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Slow

Romance. Drama Elena imparte clases de baile, mientras que Dovydas trabaja como intérprete de lenguaje de signos. En el momento en que se conocen, se establece un hermoso vínculo entre ellos. Sin embargo, su relación será puesta a prueba cuando Dovydas confiesa a Elena que tiene sentimientos románticos por ella, pero que es asexual, es decir, no siente y nunca ha sentido deseo sexual por otra persona. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
23 de enero de 2024
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas mujeres, yo incluida, estarían encantadas con el tratamiento de este hombre asexual pero que sabe querer tan bien y no es ajeno a la sensualidad, de hecho es muy lúdico con ella. Pero como lo queremos todo... o no. Y es en ese sentido que cada cual ha de calibrar como explora su libido y el significado que le da atentos también a lo que es fisiología, sin más. Hay mucha expresión corporal en la película a través de la danza, más bien aeróbica, que ella ejercita acompañada también del lenguaje por signos de él en su trabajo, y una buena complicidad entre los dos cuando ambas disciplinas se mezclan (hay escenas de baile estupendas al respecto). Sin embargo no es un recorrido fácil, si es que alguno lo es, y no pueden evitarse obstáculos en el camino alrededor del deseo.... Por ello es también una historia dolorosa y abierta, muy abierta a todas las especulaciones que se quieran aunque en el fondo de todo siempre subyazca el amor.
Rebeca
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24 de enero de 2024
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las relaciones humanas son complejas, y anegadas especialmente de aristas y de conflictivas subjetividades del punto de vista son las relaciones amorosas. La sociedad contemporánea experimenta un gradual proceso de aumento de representación en sus relatos de modelos y esquemas sexuales y afectivas fuera de la normatividad. La película que nos ocupa es un ejemplo modélico de este fenómeno, pues está siendo resaltada a nivel mediático por dicha singularidad de su engranaje argumental. De la mano de Surtsey Films se estrena en España la lituana Slow, dirigida por una Marija Kavtaradze que se hizo con el galardón a mejor Dirección en la edición del año 2023 del Festival de Sundance. Un drama romántico que nos sitúa en el conflicto doloroso de la dificultad del amor sin sexo. Un trabajo modesto y humanista que no aprovecha con plenitud el potencial de su material de partida, pero esboza un vínculo pasional sólido, empático y servido de sentimiento y verdad. Cine lituano en nuestra cartelera para, más rara avis, introducirnos en mundos de lenguaje de signos, danza y asepsia de deseo.

Dos personajes, su particular manera de entender el mundo, y su conexión. La película no busca nada más, y a ellos se entrega desde el primer fotograma, en un encomiable ejercicio de economía narrativa. Un caso cotidiano de química instantánea entre dos personas aparentemente sencillas, y la ternura de contagiosa alegría de observar en paralelo su pausado y cuidadoso cortejo. Tan pronto como llega la confirmación, afloran las dudas. La solidaridad por el otro y las necesidades fisiológicas propias, así como los malentendidos de interpretación y gestión emocional ante las respuestas del amado hacia nuestros anhelos, conllevan confrontación en el seno de una relación formal con compromiso, sea cual sea su modelo. Trabajo de guion encomiable en la exposición escueta y clara de información, así como en plantear las dinámicas habituales de la pareja protagonista. Pareja encarnada con talento y entrega por sus dos actores, que usan su cuerpo como canal capital para entender y relacionarse con el mundo. Canciones inspiradores y melancólicas y afecto callado fotografiado en frontalidad granulada, donde el entendimiento entre ambos se realiza mas a través de las miradas, el contacto o los gestos que de las escasas palabras de un dúo parco en su capacidad de expresarse. La capacidad de suscitar reflexiones sobre la posibilidad de construir relaciones afectivas fuera de la normatividad sexual de nuestra sociedad es el principal valor del filme.

