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Críticas de Néstor Juez
Críticas 880
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
10 de mayo de 2024
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Pocos escenarios se le dibujan mas jugosos a un cineasta que el de servirse de un imaginario cinematográfico reconocible para explorar nuevos horizontes personales. Servirse de rasgos iconográficos de géneros para definir universos de temáticas y vocabulario personal. Dicho halago puede aplicarse con argumentos a la breve pero sugerente carrera de la realizadora navarra Andrea Jaurrieta. Seis años después de su ópera prima regresa con su primer largometraje tras su experiencia en las residencias de la Academia de Cine: Nina (2024) (nombre que ya asumía para su nueva identidad el personaje de Ingrid García-Jonsson también escogido por Jaurrieta para su propio canal de Youtube, donde dejó divertidos y divulgativos tutoriales sobre financiación de óperas primas), adaptación libre de La gaviota (1896) de Anton Chéjov protagonizada por Patricia López Arnáiz y aplaudida en el pasado Festival de Málaga. Llega pues a nuestras pantallas un manierista western feminista de venganzas que supone una contrastada evolución a nivel estilístico, pero que sigue arrojando algunas dudas en el proceso con el que busca alcanzar sus objetivos. Un desgarrador relato cargado de personalidad y convicción en sus temas abordados, pero en el que las formas escogidas no hallan sinergia plena con el relato que acompañan. Nina es un viaje en el que las intenciones van siempre por delante de sus frutos semánticos.

Desde los primeros compases del largometraje, el pueblo costero en el que está ambientada la narración y su clima son un aspecto determinante para trazar tanto la identidad como la densa atmósfera de la propuesta. La intensidad emocional de la cruzada de Nina se apoya primero en la soledad permanente que la rodea, y segundo en la hostilidad que recibe de un entorno que debiera ser acogedor, representando con vehemencia el regreso a casa como un estadio doloroso. La personalidad de Nina y su trauma imborrable a través del diálogo con el pasado callado se revelan gradualmente. La lluvia, las mareas marinas y la hosquedad vasca se añaden como elocuentes rasgos tonales para definir un clima reconocible de complicidad vergonzante. El paisaje es utilizado en el mejor cine como un personaje más, y la esencia adusta, tradicional y cerrada de la cultura vasca ejercen en Nina como pertinente conexión con el nuevo cine neorrural español, del que procura distanciarse en el resto de elementos. Campo, diluvio y bruma sirven para ahondar de pesadumbre unos días de celebración popular en los que los inicios en la sexualidad de los adolescentes no están exentos de tragedia.

Tragedia escondida la de la violencia de género y las dinámicas de poder descompensadas entre niñas y hombres adultos que Jaurrieta indaga con vehemencia y frondosidad sensorial, aplicando el bisturí sin paños calientes hacia situaciones de dominio y anulación psicológica tantas veces resguardadas por nuestro tejido social. El cajón de los recuerdos se desentierra gradualmente, y la venganza se sirve tibia a punta de escopeta. Escopeta, gabardina ancha o taberna para otorgar al filme su apariencia esteta de western deconstruido. Las perturbadoras cuerdas de la partitura de Zeltia Montes contribuyen a trazar un denso tono de tensión y macabro conflicto de cortejo prohibido y trauma latente que impregna a la cruzada de Nina de dinamismo hasta su climática conclusión. Gestos de disparo, bocas abiertas y rojo intenso en vestido y carmín.

Lamentablemente, la sinergia entre forma y fondo no resulta plena, articulándose los códigos formales desde la ortopedia, y resultando su dispositivo estético un ideario visual de aplicación caprichosa. Su estructura de flashback intercalado resulta pronto repetitivo, y queda tan claro el rumbo que seguirá la narración que el espectador se encontrará durante la mayor parte del metraje un paso por delante. Los temas imperan sobre las formas, y se impone antes su alegato y su discurso que la manera de encarnarlo: una tragedia navarra de reminiscencias clásicas con resolución preciosista, pero escasas y cristalinas capas de significado, lejos del potencial simbólico del subgénero del que bebe.

