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Días sin vida

Drama. Romance Una ex corista inglesa, transformada en brillante columnista de Hollywood, se convierte en el principal apoyo e inspiración de F. Scott Fitzgerald. El escritor se encuentra en el ocaso de su carrera y, además, su situación económica es muy precaria debido a los gastos que generan la estancia de su mujer en un hospital psiquiátrico y el internado de su hija. Para hacer frente a sus deudas, acepta un trabajo como guionista mientras trata ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
11 de febrero de 2007
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antepenúltimo film realizado por Henry King, basado en el libro de memorias "Beloved Infidel" (1957), de Sheilah Graham, escrito por ésta y Gerold Frank. Se rodó en cinemascope en los Fox Studios. Producido por Jerry Wald, se estrenó en EEUU en 1959.

La acción tiene lugar en Southampton (RU), NY, Hollywood, Tijuana (Méjico), Chicago y Malibú (LA), entre 1936 y 1940. Sheilah Graham, de soltera Lily Sheil, nacida en Inglaterra, se crió en un orfanato y trabajó como corista. Casada con John Graham Gillam, obtuvo el divorcio en 1937, cuando ya vivía en EEUU. Unida sentimentalmente al novelista Francis Scott Fitzgerald (1896-1940), fue su pareja en los 3 últimos años de vida del escritor. Éste estaba casado con Zelda Sayre, esquizofrénica, recluida en un centro psiquiátrico. Eran padres de una hija, Frances, nacida en 1921, que estudiaba en un internado.

La película focaliza la atención en los años de relación de pareja de Scott y Sheilah y trasmite el punto de vista de ésta, recogido en el libro de memorias que sirve de base al film. Se explica una historia de amor agridulce, con momentos de alegría y situaciones de frustración derivados de la adicción de Scott al alcohol y de frecuentes episodios de riñas, maltrato y violenica doméstica, de los que Sheila era víctima. La tensión dramática se apoya, también, en el proceso de degradación física y decadencia profesional del novelista, afectado por su fracaso como guionista de cine, su apurada situación económica (gastos de residencia de Zelda en el centro psiquiátrico y de estudios de Frances), el deterioro prematuro de su salud y el rechazo por los editores de los primeros capítulos de la novela "El último magnate", que dejó inacabada. El amor de la pareja se ve ensombrecido por el afecto y ternura que Scott siente por su esposa enferma, de la que nunca dejó de estar enamorado, pese al silencio de la película sobre este tema. La figura de Sheilah corresponde al de una mujer luchadora e independiente, que trabaja como columnista acreditada de prensa. El film muestra algunos detalles curiosos: un modelo atrevido de traje de baño de los últimos años 30, un avión comercial con asientos y camarotes, visitas domiciliarias de los médicos de cabecera e imágenes del primer trasatlántico "Queen Mary".

La música, de Franz Waxman, recogida en 14 temas, combina composiciones románticas, idílicas y dramáticas, siempre vibrantes, apasionadas y emotivas. Destaca el tema principal "Beloved Infidel" y "Blue Moon", "Tijuana", "Malibú" y otros. La fotografía, de Leo Shamroy ("Cleopatra", 1963), muestra preferencia por los espacios amplios y abiertos y hace uso de una paleta de colores suaves, con los que alterna sinfonías de azules y sinfonías de dorados/ocres/crema y grises, contrastados con manchas oscuras que articulan y dan consistencia a la composición. El vesturio de Kerr es variado, colorista, sobrio y elegante. El guión se fundamenta en unos excelentes y brillantes diálogos a dos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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11 de septiembre de 2008
24 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia parecida a otras: autor de éxito fracasado y alcoholizado escribiendo guiones cutres para sobrevivir conoce a chica lista, ambiciosa, en ciernes de convetirse en la gran columnista del cacareo de Hollywood y lo más seductor: dispuesta dejarse enseñar.
A mí me cabe la gran duda de si se enamoran realmente. ¿Se enamoran? ¿Se autodestruyen? Se utilizan: él para recuperar la pasión por escribir; ella para escalar posiciones en el mundillo.

La pareja no funciona. No hay química.
Deborah persiste en su gélida actitud y pose, cuando por su papel debería rasgarse las vestiduras y echarle desfachatez y pasión al asunto.
Él no está para nada convincente; vamos, que la Deborah no le pone.
Las escenas de esa mujer en la playa son qué curioso, siempre las más sugerentes; también las únicas.
Luego se dedica a poner cara de bobalicona, como si soñara despierta todo el santo día.
Es una buena escena, bien lograda, la de la pelea. Creo que ahí debiera terminar la historia que entre estos dos no cuaja en ningún fotograma.
Un momento tenso... el ataque de ansiedad. Algo que hace presagiar el final, aunque vaya!, parece que todo se intuyera desde el principio.
Peck no luce sus encantos, insisto, porque la Kerr no desata su líbido y viceversa. Está encorvada, demasiado bien peinada a base de insulsos moños. Tanto que parece, se asemeja más a la Primera Dama, esposa del presidente que a una Escarlata dispuesta a comerse el mundo.
En el cine de la época en Hollywood, las rubias son angelicales y ñoñas. Las morenas son fieras.
Es la desventaja de Deborah.
Ni siquiera los diálogos son consistentes (más tratándose de un novelista y una periodista).
Muy floja. Una pelicula, creo, para hacer bulto en la dilatada y formidable carrera de ambos actores. Fin.
Valkiria
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28 de marzo de 2007
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para un admirador de Scott Fitzgerald, para mí el mejor escritor que ha existido, esta película es una delicia, conocer por dentro ese personaje, ese mundo interior, sus traumas y complejos, su grandeza y personalidad.

