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La Quietud

Drama Dos hermanas se reencuentran después de mucho tiempo separadas. Una regresa por el delicado estado de salud de su padre, mientras que la otra pretende que nada ha cambiado. Junto a la madre, las tres se verán obligadas a reconstruir el pasado y a enfrentar los desafíos que aparecen en el presente. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
5 de enero de 2019
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La quietud. Esta película firmada por Pablo Trapero nos lleva a meditar sobre aspectos recurrentes de la condición humana ya todos presentes en la tragedia griega. Por recurrentes se antojan pues, irresolubles. Empecemos por el final que es por donde parece mejor empezar las cosas. La prosperidad material de esta familia, sus lazos afectivos y la pertenencia a la burguesía acomodada argentina se sustentan en un amor sin mediación moral. Afecto conflictivo entre las personas, amor a la hermosa finca La quietud y amor al grupo social de pertenencia. Un amor centrado en la persona y su atribución simbólica: el padre por ser Padre, la madre por ser Madre, el marido por ser Esposo, el amigo por ser amigo del Padre y así sucesivamente. Tan solo la relación de las hermanas está establecida sobre vínculos más genuinos y profundos. El amor real, el que importa, requiere de su mediación a través de valores morales; no se puede establecer sobre las ruinas de la justicia o el desprecio al sufrimiento humano. Esto es lo que San Pablo expresaba al declarar que el amor no se goza de la injusticia sino se goza de la verdad y que Bonhoeffer señala como la impostura que hay en toda inmediatez. La resolución moral de la película es clara: no podemos disfrutar de aquello que hemos recibido manchado de la sangre o del expolio de las víctimas, sean bienes materiales o relaciones interpersonales. La expiación no se realiza mediante el deterioro personal, el asesinato, o la neurosis, sino mediante la confesión ante la justicia pública y el arrepentimiento. ¿Pero cómo se pudo mantener esta situación tanto tiempo? Mediante el secreto. El secreto es uno de los mecanismos más nocivos para las relaciones humanas y la salud mental. Se distingue de la confidencialidad en que ésta guarda la intimidad de alguien que no perjudica a un tercero. El secreto es lo que se habla tan solo entre dos porque no soporta la opinión pública ya que daña a terceros. Mantiene la agresión viva en un mar de silencio y de confusiones. La película expresa de manera excelente esta dinámica perniciosa. Película recomendable por su realización y por el contenido aplicable a muchos de nuestros actuales problemas.
JRBoxó
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4 de septiembre de 2018
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos hermanas se reencuentran después de mucho tiempo separadas. Una regresa por el delicado estado de salud de su padre, mientras que la otra pretende que nada ha cambiado. Junto a la madre, las tres se verán obligadas a reconstruir el pasado y a enfrentar los desafíos que aparecen en el presente.


Tras El Clan, el director Pablo Trapero estrena su décima película (en 200 salas en todo el país y tuvo un flojo arranque en el cuarto lugar con 3.648 entradas, sigue primera El Ángel que ya, en 20 días, supero el millón de espectadores), que estará participando en El Festival De Venecia y en El Festival De Toronto y es el último gran estreno de este “Súper Agosto” del cine argentino, que tuvo a la mencionada El Ángel, El Amor Menos Pensado y Mi Obra Maestra dominando la taquilla.

El tráiler era bueno y lo coloque en la lista de las más esperadas… pero fui a verla sin ningún tipo de expectativa el día viernes 31 de agosto y fue raro porque no sabía que opinar de ella tras visionarla completa, como que fue una experiencia nueva… que se puede esperar del director. Pero mientras pasaban las horas iba un poco concluyendo.

Y hablando de Trapero, si son fanáticos de su cine (El Clan, Elefante Blanco, Carancho, Leonera, El Bonaerense, entre otros) se van a encontrar aquí con su proyecto más liviano pero eso no quita que tenga su estilo de filmación que sigue funcionando a las mil maravillas. Destacándose, sobre todo, los maravillosos planos secuencias que están excelentemente coreografiadas y todos los actores, incluso los extras, lo llevan bárbaro. También tiene una preciosa factura técnica, menos mal que casi toda la trama transcurre en una linda quinta (llamada como el film, me dio ganas de ir ahí), en donde los colores contrastan siendo la más colorida de la filmografía del director, casi siempre hace elementos oscuros, duros y realistas.

Hay unas buenas canciones dentro de ella que acompañan bien con la imagen: como Le Rempart, cantado por Vanesa Paradis, People2, de Aretha Franklin, y el tema que funciona casi como un leit motiv, Amor Completo, por Mon Laferte.

Como siempre él se encarga del guion, del montaje (con Alejandro Brodersohn) y hace un buen trabajo. Junto con Alberto Rojas Apel crean una trama que es muy coral porque se narran muchas cosas: infidelidad, embarazo, amistad, familia, todo en una historia de 120 minutos. Por suerte no es una telenovela. Arranca como un relato intimista, y femenino, de un tipo como el que Trapero no encaró, y que luego tiene implicancias sociales e históricas que se suman a las de la intimidad de las relaciones familiares, siendo esta la mejor parte de todo el film.

El casting está muy bien elegido, sobre todo Martina Gusman (musa y esposa del director) y la franco-argentina nominada al Oscar Bérénice Bejo. Resultan muy creíbles como hermanas, tienen rasgos similares y creo que tuvieron un gran desafío, porque hay escenas entre ellas que pueden llegar a incomodar por la temática que lleva.