Crispada, visceral y hosca, Nina propone una inmersión vasca en traumas femeninos de abuso sexual que refrenda la convicción de Jaurrieta en apostar por relatos de acentuado manierismo y personalidad innegociable, si bien sus ambiciones conceptuales son afrontadas con menos niveles de lectura y pluralidad expresiva de lo que sus referentes atesoran.
Néstor Juez
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7
27 de marzo de 2024
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No ha sido tan habitual en tiempos recientes la presencia del realizador alemán Christian Petzold en San Sebastián. Este año lo hizo por motivo doble: por un lado, integraba el jurado de la Sección Oficial, y por otro, presentaba en Perlas su aplaudido último trabajo: Cielo rojo, co-protagonizada por Paula Beer y merecedora del Gran Premio del jurado en la pasada Berlinale. Un trabajo que, tras aquella debilidad personal que fue Ondina, prueba que el director se encuentra en el mejor momento de una ya extensa carrera. Obra de cámara campestre de apenas un cuarteto de personajes, donde se cruza el deseo, el resentimiento y la envidia y se carga la atmósfera de carga simbólica. Cine ligero lleno de subtexto para una posterior reflexión, donde las formas declaman con claridad meridiana aquello que las palabras solo dejan entrever. Convivencia casera y divagar por la costa entre manuscritos y paseos en bici de diálogos directos en un recorrido de aparente sencillez y concisión pero con madura sutileza. Y sobre todos los personajes, un abrasador incendio anega el espacio, la imagen, la conciencia de los personajes y el baúl de la memoria. Otro ejemplo más en el cine del alemán de uso maestro de una única melodía presente de modo intermitente entre el silencio del filme sin que llegue a saturar por repetición, bañando de estilo, misterio y encanto la evolución de los personajes. Comedia con tensión sexual que desemboca en tragedia y desgarro a través de una mutación pausada y orgánica. Película contenida de personajes reales y control sin aspavientos, que reafirma a Petzold como uno de los directores mas sorprendentes de la Europa contemporánea.
Néstor Juez
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8
27 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
También de la Sección Oficial de Cannes nos llegó otro título que no recibió premio alguno pero que, a opinión de este crítico, supera en réditos cinematográficos a todos estos. Un drama cinematográfico manierista e histriónico inspirado en hechos reales: Secretos de un escándalo, protagonizada por Natalie Portman y Julianne Moore y dirigida por todo un maestro posmoderno como Todd Haynes, responsable de la extraordinaria Carol. Una sutil, madura y codificada crítica de la vida residencial norteamericana que disecciona la problemática de las dinámicas de poder descompensadas en relaciones sentimentales, ahondando con complejidad y desconcierto turbia en las áreas morales grises de una pareja. Drama meta-cinematográfico sobre los preámbulos de un rodaje que va mas allá del suspense de reflejos entre matriarca y actriz llamada a encarnarla. Discurso fílmico cargado de lecturas y dobles sentidos, donde forma y fondo ofrecen apariencias dispares pero se relacionan con coherencia, ofreciendo una bruma tonal tan desconcertante como hipnótico donde entran en juego tanto un humor negro ligero como el erotismo macabro o el histrionismo desgarrado del melodrama. Un graduado y medidísimo pelado de las capas de la cebolla, donde la violencia y la tensión palpitan desde el primer fotograma sin nunca explotar, y la revelación de los mecanismos de mantenimiento del opresivo ecosistema familiar Atherton-Yoo es graduada y nunca subrayada. Cárcel transparente de costumbres familiares de protocolo marcial en la que viveros con orugas reflejan cuál metáfora a pequeña escala el control obsesivo que el personaje de Julianne Moore ejerce sobre sus hijos y marido. Jardín de humanos podado a diario, donde se limita el crecimiento. Ambas Portman y Moore, dando vida a personajes reprobables, de carácter o peligrosos y animadversión instantánea con mas concomitancias de la que ninguna estarían dispuestas a reconocer, están pletóricas, pero el gran personaje de la cinta es ese marido interpretado por Charles Melton, que se sofistica conforme progresa el metraje. Pese a la seguridad física que transmite, queda finalmente claro que es un niño que lleva 20 años congelado en los 13 años. Entorno tóxico artificialmente configurado y resguardado que la actriz asume mimetizando la manera de maquillarse o mirarse al espejo, pero también seduciendo a un muchacho de instituto en una conferencia o tocándose en el almacén de una clínica veterinaria, escena del crimen carnal. Denso paisaje de perversión moral, donde la bruma de la humedad veraniega, las formas adornadas de la televisión de los 70 o la música rescatada de Michel Legrand se combinan para ofrecer nueva vida de marcada personalidad, en otro ejercicio posmoderno del impagable Todd Haynes. Quizás nos encontramos ante el que será el mejor estreno del 2024.