Problemática ambigua en la que se sumerge el filme para, sin embargo, limitarse a abordarla desde la primera impresión. Aborda su situación polémica desde el ángulo más común posible, y en lugar de abrir fugas hacia soluciones o disyuntivas mas complejas se detiene en los elementos más cotidianos de la disyuntiva. Y allí donde la sintonía entre ambos es innegable, resulta una pena que no se indague mas en la personalidad del asexual intérprete de lenguaje de signos, deviniendo ambos personajes simples. Filme llano en sus formas, de poca relevancia en sus imágenes y tono blando tan propio de propuestas de Sundance, quedando pues la propuesta cobijada bajo unas formas acolchadas de sensibilidad taladrada mediante melodía triste tan vistas en festivales que resta al filme gran parte de su frescura.

Sencilla, tierna y psicológica, Slow detiene su mirada en realidades poco retratadas ante la cámara para construir un romance de personajes faltos de aristas pero de química contagiosa.
Néstor Juez
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15 de enero de 2024
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Elena y Dovydas

Slow es una película tan sencilla como arrebatadoramente profunda. No hay muchos personajes. La acción se sitúa casi por completo en Elena (Greta Grineviciute) y Dovydas (Kestutis Cicenas), nuestra pareja protagonista. Ella es una bailarina de danza contemporánea. Una chica que siempre ha vivido su cuerpo desde el placer. Le apasiona el movimiento y lo siente profundamente. Da igual que su cuerpo pueda tener más curvas de las habituales. Ella goza. Disfruta bailando y según intuimos también disfruta del sexo. Aunque ya desea estabilizarse en el terreno del amor. Conseguir que sus relaciones duren más de unos meses.

Por su parte, Dovydas es un tipo totalmente distinto. Él trabaja como intérprete de lenguaje de signos. En una profesión que ya de primeras parece antagónica por su carácter estático. A pesar de ello, ambos se conocerán gracias a un curso de baile para sordos que impartirá Elena. No costará que ambos comiencen a compartir paseos y charlas encantadoras. En las que ambos se reirán mucho, ya que el humor impregna gran parte de la cinta. Sintiendo los dos una innegable conexión. La dificultad aparecerá cuando Dovydas le confiese a Elena su asexualidad.

*El deseo, el cuerpo

Sin duda, Slow es una película valiente que se decide por tratar un tema nada abordado por el cine. No se habla demasiado de la asexualidad, con lo que se agradece terminar de ver una película con la sensación de doble victoria. Ya que tratándose de una delicia a nivel cinematográfico, además, viene cargada con el obsequio de la pedagogía. Siempre gracias a un guion que dice poco, pero lo que dice siempre es acertado. Sutil y con una gran sensibilidad y aprecio por sus dos peculiares personajes protagonistas.

Dos personas tan diferentes como anhelantes de afecto y comprensión que se enamoran. Se enamoran de forma irremediable, mucho antes de empezar a profundizar en sus personalidades. Simplemente se sienten bien juntos. Pueden ser ellos mismos, sin tener que justificarse. Sintiendo, por fin, aquello que creían negado. Pero entonces él suelta la bomba. Sí, una bomba por lo inusual y por la forma de contarlo. Él es asexual. Él la quiere, querría tener una relación con ella. Pero no puede desearla como ella puede buscar de forma innata.

Es aquí cuando comienzan las dudas. Las fricciones. Entre el deseo de ella. Inevitable. Y la ausencia que hay en él. Un poco al estilo de lo que sucedía en la magnífica Her (2013), con ese amor entre un solitario Joaquin Phoenix y un sistema operativo. Un amor cruzado por la dolorosa falta de un cuerpo en el que dar rienda suelta a ese amor tanto tiempo cultivado. Aquí, en Slow, ambos tienen sus cuerpos pero para Elena la renuncia puede ser intrincada. Por eso habrá intentos un tanto dolorosos que conducirán a una bonita conclusión. No existe una forma más o menos acertada de vivir una relación.

