Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
8
Western. Aventuras Dos hombres de turbio pasado, Glyn McLyntock y su amigo Cole, dirigen una caravana de colonos desde Missouri hasta las fértiles tierras de Oregón, donde piensan fundar una colonia. Cuando el invierno se acerca, van a Portland a buscar las provisiones que previamente habían comprado, pero las cosas han cambiado en la ciudad y tropiezan con grandes problemas para recuperarlas. (FILMAFFINITY)
14 de mayo de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y es que siempre se afirma que una manzana podrida hace que se pudra el resto de las manzanas sanas del cesto, pues suele ocurrir con las frutas como afirma unos de los personajes, aunque no siempre con el hombre, porque suele haber una segunda oportunidad para la redención. Los dos personajes principales del film son Glyn (James Stewart), al que no le gustan las ejecuciones y esconde la cicatriz de una soga en su cuello, y Cole (Arthur Kennedy); un hombre que quiere cambiar y olvidar su pasado, que sabe que puede hacerlo, y otro que, aunque a veces parece que lo desea, no puede ni cambiar ni olvidar. El primero vive obsesionado con la idea de ese olvido, el segundo no hace sino confirmar en cada plano su espíritu errabundo, fronterizo: “es mejor seguir a una estrella que un hombre con una estrella te siga a ti”. Con dos frases bastan para definirse cada uno a sí mismo y entre ambos se sitúa la parábola de la manzana que abre mi reseña.

Existe un cierto fatalismo en las relaciones y opiniones de los personajes, que la presencia de la bella Laura (la morena Julia Adams) no consigue diluir. Todos ellos integrados en una caravana de colonos que guía Glyn, granjeros en busca de nuevas tierras para establecerse a través de las montañas y los ríos en un precioso Technicolor, cuando la civilización se extendía por territorios vírgenes habitados por indios y mineros seducidos por la fiebre del oro que despierta la codicia y la ambición desmedida que preside la trama del film. Que busca una ética transparente donde no hay héroes inmaculados. Gracias a un espléndido guión escrito por Borden Chase que adapta una novela de Bill Gulick. Cuenta con la colaboración de un joven Rock Hudson que comenzaba a despuntar, aquí encarna a un jugador profesional que se une a la caravana en busca de aventuras.

Uno de los mayores méritos de los westerns de Anthony Mann durante la década de los cincuenta, cuando el género había adquirido mayoría de edad, reside en que todo lo que muestra tiene un valor exclusivamente cinematográfico. Comenzando por una planificación apoyada generalmente en los planos medios, mostrando siempre fragmentos (grandes o pequeños) del paisaje en cada momento determinado, resulta de vital importancia para seguir no sólo la evolución de los personajes sino el propio discurso narrativo: conversaciones, miradas, gestos, hechos que adquieren toda significación a la sombra del paisaje en el que se enmarcan; el elemento territorial está tratado con el vigor y la vibración de un gran paisajista que nos hace respirar ese paisaje a través de la cámara de su operador. Es por ello que sus westerns siguen siendo excelentes, ahora que el género forma parte de la historia, se mantienen vivos por los retratos de los personajes, los cuales nos parecen cercanos porque son personajes vivos.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow