Two Seconds

Lo dice mi mujer: "¿Pero este tipo tiene alguna película mala?" Lo dice después de escuchar el magnífico discurso final de este monstruo de la escena. Lo dice cuando seguimos los dos con el corazón en un puño. Yo no puedo ni tragar saliva. También lo suele decir de James Cagney. Y claro, yo me encojo de hombros y le contesto: "Pues a lo mejor, entre las 90 de E. G. Robinson y las 63 de Cagney, puede que tres o cuatro."
Mi querido lector, mis sentimientos los tengo a flor de piel. Como debe ser tras una buena película. Mientras esto escribo, solo veo a Robinson. Robinson fumando un cigarro sobre una viga del piso 25: Robinson bebiendo un batido; Robinson como una cuba; Robinson llorando amargamente sobre otra viga del piso 25; Robinson deshecho y, finalmente, Robinson frente al juez. Lo siento, se me ha olvidado hablar de los detalles importantes de la película. La culpa es de Robinson. ¿Cómo se puede ser tan BUENO?

Las películas estadounidenses de la llamada «época pre-code» son las de los pocos años que transcurren entre el comienzo del cine sonoro y la aplicación real del llamado «código Hays», que aunque fue aprobado hacia 1930 no empezó a aplicarse hasta 1934. Recordemos que no es una ley de censura, sino unas normas de autocensura que adoptaron libremente las productoras. Por eso no es que hubiese una derogación hacia los años 60 como se dice, es que dejó de tener sentido al haber cada vez más productoras independientes. No había leyes, ni las hubo nunca, que prohibiesen nada. Nuestra mentalidad legalista europea a veces nos hace incomprensible cosas que ocurren ahí.

Esta película es una buena muestra de esa «época pre-code». Más que escenas o situaciones concretas estas películas, normalmente de corta duración, querían que las productoras se las autocensurasen por el enfoque que se daba, incorrectísimo.

Bien, puede que sobrevalore 'Two Seconds'. Hay tres razones para ello. La concisión que siempre agradezco, la actuación de Edward G. Robinson que es apabullante, y la mentada incorrección de la que me hago eco en la «zona spoiler» porque espolia muchísimo.

! Eh, eh, eh!. ! 67 minutos dura esta peli!. ! No me lo puedo creer!.
Cuanto más veo estas películas de esta época, más me quedo alucinando de cómo conseguían condensar en tan poco metraje y además con ínfimos presupuestos, historias tan sustanciosas como ésta.
La película procede de una obra teatral y eso se nota en cuanto a que todo el meollo del film se basa en un extraordinario texto con unos diálogos portentosos y, sobre todo, la interpretación de nuestro protagonista, un grande entre los grandes, Edward G.Robinson que compone un retrato apabullante de la caída a los infiernos del hombre despojado de su dignidad.
Esta peli me recuerda, en algunos aspectos, a " El ángel azul" de Josef von Sternberg y también tiene reminiscencias de " Perversidad" de Lang, posterior a ésta, aunque las tramas son bastante diferentes, en cuanto a que nos presentan la conversión de un hombre en una piltrafa, gracias a los " amorosos" cuidados que le prodiga su pareja, una mantis que arranca la cabeza del macho para comérsela en plena cópula.
Sin embargo, LeRoy consigue dotar al film de gran dinamismo y no resulta estática en absoluto, como sería de prever en una peli de origen teatral. Nos lleva de aquí para allá, a las alturas del rascacielos donde trabajan, al baile donde nuestro protagonista conoce a esa zorra, a la habitación donde viven, al juzgado donde G.Robinson pronuncia un parlamento inolvidable y, finalmente a la sala de ejecución que enlaza con el principio del film.
No pretendo vender en ningún momento que esta peli sea una obra maestra ni mucho menos, pero me gustaría que la juzgaran teniendo en cuenta su época, sus medios, la técnica disponible y el talento invertido.
Y repitiendo lo que decía al principio...! 67 minutos, coño!. ! Inténtenlo ahora!. ! ! Si no lo consiguen ni con series de trece temporadas y millones de presupuesto!. El título le viene al pelo. ! Dos segundos!. Eso es lo que necesitaban los grandes de antes para dejarnos acojonados y con la cabeza rumiando días y días. Y ahora, ! mentiras y humo! ! Humo y mentiras!. ! Muy bien adornadas, eso sí!.
! Ah, y aviso!. Es una cinta políticamente incorrecta. Hoy, no se podría tratar este tema así ni de coña.

Desde luego la versión original tienen su encanto. Magnífico el papel de Edward G. Robinson, con una chica espectacular llamada Vivienne Osborne que participó en pocas películas, 18 dice filmaffinity, aunque al ser una estrella a medio camino del cine mudo y el sonoro probablemente sean muchas más.
Parece un producto destinado a doble sesión, primero esta que es corta y más tarde alguna de mejor calidad, ya rondando los 90 minutos. A lo mejor incluso del mismo director, seguramente del mismo estudio.