El planeta de los simios

Y para cerrar las jornadas simias de este atípico verano del 2011, voy a terminar con una que ya me pareció una bazofia cuando la vi en el cine, opinión que he vuelto a confirmar hace unos instantes. Al margen de la atractiva escenografía e impresionantes caracterizaciones, elementos en los que nunca defrauda el bueno de Tim, lo demás es un cúmulo de despropósitos, desde la construcción de personajes a la elección del protagonista. Comparar a Taylor con Davidson suena a chiste; tanto como comparar a Heston con Wahlberg.

Burton parece tomarse la cosa a coña, exagerando los movimientos simiescos, los gruñidos y las salidas de tono tan habituales en casi todas sus películas. Lo que en la versión original era una amarga reflexión sobre la raza humana, aquí se convierte en una especie de opereta poblada por gorilas, chimpancés, orangutanes y humanos a cual más ridículo. Aunque nada tan sonrojante como el imposible final. Parece que Burton, además de seguir ignorando cómo se cuenta una historia, no se enteró de nada cuando vio la de Schaffner, porque supongo que la habrá visto, ¿no? En su descargo habrá que decir que, al menos, por una vez consigue que su chica, Helenita, salga realmente mona. Una pena.

Me cuesta entender porqué tanta mala crítica a esta película. Si la analizas la película uno no tarda en darse cuenta que nada tiene que ver con su homólogo original, lo cual desde mi punto de vista es ya un acierto ¿a quién le apetece repetir lo que ya que ya está perfecto? Por otra parte el guión está más cerca de la novela de Pierre Boulle de lo que estaba la obra maestra de Schaffner, lo cual es un tanto significativo aunque no determinante en ningún aspecto, ni para mejor ni para peor, simplemente diferente. La clave o una de ellas pudiera estar en las pretensiones que algunos esperaban de Tim Burton, yo me pregunto ¿porqué Burton no puede cambiar alguna vez? Parece ser que si Clint Eastwood se convierte en otro es algo cojonudo, si lo hace Burton parece una herejía ¿porqué? No es que esta nueva versión sea una película de referencia en la filmografía de su director, pero sí que reconozco en ella algunos aspectos que han gustado. El tratamiento de los simios como “animales” de poderosa fuerza, la excelente banda sonora de Danny Elfman, la dirección artística, los efectos visuales y lo directa que resulta en su propuesta con buenas dosis de acción, para cuando menos no aburrirse. No entro en comparaciones con la versión de Schaffner porque es prácticamente imposible superar aquella, además Burton se ha distanciado deliberadamente para dar otra perspectiva diferente, lo justo para que sea imposible reconocer esta con aquella. Insisto, no es genial pero es divertida, claro que cada uno esperará lo crea conveniente.

Recuerdo muchas tardes de pequeña viendo la película del 68 en la tv, junto a mis padres en el salón, también recuerdo el impresionante final que te dejaba horas reflexionando sobre el mundo en le que vivimos y el típico "hacia donde vamos".

Tim Burton es, en mi modesta opinión, un genio... pero hasta el mayor de los genios puede cometer errores, y con esta película metió la pata hasta el fondo.

Me parece brillante, a la hora de hacer un remake de un clásico, que se le de la vuelta a la historia, para que no se parezca a en nada a la original; pero se ha cargado el mensaje que se transmitía, dándole de patadas a un guión adaptado (de un libro que no he tenido el placer de leer) para convertirlo en un auténtico bodrio.

Lo único destacable de la película es la caracterización de los simios, IMPRESIONANTE... pero claro, en el 68 no disponían de los avances tecnológicos y del maquillaje que Burton tenía a mano cuando rodó el remake.

En definitiva, una mala película que no debería recomendarse ni como entretenimiento.

Estética y ambientalmente hablando, esta película supera bastante a su original, cosa normal ya que hoy en día se puede permitir un mayor desembolso en efectos que en 1968. Dado que no hay tantas restricciones presupuestarias, se ha ambientado la civilización simia en una gran ciudad (como en el libro), si bien ésta sigue siendo más bien medieval, para así no perder el carisma que tenía esa primitiva urbe original. En cuanto al maquillaje, verdaderamente es muy bueno y realista.
Sin embargo, argumentalmente tiene varias cosas que, sin ser malas, no llegan a convencer. Una es la situación de los humanos. Mientras en la original habían degenerado a la condición de simples bestias a las que cazar o con las que experimentar, aquí conservan el habla y la inteligencia, por lo que se pasa del intercambio de roles entre especies a una simple opresión entre pueblos iguales. No digo que esté mal, pero pierde fuerza respecto a la original y deja la duda de cómo los simios cambiaron tanto y los humanos tan poco.
Pese a todo, como entretenimiento funciona bastante bien, aunque le he quitado un punto por no saber culminar el argumento con un final claro y conciso, pues el que se muestra, pese a que se puede medio-entender a grandes rasgos, después de pensarlo detenidamente, tiene bastantes agujeros.

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La cosa no pintaba bien teniendo de protagonista a Mark Wahlberg, el no-actor más afortunado de Hollywood y un antecedente tan brutalmente icónico como el original de 1968, pero el tener a Burton a los mandos tenía su morbo. Pues bien, el resultado juguetea peligrosamente con la catástrofe a todos los niveles y es tan insatisfactorio como comerse una salchicha fría bajo la lluvia mientras ves a un tipo zampándose un chuletón de Avila a través del cristal. Nada funciona en esta película salvo el trabajo de los maquilladores, cuyo virtuosismo queda deslucido por un guión memo hasta el calambre anal y que desarma cualquier atisbo de genio del reaprto, y por la irritante fascinación de Burton en sus obsesiones estéticas; al final nadie se preocupa en contar la historia. El planeta de los simios (2001) No se trata de un remake, ni de una reinterpretación, ni de un reboot, sino simplemente del acto indigno de coger todas y cada una de las virtudes de la película de Schaffner y pasárselas por las nalgas. En resumen, una tomadura de pelo y un insulto a la historia del cine que incluso los más fanáticos de Burton no deberían pasar por alto.