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New World

Thriller Tras la muerte del jefe del sindicato del crimen más poderoso del país, se desencadena una despiadada guerra por su sucesor, donde los asesinatos y las venganzas sacan a relucir un mundo violento y descarnado. En medio de todo ello se encuentra un joven detective de policía infiltrado en la organización, que tendrá que usar su instinto para sobrevivir al caos que se ha impuesto. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
23 de octubre de 2013
36 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Park Hoon-jung declaró en la presentación de la película en el Festival Internacional de Sitges, que esta era una mezcla de Infernal Affairs (Lau Wai Keung y Alan Mak, 2002) y The Godfather (Francis Ford Coppola). Y no le falta razón. Sobre todo en la comparación y poderosa influencia de la historia de mafiosos italoamericanos escrita por Mario Puzo. Porque New World es The Godfather, al menos en un 60%. Ambas nos cuentan de manera apasionante y sosegada el nacimiento de un mafioso partiendo de la base de un hombre correcto, serio y recto. Ambas películas demuestran como cualquier persona con valores y cuyo camino en la vida parece ser el del bien, se puede torcer hasta llegar a convertirse en el líder de los hombres descarriados. En New World las muertes, los asesinatos, las venganzas y las ratas son el pan nuestro de cada día. Es un mundo violento y descarnado donde cualquier minuto puede ser el último y donde encontramos un nuevo sentido al todos contra todos tan típico de los films de gangsters. Pero aquí, en lugar de luchar abiertamente por el poder, mafiosos y policías lo hacen con otro objetivo en mente. Los mafiosos tratan de elegir correctamente su bando, posicionarse del lado del nuevo rey en las tinieblas y manejarlo como una marioneta para que ejerza de escudo ante las consecuencias de sus acciones. No se trata tanto de ser el jefe, como de manipularlo, igual que ocurría en The Sopranos con Corrado y Tony. En el bando policial, la estrategia no es eliminar a traficantes y demás escoria, ya que otros ocuparán su lugar y eso daría pie a abrir nuevas investigaciones. El propósito es el mismo, controlarlos y saber tratarlos para que limiten su campo de acción todo lo posible para que, de esta forma, el trabajo de perro de presa sea relativamente más cómodo. En ambos bandos la finalidad es no acabar en un barril en el fondo del mar, algo parecido a lo que sucede en muchas ciudades de México con los cárteles. Es por ello que apenas hay escenas que traten temas familiares fuera de la trama policial-mafiosa. No hay tiempo para la familia, este mundo lo absorbe todo, si es que tu objetivo es sobrevivir. El nuevo retrato de los infiltrados en bandas fuera de la ley es despiadado y sin reservas, dando a entender que la propia policía es la que obliga a deshumanizar a sus hombres para poder desempeñar esta labor con éxito. La soledad, la incomprensión y la desesperanza son los únicos compañeros de estos infiltrados que firman su sentencia de muerte al aceptar dicha misión. Porque cuando un policía no puede ejercer como tal, ¿Entonces qué es? ¿En qué se convierte? Son hombres sin identidad, sin pasado, con un presente negro y un futuro más que incierto, en el que las posibilidades de acabar rendido al enemigo son más altas que la de lograr la meta inicial. Se suele decir que cada persona tiene dos caras o más, que usamos distintas versiones de nosotros mismos en el trabajo, en nuestra vida familiar, a solas, etc. La existencia de estos infiltrados no es más que la demostración suprema de que el ser humano es como un reptil que se adapta a los distintos terrenos que pisa. O se adapta, o muere. Y lo vemos en nuestro día a día en cada maldita esquina.

