Un periodista astuto

Visionara película sobre el mundo de las ‘fake news’ y el amarillismo periodístico, que llega a provocar malestar con el realismo que transmite su mensaje. La veracidad de las noticias es algo que con el tiempo se ha diluido tanto que ha llegado un punto en el que todo es noticia, y nada lo es. La invención de los hechos o su directa manipulación para ganar audiencia, llamar la atención o hacerse un nombre está a la orden del día, y cada vez va a peor. La ética, tanto profesional como personal, se ha convertido en una rara avis.

El argumento presenta a un periodista que, cansado del esfuerzo que supone encontrar una gran historia, decide inventársela. La cadena de sucesos que derivan de esa acción pronto hará que la situación se convierta en insostenible, cada vez más enmarañada en la red de mentiras y medias verdades de la que poco a poco empieza a formar parte más gente, cada uno con su propia agenda personal. La escalada de violencia y la degradación del ser humano no parece tener límites en una historia que se torna agobiante y en extremo pesimista.

Brillan especialmente en el reparto Christopher Reeve y Morgan Freeman. El personaje del primero resulta fascinante en su evolución de degeneración moral; mientras el segundo retrata a un chulo de la calle violento e intimidante, en la interpretación que lo catapultó a la fama. Creo que además ambos sorprenden en sendos papeles especialmente porque son más reconocidos por interpretar a tipos buenos, y resulta atípico verlos aquí.

La ambientación ochentera se usa para mostrar una ciudad decadente, sucia e insegura. El jazz baña las escenas con armonía otorgando cierto aroma a cine negro. El final es desalentador.

Una joya a descubrir.

Si no fuera por Morgan Freeman, en su papel de chulo putas, villano y cruel esta película aún estaría más sepultada.
Entretenida historieta que trata de mezclar bajos fondos, periodismo y abogacía.

Lo que podría ser notable se queda en un apurado sufi, debido a lo esquemático del guión.
Podría sacar escenas memorables y alguna raya en lo ridículo, como la de final apresurado.
O las visitas a la cárcel, sobre todo la del fiscal. o las vistas de los juicios.

La fotografía es de lo menos destacado y hace que pase por serie B.
La trompeta de Miles desaprovechada.
Solamente en la breve escena del inicio crea un efímero ambiente.

El guionista David Freeman, no es hermano ni tío del aclamado actor.
Es un guionista veterano, que un poco antes había trabajado con Hitchcock en televisión.
Mimi Rogers me resulta brillante en la escena del bar. donde es amenaza por el chulo putas desconocido.
Kathy Baker, convicente en su papel de lumiasca blanca y soberbia en la secuencia de la tijera amenazadora sobre sus lindos ojos.
El que ha pasado a la historia por superman y poco más. Da el tipo en su papel de pijo periodista de harvard con una novia fabulosa.
Lo cuál es claro síntoma que los actores son lo mejor de esta película.

Me quedaría con la secuencia de la fiesta del magnate del periodismo, por llamarlo de alguna ridícula forma.
Quién vea la película sabrá a que me refiero.
La susodicha fiesta tiene la irreverencia del quien es invitado a un ambiente que no le corresponde, con el snobismo de los organizadores de la fiesta, más el componente añadido de lo absurdo de la situación.
Eso la hace divertida para mí.
Lo dicho un somero entretenimiento y vislumbrar los casi inicios de un par de futuras estrellas.

A mí me sorprende un poco que esta peli no tenga una valoración más alta. A ver, tampoco mucho más. No es una joya del cine, tiene unas cuantas carencias, se queda corta en muchas cosas y el final es un tanto forzado. Pero la idea de partida es bastante buena (podía dar más juego, pero es buena), no ha perdido vigencia con los años y además sale Morgan Freeman, que siempre es buena cosa. Y Kathy Baker, que también hace un gran papel. Es de esas pelis que están muy lejos de ser perfectas pero que tiene cosas muy buenas. Lástima de ese final (no sé si es que los guionistas se han vuelto vagos) pero merecería ser más conocida o que alguien la retomara y la hiciera bien.

'El reportero de la calle 42' será en parte conocida por ser la primera nominación al Oscar del legendario Morgan Freeman (la primera de las cinco que tiene en total, Oscar incluido), pero no sería del todo justo no reconocer que este largometraje de Jerry Schatzberg ('El espantapájaros') es también una buena película. Y todo se debe a Christopher Reeve, quien estaba interesado desde hacía tiempo en hacerla y mediante un trato con la Cannon acordó interpretar a Superman en 'Superman IV: En busca de la paz' si le financiaban este proyecto.

Gracias a ese trato tenemos el salto a la fama de Morgan Freeman, quien ha regalado a los espectadores una de las mayores presencias del cine estadounidense de las últimas cuatro décadas y una carrera prácticamente impecable; un rol para Christopher Reeve en el que puede demostrar que puede hacer más que solamente llevar una 'S' en el pecho y, en general, una obra que permite reflexionar sobre la peor parte del periodismo y lo rápido que se puede coger una mentira, como le pasará a Jonathan Fisher.

Fisher se verá entre la espada y la pared en lo relativo en su puesto de trabajo al ver que no trae historias atractivas al periódico donde trabaja, por lo que no tiene más remedio que inventarse una historia sobre un proxeneta; un proxeneta que, casualmente, da la casualidad de que coincide en su relato como uno de verdad al que apodan 'Fast Black'. Y es cuando aparece 'Fast Black' (es decir, Morgan Freeman) que el público aprenderá por fin el nombre de aquel actor hasta entonces semi-desconocido con una interpretación de tipo malo en el que cuando muestra su peor cara es totalmente convincente. Y tiene mucho mérito teniendo en cuenta de la imagen de Freeman de tipo respetable y sensato en muchas de sus películas.

Si bien Freeman es, de largo, el actor más destacado están también nombres como el ya citado Christopher Reeve, Kathy Baker o Mimi Rogers (especialmente los dos primeros) quienes ponen su granito de arena para que el filme salga con un resultado más que decente en el que no tiene unos méritos para ponerle matrícula de honor, sobresaliente o ni siquiera notable; un excelso Morgan Freeman, unas correctas interpretaciones de sus compañeros de reparto y un guion con espacio para el drama y la reflexión hacen de 'El reportero de la calle 42' una obra significativa que ha sido olvidada por el paso del tiempo y, sin embargo, tiene un relato que no decepciona.