A cambio de nada

A cambio de nada de Daniel Guzmán es un drama social basado en un joven adolescente que se evade de sus problemas familiares junto con su amigo, un mecánico y una anciana que recoge muebles por la noche para sobrevivir. Dirigida con un ritmo tranquilo y con un estilo personal que plasma la clase humilde y los exprime en su humanidad, es una obra valiente por llevar a cabo esta temática siendo el primer largometraje del director y sorprende por la naturalidad con la que expone diversas historias de personas que hacen lo que pueden por sobrevivir, aunque para ello destruyan el poco futuro que puedan tener, concluyendo un hermoso y duro film que deja mella en el corazón de los que se dejan abrazar por él.
La fotografía es lumínica por un lado y oscura por otro en una competente labor que es estéticamente apropiada según la trama y humilde aunque efectiva en lo que se propone el director. La música brilla por su ausencia, así no desvía la atención del espectador. Los planos y movimientos de cámara consuman una correcta tarea técnica a través del uso de los planos fijos, plano-contraplanos, primeros planos, generales, seguimiento, subjetivos, detalles y cámara en mano ininterrumpida que aumenta la sensación de inestabilidad de los protagonistas y sus vidas.
Las actuaciones son certeras y apropiadas para la historia que se desarrolla en la película. Cuenta con las primerizas interpretaciones de Miguel Herrán, Antonio Bachiller, María Miguel y la entrañable colaboración de Antonia Guzmán que se adueña del corazón del espectador, además de la cara conocida de Luis Tosar que hace un corto pero notable papel a su nivel habitual y los acompañamientos de Felipe Vélez, Patricia Santos y Miguel Rellán entre otros. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes de las gentes y jóvenes humildes de clase baja en una aceptable labor que junto con los exteriores te transportan in situ.
El guion, escrito por el director, es absorbente al plasmar un drama sobre la dura realidad de esa clase baja y humilde que desesperada por sobrevivir hacen cualquier cosa para seguir adelante, llegando con esa trama al espectador ya que sus personajes son tan reales como la vida misma y da así verosimilitud a los hechos que ocurren en el film, finalizando con ello el director su opera prima con la que deja clara su intención de que ha venido a ofrecer algo que interese al cinéfilo exigente y no al público más comercial. Esto se lleva a cabo con una narrativa expresiva y efusiva según el personaje que es en ocasiones ordinaria para plasmar su condición y sugestiva de barrios humildes. Cabe señalar también, el montaje lineal y seguido que va desarrollando su trama a buen ritmo sin hacerse pesado en absoluto.
En conclusión, la considero una obra notable y con mucha intención que deja un sabor agrio tras su visionado aunque algo esperanzador por mostrar la cruda realidad que viven muchos y que nadie quiere mirar por recordar mucho de los problemas que vive actualmente el país, dejando con ello al espectador con la sensación de haber visto un film algo pesimista pero efectivo para calar en el público. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, montaje, movimientos de cámara y narrativa que convierten A cambio de nada, en un film turbador que se toma muy en serio el querer llegar sin sentimentalismos al corazón del espectador.

Estupendo debut de Daniel Guzmán y genial actuación de su abuela, Antonia Guzmán, que interpreta un papel decisivo en el curso de la vida del protagonista. Con retazos autobiográficos, esta película resulta tremendamente real, introduciéndonos en las vidas de solitarios personajes que se entrelazan unidos por la amistad. Un film de dos adolescentes con muchas papeletas para tomar un camino difícil.