La película es un dramón de los clásicos, nada más, y nada menos. Podría haber sido mejor pero no me quejo. Va de menos a más para convertirse en una pequeña joya. Grandísimo Gregory Peck y gran Deborah Kerr, que sostienen unos personajes tremendamente complejos.

Visto su final, aún cobra más importancia esa magnífica novel inacabada que es El último magnate, que se convierte en una especie de memorias de toda su trayectoria. Qué grande fuiste Scottie.
jesus (of suburbia)
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3 de enero de 2017
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La decadencia de uno de los escritores más controvertidos y famosos de la literatura norteamericana. Henry King fue uno de los grandes pioneros del cine americano, a lo largo de su dilatada carrera filmó un puñado de títulos interesantes si repasamos su filmografía, entre lo mejor está “Días sin vida”, un majestuoso y elegante melodrama romántico en clave de biografía aproximada del aclamado literato, pese a su corta obra, Francis Scott Fitzgerald (El gran Gastby), encarnado en la pantalla por un estupendo Gregory Peck. Se trata de un compendio de la mejor de este cineasta poco conocido y menos valorado, que se desenvolvía con extraordinaria habilidad y brillantez cuando trataba temas en los que se sentía implicado personalmente. ¡Y qué mejor tema para King, uno de los directores más intelectuales del Hollywood clásico, que los días de ocaso de un escritor al que se sentía muy próximo!

El film aborda las turbulentas relaciones familiares y su encuentro sentimental en la parte final de su vida con la columnista Sheilah Graham (una atractiva y sensual Deborah Kerr), cuando el escritor atraviesa uno de sus largos periodos sin escribir novelas e intenta escribir guiones para el cine con sonoros fracasos. Por otro lado conoceremos su adicción al alcohol y sus problemas de corazón, mientras mantiene una tempestuosa relación con la arribista Sheilah que busca el éxito criticando la vida del mundo espectáculo. Entre broncas y reconciliaciones asistimos a la plasmación de la que sería su última novela “El último magnate”, inspirada en el magnate Irving Thalberg que llevaría después al cine Elia Kazan en 1976.

Henry King cuenta todo ello desde la serenidad de su pulso narrativo firme y conciso, sin elevar nunca el tono, incluso cuando los momentos de tensión lo hacen previsible. Demostrando que, entre los cineastas de su generación no tenía rival en el uso del Cinemascope, en el movimiento de los actores dentro del encuadre y, lo mejor del film, en hacer progresar el relato a base de pequeñas elipsis (a veces dentro de una misma secuencia), sólo para mostrar el paso del tiempo y su efecto sobre una relación personal. La película tiene unas localizaciones extraordinarias de Los Ángeles y las playas californianas y de ello se beneficia la preciosa fotografía cromática del gran operador Leon Shamroy (El rey y yo). Una excelente y lujosa recreación del ambiente de finales de los años treinta.

Se trata de un film intimista y delicado, de una textura clásica y evocadora, también algo deprimente como corresponde a su historia y los personajes, pero por supuesto , se percibe cuando la meca del cine estaba en todo su esplendor y que se apoya de principio a fin en los detalles de la puesta en escena. Es, por lo tanto, un film que hoy puede tener dificultades de apreciación porque todo lo mejor que ofrece corre el riesgo de no ser valorado: su discurso, que lo tiene, se ofrece a través de los gestos de los actores (dos monstruos sagrados de la pantalla), de movimientos de cámara, de utilización del decorado. En unos “Días de vino y rosas” de Scott Fitzgerald, el cineasta realiza una excelente obra, que reivindico para el buen cinéfilo, mostrando la diferencia en la relación amorosa de dos personas antagónicas en la forma de entender la vida.
Antonio Morales
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19 de junio de 2023
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Película de gran formato, de un grande de las películas románticas con Gregory Peck, y Deborah Kerr, dos grandes estrellas de celuloide, que se compenetras perfectamente.
Se narra el romance de Sheilah Graham y Scott Fitzgerald. Una historia real al servicio, ahora, de una gran historia de amor. Me gusta mucho Kerr, es una gran actriz, muy visual, tremendamente atractiva y muy femenina.
Me ha gustado mucho, muchísimo. Una gran película.
ÁAD
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