Georgetown

Vamos a ver, lo primero que he hecho ha sido comprobar que es cierto que esta historia está basada en hechos reales. Todo resulta tan increíble que si no conocías el caso (como yo) te resultará difícil no mostrar incredulidad ante la sucesión de acontecimientos que muestra esta película.

El protagonista es un tipo con unas ambiciones sociales desmesuradas a cuyos delirios nadie debería dar crédito. Sin embargo, el tipo persiste en sus patrañas y logra embaucar a gentes importantes, a las que uno presupone prevenidos contra este tipo de sujetos. Así que, como espectador, uno no entiende que un estafador de pacotilla como este pueda mentir durante tanto tiempo y seguir medrando.

La película ilustra como esa bola de nieve de mentiras crece hasta estallarle en la cara. Pero no hay un gran talento en su fraude. Ni siquiera vemos que resulte un tipo con un carisma irresistible. Simplemente los que lo rodean parecen ser imbéciles. Por eso la mascarada nos resulta ridícula, un despropósito. Estoy seguro de que ocurriría lo mismo si aquí en España hiciesen una película sobre los tejemanejes del Pequeño Nicolás o de las hazañas de aquel donjuán sin dientes que logró vivir durante 20 años de las mujeres que seducía a través de las redes sociales. Quienes no tuviesen conocimiento previo de esas noticias tendrían la misma sensación que tengo yo ahora. ¿Esto pasó de verdad? Imposible.

Creo que el fallo de fondo de esta película está en que, en lugar de centrarse en analizar con mayor o menor rigor el personaje del charlatán y estafador que encarna Christopher Waltz y las circunstancias sociales en que desarrolló sus ridículas actividades (con algún éxito durante cierto tiempo), apuesta como baza principal para atraer al espectador por la intriga sobre si es o no el asesino de su esposa y sobre cómo va a probarse su inocencia o culpabilidad. De ese modo, la película pierde su fuerza en un pobre e insulso juego de detección policial y judicial (que el título español recalca aún más) y deja en un simple bosquejo, mayormente humorístico, ese retrato de caracteres y ambientes sociales, en cuya profundización hubiera podido encontrar su verdadera razón de ser.

El crimen de Georgetown, debut en la dirección del doblemente oscarizado Christoph Waltz, por obra y gracia de Quentin Tarantino, es exactamente lo que ven mayoritariamente por aquí, en esta sacrosanta comunidad de FilmAffinity. Una película de 6, o incluso 5,5.
Dejando de lado que está clarísimo que el principal atractivo de la cinta son Vanessa Redgrave (fabulosa, como siempre; una de las pocas auténticas damas que nos quedan), Annette Bening (siempre elegante y maravillosa) y el propio Waltz (perfecto para este tipo de roles sibilinos), la película, aunque basada en una historia real, es un relato más del típico oportunista que se casa con una mujer mucho mayor y por supuesto rica y famosa para beneficiarse de su estilo de vida. Y la película no está mal, pero tampoco es nada del otro mundo, y no resulta innovadora realmente en nada, ni está especialmente bien rodada, y además la narración es bastante enrevesada sin ninguna razón que lo justifique.
En definitiva, una película pasable, aceptable, elevada por sus grandísimos actores, pero bastante prescindible también a muchos niveles.

Lo mejor: Los tres protagonistas, unos intérpretes increíbles de probadísima calidad y experiencia.
Lo peor: La historia es demasiado rocambolesca y no aporta nada nuevo.

Podría haber sido una película perfecta en base a dos ingredientes esenciales y valiosos:
- Un trío de actores notables
- Una historia interesante basada en hechos reales

Sin embargo, la obra resulta irregular por diversas razones:
- Una de las actrices, Annette Bening está desaprovechada y aparece y desaparece a lo largo de la historia terminando por mostrar un perfil plano que seguramente esta artista no buscaba ni se merece.
- La película empieza muy bien y capta nuestra atención pero, súbitamente, baja el ritmo y se vuelve hasta tediosa. Después vuelve a mejorar y, de nuevo, su final es abrupto y algo decepcionante (no por la historia, sino por su tratamiento).
- Waltz es un magnífico actor pero sus escenas se prolongan demasiado y terminan saturando. Creo que, como director, buscaba dejar claro ante el espectador todos los matices de su complejo personaje pero no acierta con su estilo; en mi opinión, debería haber sido sutil y sugerir más que enseñar como hacen los grandes directores.
- El desarrollo de la historia, tan cargado de detalles, concluye con un final abrupto que rompe el ritmo pero que, lejos de ser un acierto, se suma a los diversos errores cometidos.

No obstante, no creo que sea una mala película. Waltz se ha arriesgado y, aunque no ha acertado del todo, sus errores no son tan irreparables como para que no pueda solventalos en nuevos proyectos. La historia está bien enfocada, en términos generales, y la selección de actores es muy acertada. Las interpretaciones de Vanessa, Annette y Christoph salvan la película y nos conceden momentos estupendos. Y la idea de dividir en partes la historia ayuda a orientarnos frente a un argumento que puede resultar complejo en ocasiones.

De momento, Waltz es mejor actor que director.

No sé si es porque la vi sin expectativas, creyendo que sería otro bodrio tipo Perfectos Desconocidos, y si que tiene parecidos con esta, un elenco estelar, en un thriller elegante, pero está mucho mejor llevado, los diálogos son mordaces, el villano mucho más interesante y mejor construido, al igual que el juego de la anciana y el lobo.
Es cierto que la resolución es mediocre además de predecible, y siendo muy indulgentes.
Tampoco se entiende qué hace Annette Bennig en un personaje tan menor.
Pero con todo es divertida, consciente de sí misma, todo lo contrario al protagonista.
Christoph Waltz está fantástico como este sociópata, mentiroso patológico, y Vanessa Redgrave le da buena replica.
Entretenida, una película pequeña pero digna dentro de su género.