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Una mujer de cuidado

Comedia Un publicista (Randall) a punto de perder una importante cuenta trata de convencer a una bella mujer (Mansfield) para que promocione sus productos. Comedia basada en una obra de teatro que satiriza la cultura americana de los años cincuenta, su moral y la cultura relacionada con la publicidad, el sexo y la reciente televisión. Aparición de Groucho Marx. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
9 de junio de 2008
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos en esta película en una época muy concreta (finales de los años 50) en plena Guerra Fría y en los últimos coletazos de la "caza de brujas" del senador Mc Carthy que tanto daño injusto causó a la colonia cinematográfica de Hollywood. En esta película, cuyo tema trata precisamente de la publicidad de los famosos (ser famoso por cualquier cosa, los 15 minutos de fama que años después postularía Andy Warhol) y lo despiadados que pueden llegar a ser los medios de comunicación. Tony Randall está más que correcto aunque un pelín poca cosa ante la opulenta Jayne Mansfield; (hay que recalcar que esta actriz ya había interpretado previamente este papel en Broadway, cosechando un gran éxito). La Fox quiso lanzar a la Mansfield como una nueva Marilyn Monroe ya que esta se les había puesto muy díscola solicitando papeles más "serios". Precisamente Mansfield parodia a Monroe en esta "su" película se podría decir la más divertida y correcta de toda su corta filmografía (habida cuenta de las películas infumables que hizo después).
Se podría añadir que el resto del plantel de actores borda la función, y que otorgan al conjunto un acabado que hace muy agradable su visionado. Como notas curiosas, aparición de Mickey Hargitay "Míster Universo" de aquella época y con el que Mansfield acabaría casándose poco después, y un divertido "cameo" del siempre incombustible Groucho Marx. La recomiendo si tienen oportunidad de verla.
Filmadicto
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6 de junio de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy divertida. Jayne Mansfield, muy mona, en un papel que le va como ni pintado. Tony Randall, muy gracioso, porque se encuentra con el éxito en el último momento, y llegado tal éxito, le toca sufrir porque su novia, abrumada porque su chico ha "conquistado" a la reina de la pantalla, comienza con la típica guerra de sexos. Lo primero que hace es lanzarle un macetero.
La película se parece en el argumento a Ella y sus maridos, también muy divertida y comentada también por mí, sólo que ésta vez es él el que encuentra el éxito dinerario abrumador, cuando solamente buscaba conservar su puesto de trabajo, o como mucho un pequeño ascenso; en cambio en Ella y sus maridos, es Shirley MacLaine la que ansía el amor antes que el dinero.
Y los secundarios magníficos, como es habitual en este tipo de películas y en estos actores:
El jefe en la empresa de publicidad donde trabaja Randall es John Williams, -el detective de Crimen perfecto-, que tiene aquí también su siempre magnífico aire británico, distante como es propio de un jefe, pero a la vez muy humano, porque la película tiene moraleja y todo. El jefe es tan sensible como las rosas que cultiva.
El compañero de trabajo de Randall, con unos divertidos calcetines rojos chillón, y la masajista y consejera sentimental de la protagonista, que también buscan su participación en la felicidad que da el amor.
Visualmente también es muy bonita. Y rápida, como todas las grandes comedias clásicas norteamericanas.
El erotismo eso sí totalmente light. Pero ¿acaso no es más divertido que nos insinúen algo las mujeres en la pantalla, a que nos lo muestren?.
Y como diría el sabio, simpático y agradabilísimo Javier Marías en el programa de Cine en Blanco y Negro de José Luis Garcí en Telemadrid, la película dura los exactos 89 minutos que suelen durar las obras maestras. También hay alguna obra maestra de 4 horas según Marías. Estoy de acuerdo con él es en el que las de 2-3 horas suelen ser bastante peores.
Y no cuento nada más, -la mejor escena va en el spoiler-, porque es la típica película que hay que ver.
Nota 9 de 10.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Piano y yo
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25 de enero de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Una mujer de cuidado” es una película de Frank Thaslin, una comedia clásica que ha sobrevivido con lozanía al paso de los tiempos. Entre sus protagonistas tenemos por un lado al gran Tony Randall, un importante comediante estadounidense que apenas tuvo transcendencia en el mundo del cine pero sí en Broadway y la televisión de su país. Acompañándolo en sus andanzas nos encontramos con la exuberante Jayne Mansfield, todo un sex symbol de evidentes atributos físicos que falleció de forma prematura en 1967 de accidente de coche junto a su último amante, en cierto modo fue una caricatura de Marilyn Monroe, ya que parodiaba su estilo, aunque su carrera fue demasiado breve para llegarle mínimamente a su altura. A destacar también el cameo sorpresa de Groucho Marx al final de la película, en aquella época la carrera cinematográfica del más prolífico de los hermanos Marx ya se había acabado y sus intentos en solitario no habían tenido éxito, sin embargo en la televisión volvió a triunfar reverdeciendo laureles aunque con programas muy distintos a sus célebres películas.

La película es una de las obras más reputadas de un cineasta bastante desconocido por el gran público; un realizador procedente del medio animado que, cuando pasó a ser guionista y después realizador de filmes de acción real se especializó en la comedia y en explotar la vis cómica de nombres propios del género como Dean Martin, Jerry Lewis o la citada Jayne Mansfield. Pero para hablar de esta “Una mujer de cuidado” debemos sacar a colación otro nombre ilustre, en este caso el de George Axelrod, comediógrafo y guionista de gran ingenio y gusto por la mordacidad, responsable de libretos como el de “Breakfast at Tiffany’s”, “Bus Stop” o, fuera de los márgenes de la comedia, “The Manchurian Candidate”. La película de Tashlin se basa en una comedia de Axelrod que había obtenido gran éxito en Broadway y que proponía un acerado discurso contra el mundillo de la publicidad y los famosos, y la mella que ese mercado de futilidades deja en la sociedad; Tashlin, amén de coproducirla y dirigirla, firmó la adaptación cinematográfica, respetando la esencia mordaz del relato pero llevándola a su personal territorio genérico y cinematográfico.

Una estupenda comedia que apenas ha envejecido y que se caracteriza especialmente por una gran mordacidad en sus diálogos y por el desparpajo y cinismo que rodea a todo el entramado. Un implacable retrato de un tiempo, un lugar y unos valores.
Juan Marey
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