Después los demás actores están bien, pero la gran estrella de esta función fue Graciela Borges como Esmeralda. Se roba las escenas, se destaca también que tiene toques de humor que provoca carcajada en el espectador. Cuando miraba los adelantos pensaba que iba a ser un personaje más del montón, pero en el último tercio se hace un giro de guion sorprendente, hace que ella se convierta en el mejor personaje y que quería seguir solamente a ella. Es la mayor razón para ver esta película.


Un poco se desmorona en algunos tercios de la trama porque lo consideraba un poco típico y, hasta cierto punto, pesado. En algunos momentos me hizo acordar al bodrio de Desearas… con Pampita. Y por ultimo Pablo Trapero le erro en ciertas partes, por ejemplo en un momento se ve la cámara y en otra hay un error de continuidad. En una escena, el personaje de Martina Gusman está tomando whisky, se lo toma de una y tiene el vaso de vidrio vació, cambia de plano y vuelve a tenerlo lleno mágicamente. Ninguna película es perfecta, eso se lo puede perdonar.


Al final del día, en La Quietud vamos a tener un Pablo Trapero menor pero sigue teniendo su estilo buscando incomodarte y lo logra sacando de cierto lugar de confort al espectador. Todas las actuaciones son buenas, la fotografía y las locaciones son bellísimas. Es un buen estreno para ver en el cine, tal vez divida al público y no tenga un gran éxito pero es una historia (apta para mayores de 16 años con reservas) muy interesante que al final es buena.

Nota: 7/10
Verde, Pulgar Arriba.
Mauricio Bravo
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14 de noviembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un lugar de Argentina existe una hacienda de ensueño: caballos, grandes praderas, lagos con cisnes, extensas rosaledas...Dos hermanas, alejadas hace tiempo, vuelven a juntarse ante el anuncio de la inmediata muerte del padre. Es el momento de recuperar recuerdos, de repreguntar, de intentar restañar heridas y aclarar viejas dudas. Las hijas del que tuvo embajada en Francia descubrirán a qué se dedicaban realmente sus progenitores mientras espiaban, con lascivia, a los fornidos sirvientes y jugaban poniendo en práctica las fantasías más libérrimas.

Con la excusa de que nos va a contar algo importante, Pablo Trapero aprovecha para abocetar las relaciones personales de las protagonistas de la trama: sus vicios, sus zonas grises, sus anhelos insatisfechos..., con la confianza en que el espectador ponga el resto de su cosecha.
No está mal pensado, nos decimos mientras hacemos un alto a la sombra de un higuerón, próximos a uno de los tres arroyos que surcan la finca. Pero ¿qué sucede si no te apetece desarrolar esos trazos que consideras licencias excesivas del guión?... Pues que te sales un poco de la historia y pierdes interés por los caprichosos dramas de las singulares damiselas; sobre todo cuando te hueles la tostada de la procedencia del capital familiar.
Sinhué
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7 de septiembre de 2018
10 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco de quietud tiene la nueva película de Pablo Trapero. Muy cerca del melodrama de características familiares, y muy imbuido de un espíritu revisionista de la historia argentina más reciente, me refiero concretamente a los últimos 40 años, el consagrado director argentino de Mundo Grúa, Carancho, y El Clan parece haber mojado su pólvora, pero sobretodo, haber perdido su rumbo.
Es lamentable como un director tan dotado para el cine, que incluso comienza la película con un travelling de cámara a ras de piso que deja admirado al espectador en su primera escena, comience a dar golpes bajos tratando de contar una historia relacionada con hechos de alta corrupción sucedidos durante la última dictadura militar.
La película desbarranca con una crítica grosera de la alta sociedad argentina donde Trapero no deja títere con cabeza insinuando un incesto entre hermanas con escena masturbatoria incluida, además de un entrecruzamiento de amores entre cuñados, un matrimonio mal avenido de los padres, y un vergonzoso hecho de corrupción del padre durante la dictadura militar que lo relaciona con la apropiación de tierras de desaparecidos, además de un criminal desenchufe de un respirador artificial que mantiene a un moribundo.
En verdad, la película tiene momentos cinematográficos notables, en los cuales el director logra crescendos sostenidos que dan brío a la narración que efectivamente se sostiene por sí misma, interesando no solo por su factura cinematográfica sino por lo que plantea. Pero el efectismo del director como guionista lo lleva a un desbarranco inevitable toda vez que el espectador deschava las intenciones de una crítica social perimida por el transcurso del tiempo, dando lugar a una pérdida de interés tanto de la narración como de la película en sí misma.
Lo notable del caso es que Trapero es un director que cuando eligió la veta del realismo consiguió realizar sus mejores películas. Ahora trata de ir por la vía de la descripción social y equivoca el rumbo. La situación social que plantea es inexistente. La sociedad que describe dejó de tener vigencia hace más de 50 años atrás. Las acciones que relata la película transcurren hoy en día, por lo tanto, responden más a un imaginario popular que a una real situación social de la Argentina de nuestros días.
El personaje de Graciela Borges, por otra parte muy bien actuado, no existe en esa realidad. Ya no quedan patriarcas ni matriarcas corruptos como el que describe la película porque simplemente todos han muerto porque los hechos que dan lugar a la historia han transcurrido ya hace 40 años. Las herencias se han dividido. Las familias aristocráticas han desaparecido. Los militares están todos encarcelados y ninguno de ellos ha podido mantener siquiera un buen pasar. