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Críticas de Antonio Morales
Críticas 1.537
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
17 de mayo de 2017
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Radiografías matrimoniales en la sociedad industrial barcelonesa, la clase burguesa con sus problemas de comunicación, frustraciones personales y extra matrimoniales en busca del amor, el ambiente festivo y hedonista entre verbenas con su baile de farolillos en el que debería sonar el vals de las velas y suena una cosa parecida al jazz. Una interesante película demasiado atrevida para la época dentro del nuevo cine español. Un paseo por la Barcelona nocturna de petardos y hogueras en las noches del solsticio de verano. Film de grandes influencias del cine italiano acerca de la pareja, el aburrimiento y la vacuidad de las relaciones sociales de finales de los cincuenta.

Ópera prima de Jorge Grau, un inquieto cineasta catalán que había estudiado cine en la Italia de aquel periodo influenciado por cineastas como Antonioni y Fellini, o sea nada que ver con el drama del neorrealismo de Rossellini o Visconti. Film financiado en parte por el Opus que no gustó a la parroquia y que la censura la masacró sin piedad, hoy día felizmente restaurada por la Filmoteca Nacional. Buenos actores donde destaca el apuesto Paco Rabal y el famoso Gian María Volonté, entre las tres parejas de jóvenes, y donde su trama no termina de cuajar, seguramente por la falta de experiencia de su director. La marcha nupcial de Mendelshon sirve de elipsis para hacer transcurrir ese año entre verbenas de San Juan. Una forma atractiva de disfrutar de la Barcelona urbana de los sesenta con sus ramblas y su fuente de canaletas. Interesante como documento histórico.

En la hora del adiós como escribidor en esta web sobre cine, me despido de los que me leyeron y animaron, también de los que me ignoraron, de mis amigos y conocidos, con agradecimiento y sin acritud. Invadido por el hastío que me produce la intolerancia, el sectarismo ideológico, el postureo hipócrita, el cinismo y la mezquindad. La vida está llena de etapas y experiencias, así es como lo entiendo yo, para mí acabó este periodo de reflexionar sobre el cine como enriquecimiento cultural en este foro de ideas y de forma altruista, siempre con la mejor predisposición. Al no sentirme motivado prefiero dedicar mi tiempo a otros menesteres más provechosos y gratificantes. En la actualidad, el discurso sobre el cine y su consideración artística ha cambiado considerablemente, se ha banalizado derivando hacia el infantilismo y la pirotecnia que ha calado en esta web, convirtiéndose en un mantra excluyente que sólo soportan los cinéfilos pusilánimes y llorones. Fue bonito mientras duró, ahora lo mejor es dejar paso a otros que aporten nuevas reflexiones e ideas acerca de este maravilloso arte. Gracias a todos y hasta siempre.
Antonio Morales
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2
16 de mayo de 2017
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Respeto a quienes les guste esta película y otras secuelas por el estilo que según mis informaciones, por sus características sólo me merece la más absoluta indiferencia. Ni siquiera tendría que puntuarla, pero es obligado para poder publicar esta reseña que no va dedicada al film, mucho menos a sus admiradores, quién soy yo para negarles lo que aprecian y disfrutan. Ni la he visto ni la veré, porque detesto este tipo de cine. Mi comentario va dedicado a los que no predican con el ejemplo, a los funambulistas de la palabra redentora del buen arte que pretenden reconducirnos por el buen camino, lamentándose de un determinado tipo de cine comercial al que nadie les ha pedido que condenen por existir.

No deja de resultar curioso que tanto crítico avezado en la retórica vacua, se escandalice ante tanta secuela de éxitos y sagas populares consolidadas que no aportan nada excepto grandes beneficios para sus productores. Es el caso de “Alien: Covenant”, que al parecer ha escocido mucho en el “sanedrín” intelectual de esta web, pero que no son coherentes con lo que predican. Se rasgan las vestiduras ante tanta basura infecta asistiendo religiosamente a la proyección de este tipo de productos quejándose de tales despropósitos, cuando ellos mismos colaboran (quiero pensar que) inconscientemente dedicándole tiempo y espacio a criticar lo que es obvio y demencial. Se flagelan con soflamas demagógicas, utilizan el discurso pedante sobre el arte cinematográfico como si necesitaran una urgente justificación ante alguien o, lo que es peor, ante ellos mismos para autoconvencerse.

Algo innecesario cuando lo más coherente sería ignorar este tipo de engendros y no darle pábulo. Por lo que a mi respecta, no voy a decir nada sobre esta secuela, inane como tantas otras, simplemente me produce indiferencia, ni quiero verla ni voy a escribir nada a favor ni en contra, eso es ser coherente con lo que pienso y no posicionarme en la impostura de predicar desde el púlpito de la sabiduría en busca del aplauso del converso o el agravio al creyente en este tipo de producciones que todos sabemos cual es su propósito y no pretenden nada más que distraer a su manera a la parroquia que se deja embelesar. Mis palabras no pretenden ofender, mucho menos menospreciar ninguna opinión, pero sí manifestar mi posición ante semejante brindis al sol que algunos suelen perpetrar.
Antonio Morales
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6
15 de mayo de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si al cineasta David Cronenberg siempre se le asoció con un cine muy personal cercano al fantástico, el terror, lo oscuro y sórdido (títulos significativos le avalan), no es menos cierto que últimamente exploró con especial sutileza el thriller (“Una historia de violencia” y “Promesas del Este”), aquí cambia de registro con un lacerante retrato del mundo del cine, aunque mantiene las constantes de su estilo: explorar la naturaleza humana, desde aspectos nada convencionales y mostrando los instintos más bajos y menos conocidos de unos personajes poco recomendables y nada lúcidos.

Una mirada ácida y despiadada que se aleja de los convencionales mecanismos de funcionamiento de la fama y el poder alrededor del cine, para centrarse en unos personajes estrafalarios que participan en una historia dislocada ofreciendo una visión bizarra, estrambótica y actual. En su trama se entrecruzan personajes y actitudes explosivas: la joven y misteriosa Agatha (Mía Wasikowska) que llega a Los Ángeles y es recogida por un apuesto conductor de una limosina (Robert Pattinson), al que hay que añadir una estrella infantil, Benjie, un adolescente caprichoso y déspota, sus padres, un gurú de las terapias (John Cusack) y la manager del chaval (Olivia Williams); y, sobre todo, la enloquecida actriz Havana Segrand, que lleva mal su entrada en la madurez, teme ser olvidada y está a punto de perder los papeles, en todos los sentidos, una Julianne Moore asombrosa, superándose en cada trabajo.

La madura pelirroja tiene un puñado de escenas sublimes, que salvan en gran parte la monotonía del film. Encarna de manera soberbia a una mujer patética, desquiciada y a la vez cargada de humanidad que toma como empleada a la joven recién llegada a la ciudad. Dentro de su rocambolesca trama planean temas escabrosos como el incesto, los conflictos y traumas familiares, los secretos del pasado, el hecho de que Havana vaya a interpretar el papel que hizo su madre en una nueva versión de un antiguo film, lo que le produce inseguridad y agobio. Todo ello se articula de forma entrecruzada donde todo es interdependiente con efectos colaterales. El cineasta se esmera en mostrarnos el autodestructivo comportamiento de sus personajes, el comportamiento malsanos de unos seres rodeados de lujo en las soleadas y espléndidas casas lujosas californianas. Cornenberg se sigue reinventando con un film chocante, atrevido y provocador.
Antonio Morales
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8
14 de mayo de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y es que siempre se afirma que una manzana podrida hace que se pudra el resto de las manzanas sanas del cesto, pues suele ocurrir con las frutas como afirma unos de los personajes, aunque no siempre con el hombre, porque suele haber una segunda oportunidad para la redención. Los dos personajes principales del film son Glyn (James Stewart), al que no le gustan las ejecuciones y esconde la cicatriz de una soga en su cuello, y Cole (Arthur Kennedy); un hombre que quiere cambiar y olvidar su pasado, que sabe que puede hacerlo, y otro que, aunque a veces parece que lo desea, no puede ni cambiar ni olvidar. El primero vive obsesionado con la idea de ese olvido, el segundo no hace sino confirmar en cada plano su espíritu errabundo, fronterizo: “es mejor seguir a una estrella que un hombre con una estrella te siga a ti”. Con dos frases bastan para definirse cada uno a sí mismo y entre ambos se sitúa la parábola de la manzana que abre mi reseña.

