El justiciero: Capítulo final

Sabemos que Denzel Washington es todo un hombre mayor y un veterano como su personaje. Pero verlo entablar la paz en un pueblito de Italia doblando servilletas no le hace justicia a un poster con el hombre portando una pistola con el coliseo de Roma detrás. No engañen a la gente, El Justiciero es un drama soporífero que se tarda más de una hora para empezar a ver algo de sangre. Incluso arranca con una escena llena de hombres abatidos, para justificar el thriller y saber por qué Robert fue a parar allí tan lejos de casa.

Muy lamentable en lo que ha terminado el Justiciero. Mientras John Wick, cada vez apostaban por subir la apuesta, en esta es lo contrario. Menos violencia, menos thriller, más drama. La primera nos sorprendió con la coreografía del reloj, la segunda nos contó algo de su historia y la tercera simplemente lo jubiló.

Opinión de @OffTopicChannel (youtube)

Cierre de la saga 'The Equalizer' con esta tercera entrega en la que se reencuentran Denzel Washington y Dakota Fanning casi 20 años después de la recordada 'Man on Fire' -'El fuego de la venganza'- en la que ella interpretó a la niña Lupita Ramos. En esta ocasión la acción se sitúa en la Italia profunda, en un pequeño pueblo de Sicilia, con sus acantilados, sus estrechas calles, sus escaleras interminables y sus comercios acogedores y llenos de vida. Allí se enfrentará a la mafia siciliana, que tiene sometidos a los vecinos, con los que Robert McCall se siente a gusto, tras llegar herido y ser curado y aceptado como uno más del pueblo. La película contiene escenas de considerable violencia, tal vez más que las otras dos, es intensa, entretenida y se pasa volando, con alguna escenas preciosas que acreditan nuevamente la calidad visual de las producciones de Antoine Fuqua. A destacar también el elenco de actores italianos que aparecen y encajan a la perfección en la trama. En definitiva una película para entretener, que cumple perfectamente su función y bien hecha. Recomendable si te gusta la acción y no eres excesivamente sensible.

En esta tercera entrega nuestro héroe no se limita a proteger a una prostituta de sus proxenetas, a una chica de sus violadoresa o a un joven de entrar en las bandas callejeras, aquí es toda una comunidad la salvada, un idílico pueblo costero italiano que se encuentra totalmente a merced de la mafia. Un pueblo como representación de la familia como se deja claro desde el comienzo, ya que todos los que van apareciendo por la pantalla tienen familia: a los mafiosos de la primera secuencia les espera un zagal en el coche, el médico que socorre a nuestro protagonista guarda un bastón de su padre, el policía aparece con su hija, los mafiosos son hermanos etc.

Al contrario que en otras franquicias, como el caso "Misión imposible", dónde nadie tiene lazos con su comunidad, donde se ensalza la amistad por encima de todas las cosas, aquí la familia, la pertenencia a una comunidad dónde todos se conocen, se erige primero en refugio y finalmente en lugar de redención para nuestro cansado justiciero.

Pese a eso es quizá la más despiadada y violenta de la trilogía, incluso la menos emotiva por la falta de peso y de construcción psicológica de los personajes secundarios, retratados sin matices, como bondadosos integrantes de una entrañable comunidad sin ninguna particularidad que distinga a los unos de los otros. Por contra su factura técnica es impecable, muy elegante, con un ritmo ágil (también es la más corta de la saga), solventes escenas de acción y con hilos narrativos bien mezclados, lo que además de hacerla entretenida y fácil de ver le confiere un halo de misterio más logrado que en sus predecesoras.

Denzel Washgington brilla como siempre, con un carisma que lejos de remitir se hace más patente con el paso del tiempo, repitiendo 20 años después de la excelente "El fuego de la venganza" con Dakota Fanning, sobria y solvente pero lejos de esa niña vivaracha que llenaba la pantalla en la notable cinta de Tony Scott.

