Terror en el tren de medianoche

En este trabajo de Manuel Iglesias se inscribe dentro de lo que se podría llamar, películas alimenticias donde sus protagonistas en algunos casos se veían forzados a ellas para poder comer.
Pertenece a un cine que se ha transformado, ahora sus planteamientos son otros, pero no ha desaparecido. Grandes actores y actrices se meten en estos proyectos para continuar viviendo del noble arte de actuar, aunque en muchos casos ese mismo arte agote sus registros.
Me gustó TERROR EN EL TREN DE MEDIANOCHE. Resulta un despropósito tan grande que debe ser homenajeada con una crítica que resalte su ausencia de valores. Maravillosa para cerrar los ojos una tarde de sábado y despertarte cuando ha terminado.

Un M. Iglesias poco inspirado escribe y dirige un largometraje endeble, poco convincente, de lentitud manifiesta y con cierta tendencia a la ensoñación.
En general la historia interesa poco y ni siquiera sus escarceos en el ámbito del destape producen en el espectador un asomo de curiosidad.
Los diálogos carecen de enjundia, la trama está deslavazada, los incidentes parecen inconexos y la elaboración del guión da la impresión de cuidado escaso, de poca sinceridad y de falta de quehacer cinematográfico.

A veces los trenes conducen a destinos inseguros y, por desgracia, nos encontramos en una de esas estaciones.

Una prueba de que con un presupuesto ajustado, una buena idea y un ambiente currado, se puede lograr una película realmente terrorífica, incluso siendo española.

Lástima de actores reguleros y de que la parte final no esté lo suficientemente currada, pero la película está realmente bien, el ambiente da mal rollo en todo momento y tiene muy buenas escenas. Digna de verse.