Existe un cierto fatalismo en las relaciones y opiniones de los personajes, que la presencia de la bella Laura (la morena Julia Adams) no consigue diluir. Todos ellos integrados en una caravana de colonos que guía Glyn, granjeros en busca de nuevas tierras para establecerse a través de las montañas y los ríos en un precioso Technicolor, cuando la civilización se extendía por territorios vírgenes habitados por indios y mineros seducidos por la fiebre del oro que despierta la codicia y la ambición desmedida que preside la trama del film. Que busca una ética transparente donde no hay héroes inmaculados. Gracias a un espléndido guión escrito por Borden Chase que adapta una novela de Bill Gulick. Cuenta con la colaboración de un joven Rock Hudson que comenzaba a despuntar, aquí encarna a un jugador profesional que se une a la caravana en busca de aventuras.

Uno de los mayores méritos de los westerns de Anthony Mann durante la década de los cincuenta, cuando el género había adquirido mayoría de edad, reside en que todo lo que muestra tiene un valor exclusivamente cinematográfico. Comenzando por una planificación apoyada generalmente en los planos medios, mostrando siempre fragmentos (grandes o pequeños) del paisaje en cada momento determinado, resulta de vital importancia para seguir no sólo la evolución de los personajes sino el propio discurso narrativo: conversaciones, miradas, gestos, hechos que adquieren toda significación a la sombra del paisaje en el que se enmarcan; el elemento territorial está tratado con el vigor y la vibración de un gran paisajista que nos hace respirar ese paisaje a través de la cámara de su operador. Es por ello que sus westerns siguen siendo excelentes, ahora que el género forma parte de la historia, se mantienen vivos por los retratos de los personajes, los cuales nos parecen cercanos porque son personajes vivos.
Antonio Morales
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5
13 de mayo de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de encargo que Imanol Uribe dejó en manos de Enrique Urbizu, despojándola de toda solemnidad para convertirla en una fábula de aventuras para adultos (muerte de la abuelita, viaje iniciático de la joven, el monstruo que la acosa y el caballero apuesto que la defiende), que mezcla lo grotesco y lo sórdido, puro cine de evasión que acoge diversos estilos y géneros: la road movie, la comedia, el drama, el thriller, la parodia, la picaresca, el western, todo ello con folclórico aroma cañí. Una extraña historia de amistad y amor entre un camionero buenazo y una jovencita que busca a su madre mientras despierta a la vida y sus peligros. Basada en un relato de Arturo Pérez Reverte publicado en el diario El País en el verano del 94 con el título de “Un asunto de honor”, que según cuentan agradó mucho al escritor.

Muestra a unos personajes caricaturescos y desinhibidos, hay un Correcaminos, un Coyote e incluso, un Porky. Rafael El portugués, resulta un tanto histriónico encarnado por Sancho Gracia, un personaje demasiado desmadrado como villano. Es cierto que logra sacar buen partido de actores limitados como Amara Carmona o Jorge Perugorría, para mí lo mejor son los secundarios como Elvira Minguez y Aitor Mazo. Urbizu es un director imaginativo, inquieto y sin prejuicios que consigue plasmar momentos atractivos e interesantes con momentos emotivos gracias a una aseada puesta en escena. Su ritmo es vigoroso y sin pausa que nos va introduciendo paulatinamente en un espiral de violencia y horror ante la ingenua inocencia.

De todo ello, “Cachito” emerge con detalles brillantes de humor negro, se aguanta bien como un film simpático, divertido, sugerente, carente de pretensiones pedantes, donde se nos permite empatizar con los buenos y disfrutar riéndonos con los malos, en una historia truculenta de prostíbulos, putas, chulos, camioneros, vírgenes, retrasados mentales, dentro de un relato que da mucho juego para evadirse de la realidad. En todo caso prefiero al cineasta Urbizu, más maduro y reflexivo de su etapa posterior.
Antonio Morales
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