Un aire de familia numerosa, de vieja y sagrada tradición, de muy buen cine, o no tanto, reciclado, admirado, copiado/homenajeado y bien digerido.
Si le miramos el diente y le buscamos la genealogía, podemos decir con alegría que es un buen hijo de unos magníficos padres, "Barrio" y "El bola", por ejemplo, y de un abuelo venerable, Eloy de la Iglesia (en lontananza se puede atisbar a los golfos de Camus y a los vitelloni de Fellini, aunque solo sea por el gusto de mezclar razas y orígenes diversos, hermanos lejanos) y su cine quinqui. De casta le viene al galgo. Con buena letra se aprende mejor. De bien nacido es ser agradecido. Y este es el buen caso.
O dicho de otra manera, Guzmán ejerce su digno oficio con la misma elegancia que posee la maravillosa vieja de su película (su abuela para más inri, Antonia Guzmán); arramblando de acá y de acullá materiales olvidados o simplemente poco vigilados para montar su historia y, de paso, poder vivir con orgullo.
Hijo de una larga saga. Con un "asunto" trillado, manoseado y (casi) carcomido por los gusanos de tanto usarlo, pero presentado otra vez con arte, renovado, maqueado, limpio para empaquetar y consumir ya. Manejado con la humildad de un buen artesano y la habilidad de un sano comerciante.
Se trata de hacer cine "de aventuras" con la coartada siempre pintona del realismo social con tendencia al tremendismo cañí/castizo, aliñado todo con gotas de sensiblería familiar, camaradería viril y faltona, gran torino, humor de garrafón y un buen manguerazo de melodrama histérico.
Los diálogos recuerdan a Aranoa (brillantes, cachondos y barriobajeros), la sensibilidad, a Achero Mañas (o de cómo mirar a los jóvenes con la sobriedad adulta que merecen) y el pulso virulento y voraz, a "los Picos de Eloy".
Evita continuas emboscadas tramposas, demagogias facilonas y groserías argumentales demasiado evidentes aunque no siempre con el mismo acierto ni la misma limpieza, es evidente que hay fallos y concesiones, pero con buena nota finalmente.
Es un buen comienzo de Daniel. Quizás la duda consiste en comprobar si será capaz de hacer un cine más personal, menos imitativo, fácil y tendencioso. Si no es así, tampoco importa mucho. Con películas tan bien hechas y entretenidas como esta, ya es más que suficiente.

Me da por comparar esta película a "El Bola" y me entristece, porque era una buena oportunidad para hacer algo parecido, una realidad infantil que te haga pensar. La diferencia es que la primera está mucho mejor construida que "A cambio de nada". Pero bueno, vayamos al principio...
La simpatía que me genera Daniel Guzmán y la expectativa creada por la crítica me llevó a visualizar el largometraje del joven director y cambio recibí una desilusión final. Creo que es una película bastante sobrevalorada. Una más. Y por lo visto la Academia y la crítica quieren obligarme a sentir que no, que es diferente, que sorprende y que Daniel Guzmán es el nuevo mito de la dirección en el cine.
Guión artificial y previsible y algunas actuaciones bastante pobres, vale que no había presupuesto, pero actuaciones como la del mecánico "vividor" (Felipe Vélez) me hacen cogerle hasta un puntito de rabia a la peli. Por otra parte está la actuación positiva de los jóvenes, el premiado Herrán y su compañero Antonio Bachiller (para mí sobresale sobre Herrán), así como actores de la talla de Luis Tosar... En conclusión, un mix de sensaciones e impresiones que no deja sabor a nada.

Uno sabe dónde se mete: una película española de corte social, que ya es valor, y pasando por taquilla. Recomendada, te va a gustar, te va a sorprender. Bueno, me dejo, me convencen.

La historia empieza en un tono menor, bajuno casi, más de lo mismo: un adolescente, rebelde sin causa porque el mundo lo hizo así, porque nadie lo ha tratado con amor, porque sus padres andan de uñas y abogados, porque no quiere estudiar ni sabe qué hacer con la vida que lo desborda... pero un cabroncete de cuidado, vaya, con tendencias delictivas muy serias. Pero cuando uno se espera lo peor, es decir, lo de siempre, el rollo progre y paternalista (los culpables son los otros), la historia va tomando cuerpo gracias a unos secundarios de trazos algo estereotipados pero muy bien definidos que hacen que la trama comience a mejorar e interesar. Bien Miguel Herrán; magnífico Felipe García Vélez bordando un papel con mucho encanto; lamentable y sin garra Antonia Guzmán; entrañablemente cumplidor Antonio Bachiller, y los demás bien en general, tirando de oficio.

El tramo central de la cinta está salpicado con algunas escenas y situaciones de mérito, tanto en las actuaciones como de desarrollo del guión, que logran subir el tono considerablemente. Pero cuando la película te empieza a enganchar, cae de repente en picado, abjurando de las buenas maneras que venía apuntando para rematar en un final desolador, sin imaginación alguna que paga tributo a lo políticamente correcto (porque de ahí vendrán más subvenciones, quizá). Ridículo remate, con un juicio de chiste, con una resolución cursi, blanda, inaceptable, más que una rúbrica, un brochazo al tuntún que es un homenaje sin tapujos a la Ley del Menor (y a sus hacedores y mantenedores, los que subvencionan, quizá).

Película muy irregular que te deja la sensación de salir estafado del cine. Pero es cine español. Lo de siempre.