Néstor Juez
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8
27 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una constante en las Perlas de los últimos años ha sido, aunque fuera en una proyección especial que no optase al Premio del Público, ha sido la inclusión en el festival de la ganadora de la Palma de Oro en Cannes. En 2023 no podía ser menos, y meses antes de su estreno pudimos disfrutar de Anatomía de una caída, nuevo trabajo de la francesa Justine Triet protagonizada por Sandra Hüller. De largo (y ya era hora, una gran película), la mejor Palma de Oro de los últimos tres años. Cine de excelso guion y puesta en escena poco exhibicionista pero diestra para enriquecer los niveles de lectura. Un exhaustivo estudio de los mecanismos de construcción del relato alrededor de una máximo detallada en múltiples niveles: en los tiempos en los que la verdad queda relegada a un segundo plano, lo importante es servirte de los medios necesarios para crear la historia mas convincente. Cine policial, también drama familiar, también suspense y género de juicios, pero es más que la suma de todas esas partes. Actores en sintonía, en concreto una Sandra Hüller catedralicia, estrella canina como contrapunto con rol trascendente a nivel dramático son algunos de los elementos de este estudio de la ambigüedad. Enunciación apabullante de los mecanismos de narración: grabaciones de voz, declaraciones de noticiario, maquetas, recreaciones en 3D, ensayos con texto en la escena del crimen, léxico jurídico, literatura de suspense…y, por supuesto, verbo en todas sus manifestaciones. Película muy hablada pero no por ello despojada de ideas visuales, combinando perspectivas, encuadres móviles de seguimiento o desplazamientos de cámara mas abstractos para recrear divagaciones o hibridaciones con los códigos televisivos o con las texturas de las cámaras de mano digitales. Asesinato enmarañado sobre el blanco de la nieve, y extenuante investigación de grises tan clásico en su utilización de los géneros cinematográficas como anclada en sensibilidades del ahora, con uno de los personajes mas fascinantes del 2023 en la forma del niño pianista. Uno de los grandes títulos del año.
Néstor Juez
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7
27 de marzo de 2024
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El festival gusta de crear comunidad y fidelizar vínculo con cineastas a través de los años, programando sus obras en diferentes secciones o convocándolos como jurados. Pero no hay caso más reconocible de conexión emocional de un cineasta con un festival y el público de la ciudad que el del predilecto realizador japonés Hirokazu Kore-eda. Era pues casi un hecho inevitable que en Perlas estaría su última película: Monstruo, que le otorgó a Yuji Sakamoto el premio a Mejor Guion en Cannes. Un trabajo de solvente oficio y belleza en su planificación y embriagador pulso en su tempo en escalada, que retrata con variados matices y complejidad dramática las áreas mas oscuras y ambiguos del tratamiento de niños en ambiente escolar, así como la problemática de la tergiversación de los puntos de vista confrontados. Brilla especialmente el trabajo de los intérpretes, y en su tercer acto, el filme se eleva varios peldaños, demostrando una vez más la habilidad de Kore-eda para dirigir niños. Se apoya para el impacto sorpresivo en su dispositivo, repitiendo los mismos sucesos en tres ocasiones desde la perspectiva de diferentes personajes para ofrecer diferentes valoraciones y conflictos alrededor de los turbulentos sucesos. Dispositivo de guion que acaba maniatando a la película, bombardeando su credibilidad en aras de falsas informaciones, morbo y golpes de efecto. Y así como se cuida a los personajes infantiles, otros adultos son perfilados de manera mas burda, recurriendo al ridículo o a la confrontación de manera escabrosa. Buen filme con cuidados medios de producción y ejecución técnica, pero mas tramposo y mucho menos sutil de lo habitual en el cine del nipón.
Néstor Juez
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