Detective

A pesar de que, por lo general, el cine de Godard me gusta, siempre he entendido a los espectadores que no soportan sus películas. Esto es así porque es fácil detectar las deficiencias tanto técnicas como artísticas que poseen muchos de los trabajos del cineasta francés. Y, obviamente, la gente suele quedarse más con lo negativo que con lo positivo. Yo también veo esas faltas, pero igualmente observo grandes virtudes que pongo en valor. Me refiero a nuevas ideas, planos, técnicas novedosas, secuencias travelling, escenas icónicas y otros muchos elementos que están presentes en la nouvelle vague, en ocasiones en calidad de recurso pionero y que posteriormente otras películas –europeas y, sobre todo, estadounidenses– han ido utilizando y perfeccionando. Y esa es una de las razones por las que el cine de Godard hay que valorarlo, que no necesariamente disfrutarlo. En mi caso, sí que he disfrutado con varias de sus películas, pero lamento decir que no puedo decir lo mismo de Detective (1985).

Encuentro en Detective a un Godard gastado y que intenta utilizar la misma fórmula que lo convirtieron en mito en los años sesenta. Pero el problema es que estamos en 1985 y lo que funcionaba entonces, ahora, dos décadas después, queda desfasado. Por ejemplo, un tiroteo en Banda aparte (1964) resultaba simpático, pero en Detective, filmado y montado de forma similar, es ridículo. Del mismo modo que muchos recursos habituales de Godard no le funcionan en esta película como, por ejemplo, las citas literarias. En prácticamente todas las películas de Godard podemos observar a un personaje leyendo novelas o ensayos y citando al espectador algunas líneas del libro. A muchas se les sacaba algún contenido interesante, pero en Detective no recuerdo haber reflexionado sobre ninguna.

A todo eso hay que sumarle lo más importante: historia y personajes. Pues ni lo uno ni lo otro funcionan bien. La película empieza y el espectador va intuyendo poco a poco por dónde van los tiros de la trama, porque en realidad el tema principal no es la “investigación” detectivesca, sino un triángulo amoroso entre los personajes de Nathalie Baye, Claude Brasseur y Johnny Hallyday, y que ni siquiera tiene mucho interés. Quizá sea porque no hay ni un personaje del que queramos saber más debido a que los protagonistas resultan planos. Y es que se echa en falta ese carisma que sí conseguían Jean-Paul Belmondo y su cigarrillo en la boca o Anna Karina y su mirada penetrante que iba directamente al corazón del espectador. Sí, está Jean-Pierre Léaud y en alguna ocasión tiene su gracia, pero no he entendido su personaje, no tiene sentido mucho de lo que hace. Así que lo que nos queda es centrarnos en lo más destacable de la cinta: la selección musical que incluye clásicos como Chopin o Schubert, la fotografía y la presencia de una joven y bella Emmanuelle Seigner. Y así van pasando los minutos hasta que termina la película y vemos que Godard dedica la película, entre otros cineastas, a Clint Eastwood. Y es entonces cuando uno se acuerda de Harry Callahan y procede a verse de nuevo Harry el sucio (1971).

Puede que la culpa de que Godard se me esté empezando a atragantar es haber visto sus dos mejores películas (Al final de la escapada y Pierrot el Loco) las dos primeras, creo que si se puede soportar Alphaville por su peculiaridad y su ''cierta profundidad'' aunque sea un muermo y merezca ser vista tres días distintos, o incluso Nombre: Carmen o El Desprecio (por la Bardot aunque sea); pero en Detective Godard se muestra demasiado Godard (unos cambios de escena y unos comportamientos en los personajes que sólo él, y lo dudo, pueden llegar a entender), una trama bastante difícil de seguir y que no te mete en ningún momento en la película, unos personajes muy complicados comprender y tan sólo un par de frases que merece la pena rescatar, en resumen, un muermo a secas, posiblemente lo único que vale la pena es las tetas de las actrices y una jovencísima Julie Delpy tocando el clarinete. Si alguien ha visto algo que destacar de esta película, por favor, que me conteste.

Godard quería sorprender, hacer un cine distinto (aunque copia mucho de americanos y de Rossellini), y a la vez él era muy excéntrico. Además se atrevía a rodar cualquier cosa como este noir en color con un guión tan descabellado y tan difícil de seguir que a la media hora pierdes el interés.
Algunas escenas de acción, por decir algo, quedan hasta ridículas, cosa que le pasa en otras películas. Cuando los actores sacan una pistola se ve que ni ellos mismos se lo creen.
Otra cosa que me irrita de Godard, aquí también, es que como banda sonora utiliza una espléndida música clásica, pero solo tres compases o cuatro, enseguida interrumpidos. En esta, al menos, deja que suene más un estudio de Chopin.
Con un guión no creíbles, actrices y actores no se lucen nada.
Y luego esos saltos de planos que llamaban la atención en la primera nouvelle vague, pero que en los ochenta quedan viejos.
Desde los ochenta hasta el final Godard hace cosas interesantes de cine experimental y y en documentales pero de largometrajes dramáticos o comedias nada.
Pero, claro, es un mito y hay que rendirle culto.

Como el guión estuvo escrito por tantos guionistas, Jean-Luc Godard, Anne-Marie Miéville, Alain Sarde, Philippe Setbon, pues se hicieron un pequeño lio y entremezclan demasiado lel tema que ya de entrada son dos historias. Por una parte el detective que es despedido y por otra, Jim Fox Warner que le interpreta Johnny Hallyday, espera que su púgil gane un combate de boxeo para pagar deudas a la mafia. Entre toma y toma nos enseñan las tetas, Nathalie Baye y Aurelle Doazan.