Estamos ante una de esas películas orientales que cuentan con un remake americano a los dos años, protagonizados por grandes estrellas y desorbitados presupuestos. En este caso puede que no haga falta, porque ya se hizo hace cuarenta años con The Godfather. Park Hoon-jung traza constantes similitudes con la saga de Coppola y lo hace, sobre todo, tomando como base a dos de sus personajes principales:Fredo y Michael. New World apuesta por la confrontación familiar entre hermanos delincuentes, cada uno seducido (al menos en apariencia) por ramas diferentes del poder. Obviamente, al personaje inspirado en Fredo le atrae su lado glamouroso, golfo y estrafalario. Mientras que nuestro Michael coreano se siente más cómodo perpetrando un perfil bajo, de hombre de negocios que pase desapercibido. Una de las grandes diferencias entre ambas cintas es que New World cuenta con resoluciones dramáticas para situaciones familiares y sentimentales que serían impensables en Hollywood (cierta escena acontecida en un barril...). No por ello New World es mejor, evidentemente (The Godfather es una de las tres mejores películas de la historia del cine, sino la mejor), pero manifiesta, una vez más, las libertades que el cine oriental se permite a la hora de retratar el mundo del crimen. No escatima en crudeza, violencia o sangre. Es obvio que sus producciones están destinadas a un público mayoritariamente local, fan de las tendencias que su propia industria les proporciona, y desde luego no son esclavos del mercado internacional. Por lo que disfrutan de una gran autonomía. El film escupe violencia, pero violencia bien filmada y ejecutada. Es dura y compacta, rodada con nervio, alma y vigor. La escena del ascensor será recordada en los siguientes años, y homenajeada hasta el hartazgo (habrá que estar atentos a Tarantino...). Simplemente apabullante. De hecho, no es nada sorpresivo que una de las mejores escenas del film se desarrolle en un interior extremo, pues New World hace de ello una característica propia. Hay poco material en exteriores, producto de la necesidad de crear un mundo interno, atrapado en cuatro paredes, sin posibilidad de escape, llegando a ser un relato realmente hermético y opresivo.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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14 de noviembre de 2013
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me hizo volver a creer en el cine. Como, la suma de elementos puede obtener grandes resultados artísticos con tanto detalle, personajes encarnados a la perfección, fotografía excelente, una obra de arte , acompañada por una música y días de lluvia que te envuelven en la vivencia de estos personajes, sumados por la traición y la muerte. Una trama ya vista pero que le añade personajes interesantes sumergidos en la mentira y la lucha por el poder.
La mafia y los negocios, una película que te gustara de principio a fin. Gracias Cine Coreano.
Renzo Marchetti
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27 de enero de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la interesante yakuza Nameless Gangster, Choi Min-sik, el protagonista de la única y original OldBoy, retoma el protagonismo en este thriller mafioso que confirma a Corea del Sur como una de las industrias más potentes e innovadoras del mundo en el desarrollo de sus géneros, especialmente en el mencionado. Como ya ocurriera anteriormente con títulos como Cold Eyes o A Company Man, entre otras, existe en este cine un férreo compromiso dual entre la ética y la estética de trabajo.

El fondo y la forma trabajan mutuamente para ofrecer un relato criminal en clave noir donde el poder plástico de su estética no desatiende la rudeza de su narrativa. De una forma natural, sin artificios, New World avanza imparable con un tono, un ritmo y un tempo descaradamente dinámicos, añadiendo frescura y trascendencia al cine de acción al uso y dejando en paños menores a muchas grandes producciones americanas de gran taquilla. Filmada con una espectacularidad hiperbólica, de cómic, que revaloriza las películas de yakuza & triada japonesas más recientes y anodinas.
Weis
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11 de junio de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los albores del cine es recurrente la realización de películas que versan sobre el mundo del crimen organizado, hampa o mafia. Además de la estética de la violencia, estos films nos permiten adentrarnos en formaciones sociales cerradas, con códigos y liturgias propias, que operan al margen de la ley, y en muchas ocasiones consiguen que empaticemos, o al menos comprendamos, a personajes temibles y odiosos (asesinos, extorsionadores, proxenetas, productores de droga, etc.) que en la vida real tienen toda nuestra repulsa. Tal vez por ello suelen ser tan interesantes estas temáticas, al margen de la calidad cinematográfica de la producción.

New World, cuyo título original es Sin-se-gae, es una producción surcoreana del año 2013 cuyo guión y dirección corren a cargo de Park Hoon-jung (nombre que algunos recordarán por ser el responsable de los guiones de dos turbadores e impactantes thrillers de psicópatas como I Saw The Devil y The Unjust), que nos sumerge de lleno en las luchas de poder de la mafia de Corea del Sur.

La historia arranca con la muerte del jefe de la organización criminal más importante del mencionado país asiático, lo que desencadena una guerra sucia, soterrada y despiadada entre los candidatos a ocupar su puesto (nada hace aflorar más la vileza humana que el ansia de poder). En medio de esta pugna, un detective infiltrado en la mafia desde hace años deberá agudizar su ingenio para sobrevivir a la lucha cruel iniciada y seguir, al mismo tiempo, las instrucciones de sus superiores que ven una oportunidad, en medio del caos desatado, para asestar un duro golpe al hampa surcoreana. Puede decirse que esta cinta es un cóctel preparado con bastante de la irregular cinta de Johnnie To, Election, una dosis generosa de la portentosa Infernal Affairs de Lau Wai Keung y Alan Mak y un poco de la obra maestra de Francis Ford Coppola, El Padrino.

New World, que desde el punto de vista técnico y visual es impecable, la fotografía y planificación de las escenas son excelentes, se decanta por la partida de ajedrez que supone el cambio de jefe en el organigrama mafioso, con todas las artimañas maquiavélicas y tribulaciones que ello conlleva, que por la acción desmedida o los tiroteos sin más. Esto último no implica que la cinta no albergue violencia, existen brotes puntuales de la misma, muy del estilo coreano, que hará las delicias de más de uno (alucinante, bestial y sangrienta la pelea en el garaje y ascensor), pero esencialmente la película se decanta por las relaciones de los personajes y los giros de las circunstancias, que los conducen a situaciones límite para las cuales no están preparados. Además, por todo el metraje galopa la ambigüedad moral, donde no hay buenos ni malos, tanto mafiosos como policías actúan buscando su máximo beneficio, y donde se observa cómo se cumple la máxima nietzscheana: Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.