*No hay una forma correcta de llevar una relación

Y es que al final Slow resulta una película sobre la aceptación. Sobre vivir con la realidad que a cada uno le ha tocado vivir. Sin tener que dejarse llevar por una sociedad que te dicte el camino a seguir. Así como sin definiciones excluyentes de lo que supone la masculinidad. Ya que Dovydas es un hombre como otro cualquiera. Un hombre que ama y que es amado. No importa la forma. Ni tampoco importa el grado de implicación fisiológica. Aunque obviamente en la cinta la masculinidad de Dovydas es puesta a prueba y él tiene que aprender a reaccionar.

Siempre con el cuerpo como territorio protagónico. Un cuerpo doliente que el cine ha mostrado muchas veces y que aquí alcanza el sobresaliente gracias a la dirección de Kavtaradze. Su manera de filmar las coreografías de Elena pone al espectador de inmediato en el estado de ánimo de la protagonista. Es todo dinamismo. Frente a la calma del mundo de Dovydas. Todo absolutamente sensorial y directo. Perfectamente combinado con las secuencias en la que ambos están juntos. Llenas de paseos por calles tranquilas y bucólicas, en los que prima el detalle. La luz. El despertar de los dos a un amor de esos que no se olvidan.

*Conclusión

En resumen, Slow es una preciosa historia de amor sobre dos personas peculiares. Ella, Elana, una bailarina de danza contemporánea. Él, Dovydas, un intérprete de lenguaje de signos que es asexual. Un tipo de sexualidad nada explorada por el cine que aquí se presenta de forma pedagógica y con gran tacto. Sin renunciar al humor y con una verdad inmensa que conmueve en cada plano. Gracias a su preciso guion y el dinamismo de su directora para filmar el cuerpo. El deseante de ella y el calmado de él. Sin duda una película que permanece en la memoria. Una delicia de las que hacen falta en estos tiempos oscuros.

Escrito por Laura Tabuyo Acosta
Cinemagavia
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20 de enero de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Presenta la historia de Elena, una profesora de baile, y Dovydas, un intérprete de lenguaje de signos, cuyo encuentro da lugar a un hermoso vínculo. La película se sumerge en aguas inexploradas al abordar la complejidad de una relación donde uno de los protagonistas, Dovydas, confiesa ser asexual.

La dirección de Kavtaradze se destaca por su capacidad para capturar la sutileza de las emociones y las relaciones humanas. La conexión entre los personajes se desenvuelve de manera auténtica, llevando al público a través de una experiencia emotiva. La dirección logra equilibrar la intimidad y la naturalidad de la historia.

Las actuaciones son notables, transmitiendo la complejidad de los personajes de manera convincente. El guion potente explora temas poco convencionales en el cine, como la asexualidad, con sensibilidad y respeto. Sin embargo, en algunos momentos, la intensidad del guion podría resultar abrumadora, eclipsando la delicadeza que caracteriza la mayor parte de la película.

El aspecto técnico sigue un estándar básico, cumpliendo con su propósito sin destacar de manera significativa. La simplicidad en la cinematografía y la banda sonora se alinea con la narrativa, permitiendo que la historia y las actuaciones tomen el centro del escenario. Aunque básico, el aspecto técnico sirve adecuadamente a la película.

"Slow" destaca por abordar un tema poco tratado en el cine de manera respetuosa y correcta. La representación de la asexualidad es un paso valiente y necesario en la diversidad de historias que merecen ser contadas en la pantalla grande. A pesar de algunos momentos intensos en el guion, la película logra ofrecer una mirada sincera y única a una relación poco convencional.
Pablo Veiga
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20 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película lituana explora cómo vive una pareja su atípica sexualidad. Es romanticismo puro (él confiesa enseguida que no siente atracción sexual por nadie..., pero sí amor.., amor en estado puro). Aunque tienen altibajos como pareja por la descompensación de líbidos, la directora lituana basa su enfoque en la difícil consolidación de una relación imperfecta.
Música y coreografía preciosas. Buena interpretación de los dos protagonistas.
Xavier
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