del teatro" de Cukor, se merienda con patatas ni más ni menos que a la mismísima Katherine Hepburn).
David Niven en su línea. Hace correctamente su papel de caballero educado y galante destinado a su dama y por supuesto Charles Coburn, ese abuelo secundario que haga el papel que haga, deja la impronta simpática que siempre elevaba a estas comedias.
La pena es que no le sacan el jugo que debieran. Un guion más mordaz o un director más atrevido ( Hawks, Sturges o quizá Lubitsch), hubiera hecho más hincapié en los equívocos que en la sociedad pudiera generar esta situación ( una madre soltera que abandona a su hijo) y aprovecharía para arremeter contra ella, pero en esta ocasión, la singular premisa no es más que una excusa para ofrecer una blanda comedia romántica más.
De todos modos, está hecha con oficio y corrección, resultando simpática y tierna, tal y como deben ser estas comedias. Agradable entretenimiento lleno de buenos sentimientos con algunos toques de humor.

Ginger Rogers y David Niven salvan una comedia bobalicona con visos de otras "esquinas" que aburren a la mitad de la película al espectador.
Kanin trabajó un guión cargado de predicibles escenas sin aportar ni explotar a la reina del baile, Ginger Rogers, dejando el conocido final al mismo principio del film.
Para ver y olvidar.