Si bien el relato mantiene la intriga y el interés en todo momento, pese a verse venir el desenlace con algo de antelación, su mirada minuciosa y en ocasiones detallista al mundo mafioso, que se manifiesta en un metraje de 134 minutos, puede resultarle a alguno un tanto excesivo, sobre todo, si no es amante de estos temas. Tampoco ayudan algunos brotes de humor absurdo e irreverente que tanto abunda (y deben gustar) en el cine de esas latitudes, que en mi opinión no benefician a este relato; así como un epílogo innecesario y que lo único que consigue es plantear cierta hipótesis de ambigüedad moral que puede dejar bastante desconcertado a más de uno.

En definitiva, New World, es una película notable, disfrutable y verdaderamente recomendable, de puesta en escena simple pero muy efectiva, visualmente atractiva, con una utilización estupenda de la banda sonora que enfatiza perfectamente cada situación y unos emergentes fogonazos de violencia y brutalidad sobrecogedora, que fascinará a los amantes del cine criminal y las disputas palaciegas, y no molestará a quienes no gusten de estos paltos, pero desgraciadamente no alcanza la grandeza que apunta por momentos la historia debido a detalles que van minándola. A pesar de todo, Corea del Sur ya tiene a su Padrino.
Vagabundoespiritual
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17 de junio de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No saquemos conclusiones precipitadas, que esto no es lo que parece, muy bien podría ser el lema de la película surcoreana New World (2013), de Park Hoon-jung, básicamente una película de gansters con una investigación policial ad hoc, en la que todos, policías y mafiosos, tienen motivos para ser buenos, y en la que todos, policías y mafiosos, tienen motivos para ser malos. Son tan sólo las sucesivas vicisitudes de la narración la que les sitúa a un lado o a otro de la moralidad. Tan sólo eso sería bastante para situar este filme fuera de las simplificaciones de un género, así como el de espías, que hace mucho que considero como una metáfora de la realidad humana y de la relatividad en la que discurre nuestro cotidiano devenir.

La verdad, la verdadera verdad, valga la redundancia, que no lo es tanto, por otro lado, de las situaciones, de las percepciones, de las impresiones e incluso de las conclusiones más sesudas se tiñe con un vaho de relatividad cuando las examinamos con un telescopio lo suficientemente potente. Ya lo decía Descartes: no podemos estar seguros de que un geniecillo maligno se empecine una y otra vez en confundirnos hasta para resolver las cuestiones aritméticas más elementales. Es poco probable, pero no tenemos la certeza absoluta de que las cosas no sean así, porque improbable no significa imposible.

En eso creo que radica, como decía, la dimensión con ribetes trascendentales, con ribetes ontológicos, con ribetes metafísicos de los dos géneros cinematográficos, también narrativos, arriba aludidos. En El golpe (1973), de George Roy Hill, los acontecimientos se desarrollan exactamente así: nada es lo que parece y diferentes personajes viven diferentes realidades con arreglo a la porción de verdad que conozcan. No voy a extenderme más en esta película. Tampoco voy a enumerar una relación de películas de espías, puesto que habría que enumerarlas todas, dado que una constante de estos largometrajes son los agentes dobles, o triples, como en Agente triple (2004), la penúltima película de Érich Rhomer, basada además en hechos reales, donde una especie de hado perverso, ajeno a su voluntad, sitúa al protagonista al servicio de tres potencias, en uno de los momentos más indefinidos de la Historia de Europa: 1936, con la guerra española recién iniciada, la Segunda Guerra Mundial en el horizonte y los refugiados del imperio zarista en París.

Rodada con gran profusión de escenas sangrientas con agresiones basadas en cuchillos o bates de béisbol, por lo que el espectador puede llegar a sentirse incómodo en ocasiones, New World es mucho más que una película de la sangre por la sangre, porque alcanza su verdadera dimensión en el laberinto propio del juego de lealtades y traiciones. Policías que engañan a policías, mafiosos que engañan a mafiosos, policías que infiltran policías en los diferentes niveles de la jerarquía mafiosa, mafiosos que ayudan a policías, incluso por razones personales de afecto, asesinos que cambian de bando, policías que obligan a una mujer embarazada a espiar a su marido, que es un topo dentro de la red mafiosa, porque el padre de dicha mujer embarazada fue un drogadicto, mafiosos en los niveles tibios del organigrama que cambian de bando en función de quién se presuma que va a ser el nuevo capo, etc. Desquiciamiento de identidades, en definitiva, que no me parece demasiado distante de la naturaleza humana en estado puro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fco Javier Rodríguez Barranco
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