Más allá de matices, la película ofrece lo que se espera de ella: entretenimiento de calidad.

The Equalizer 3 (2023).
"¿Tengo pinta de ir matando gente por ahí?”
Un lustro después de la segunda entrega y casi dos de la primera, Antoine Fuqua vuelve a ponerse tras los mandos de la taquillera saga de acción con el incombustible Denzel Washington a la cabeza.

“La Camorra es como un cáncer... e igual que el cáncer, no tiene cura."
En esta ocasión, el heredero natural de Sidney Poitier se traslada a Italia a “resolver” unos problemas y, como es habitual en él, encuentra otros... Roberto, como se hace llamar nuestro protagonista en esos lares, llega malherido a un pueblecito costero del suroeste italiano (Altamonte), donde tendrá que lidiar con la Camorra napolitana.

El elenco esta vez es mayoritariamente italiano, con la salvedad del sexagenario actor y de la norteamericana Dakota Fanning, quien a sus 29 años ya queda lejos de aquel encuentro con el entrañable Joey de "Friends" hace más de dos décadas o de su aventura alienígena con Tom Cruise en la versión de Spielberg de “La Guerra de los Mundos”. Fanning coincidió con Washington en la formidable “El Fuego de la Venganza” en 2004.
Junto a ella, David Denman (“13 Horas: Los Soldados Secretos de Bengasi”) interpreta un pequeño papel como agente del gobierno estadounidense.

Antoine Fuqua dirige este thriller de manera sobria y elegante, donde la acción y la violencia no es gratuita, pero disfrutamos de unas excelentes coreografías y unas impactantes escenas de lucha, donde Denzel Washington se muestra tan implacable o más que en las otras partes.

Las localizaciones elegidas, como apuntaba más arriba, están situadas en el sur y centro italianos (Nápoles, Roma...), aunque es en el bello (¿y ficticio?) pueblo de Altamonte donde se desarrolla la mayor parte de este fabuloso filme de 109 minutos de metraje.

Raúl Cabral.
Puntuación personal: 7
https://www.filmaffinity.com/es/film236698.html

El justiciero encarnado por Denzel Washington regresa con la película que supone su despedida del personaje y el cierre de la trilogía dirigida por Antoine Fuqua. En su búsqueda por encontrar la paz y conseguir una calmada jubilación, Robert McCall regresa en una nueva historia con los mismos elementos distintivos de la saga y, también, con una pausada diferencia respecto a las anteriores.

La acción trepidante y las grandes secuencias frenéticas de las dos primeras partes aquí son reducidas en favor de una propuesta más cercana al thriller y al drama. Toda la parte de generosidad que el protagonista tiene para con los suyos se expande en varias líneas paralelas y su pasado personal se entrelaza en todo ello. Paralelamente, se gesta una trama en torno al narcotráfico y a la criminalidad liderada por algunos grupos de la mafia italiana que añade un mayor suspense, un retrato parcial de estos grupos (aunque inclemente) y su impacto social en los más indefensos.

Sin embargo, es nuevamente en esa justicia contra la delincuencia que sacude a la sociedad, encuadrada dentro de una fotografía desataurada que parece empañarlo todo de gris, donde el film vuelve a encontrar sus puntos más cuestionables. La violencia gráfica se enmarca dentro del cometido de McCall por defender a los suyos, pero la cámara resigue las matanzas y las sangrías perpetradas por puro entretenimiento sin justificación aparente en muchos casos. Ahí continúa apareciendo el debate con la saga: ¿hace la visceralidad de las imágenes más honrado el cometido del personaje de Denzel o, precisamente, lo empaña?

Al margen de este comprometido enfoque, los seguidores de los dos primeros largometrajes disfrutarán de este adiós a Robert McCall y, para aquellos que no estén familiarizados, encontrarán una cinta entretenida, adulta y, sobre todo, con momentos crudos no aptos para todas las sensibilidades.

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