Callejón sin salida

El sentido del humor de Polanski siempre ha sido extraño. Esta vez se decanta por un tono esperpéntico que no impide a los actores elaborar unos trabajos cargados de intensidad. El guión es sencillo pero inteligente e imprevisible.

Lo mejor: la marea alta, el odioso niñato mimado, el ataque de "locura", todos los actores (tuve la suerte de verla en versión original, y el físico y las voces son perfectas).

Una de esas escasas películas que me dejan preguntándome si lo que he visto ha merecido o no la pena, si me ha gustado o no. Yo mismo me respondo cuando me doy cuenta de que he estado atento en todo momento.

Esta película se podría catalogar como un ejercicio de estilo, muy típico del Polanski de aquella época. Una obra conectada con la literatura y el teatro del absurdo, pues tiene influencias de Ionesco y Samuel Beckett (Esperando a Godot). El guión (Un gángster herido y su socio moribundo se refugian en un castillo cerca de una playa, donde viven un inglés pusilánime y su esposa ninfómana) lo había escrito con su amigo Gerad Brach, tres años antes en un estado de ánimo muy especial, a ambos les había abandonado sus respectivas mujeres y el personaje de Teresa, (Françoise Dorleac) esposa de Georges (Donald Pleasence), había surgido de una necesidad de venganza. Asimismo, el caricaturesco personaje de Georges estaba basado en un medicre productor que revoloteaba sobre la mujer del cineasta.

“Cul-de-sac”, que es el título del film, tenía en pricipio el título de “Si viene Katelbach” que es el jefe de estos dos gánsters heridos, que se refugian en un castillo aislado durante horas por la subida de la marea. Sólo sobrevive el villano más bruto e ignorante, Richard (Lionel Stander), la historia deriva en un trío de grotescos personajes en situaciones absurdas. En el castillo, el ridículo, hueco, falaz y cobarde burgués con su vacía y joven esposa de fatuo erotismo, visitados por certeras caricaturas de clase, entre las que no falta el niño malcriado, niño por edad pero viejo por acciones, que significa la otra cara de la moneda respecto a Richard, viejo por edad y niño por acciones. El estúpido burgués no reacciona cuando está en juego su honor y su dignidad (infidelidad de su mujer, travestismo, opresión física del invasor Richard), pero sí cuando le destruyen la propiedad material, su coche. Cruel retrato fabulario de una condición social inconsistente. Una velada crítica a la burguesía y al capitalismo desde una simbología cercana al director.

En primer lugar debo decir que ví esta película después de ver la película "El cuchillo en el agua" de 1962, una película que me pareció interesante e inquietante.
Dicho esto, la sensación que tuve al ver Cul-de-sac fue que Polanski se copió a si mismo, que no tuvo mucho tiempo para preparar su nuevo proyecto y tomo la idea de su película "El cuchillo en el agua", le cambio de contexto, cambio el agua por el castillo y lo envió rápido al Festival de Berlín y los genios del jurado cometieron el horror, porque elegir a Cul-de-sac mejor película por encima de "La caza" de Saura no es un error es un horror, una injusticia poética.
Solo existe una explicación ha tamaño despropósito: el señor Polanski ya formaba parte del jet set del séptimo arte, ya era más que un simple director, ya era una figura del establishment.

Estrictamente sobre la película: leyendo la sinopsis de filmaffinity me entero que la esposa era ninfómana, la verdad que nunca lo supe porque la actuación de esa mujer es tan mala que no transmite ningún sentimiento durante la película, nunca se sabe porque el pusilánime es tan pusilánime, es tan incomprensible que no se puede entablar alguna empatía con este personaje, todo es tan absurdo pero el absurdo malo, ese absurdo que irrita, molesta, que te jode la noche.

La originalidad del polaco es tan evidente como afirmar rotundamente que películas como "Callejón sin salida" sólo existen porque este hombre está detrás. El interés que se deriva de la historia corre paralelo a la sorpresa del dibujo de los personajes que realiza, a cual más extraño, aunque estaremos todos de acuerdo que principalmente el burgués cornudo es una figura extraordinaria. Polanski atrae con rarezas de este tipo, las propias de un ser humano diferente que tiene unas inquietudes que canaliza a su manera, con un cine suyo, propio, con unas imágenes que acaban produciendo en el espectador un interés también extraño, raro, hasta que sin saber por qué, presenciar algo tan absurdo se convierte en una novedad y las sugerencias que nos presenta se convierten en anzuelos maravillosos.

Además, Jacqueline Bisset está muy buena, algo que no será importante para muchos pero para otros sí. Para mí es todo tan surrealista y está tan bien hecho que me atrae irremediablemente, todo con un humor raro, con situaciones ilógicas, con gallinas por en medio y relaciones humanas imposibles, la locura del propio director plasmada en una historia que navega entre lo ridículo, la farsa y una atmósfera tan extraña que sólo el director polaco sabe crear. El ritmo nunca se pierde, cada fotograma es único y ejemplar.

Recomendable sólo para aquellos que sepan quién es Polanski, un tío que está como una chota, sólo alguien como él puede hacer cosas así. Es preciso saberlo de antemano, si no, hasta habrá quien no entienda nada y lo vea todo ridículo.

Parece mentira que una película de hace ¡cuarenta y seis años! pueda aparecer, a los ojos de un espectador del 2012, tan SORPRENDENTE, FRESCA y ROMPEDORA.

Ese desfile de personajes tan grotescos, que se diría cercanos a un Berlanga. Esa historia tan absurda y surrealista con un mensaje decididamente anti-burgués, que lo emparenta con Buñuel. Esas elaboradas fotografía y planificación (atención a la profundidad de campo) que acentúan los rasgos caricaturescos del conjunto. Y sobre todo ese toque de "rareza" tan... Polanski, que dota de una inconfundible personalidad a sus filmes.

El para mí desconocido Lionel Stander (el malhumorado ganster "de vía estrecha" protagonista) encarna sin ninguna duda el papel de su vida, con una genial creación que es el alma de la película. Pero no le andan a la zaga la brillantísima (y menos bella de lo habitual aquí, para fastidiar) Françoise Dorleac, musa mítica de toda una generación, o un insólito Donald Pleasance, devenido en memorable "loca" "malgré lui".

Mención aparte (y estelar) merecen otras inefables protagonistas de nuestra cinta: las omnipresentes GALLINAS...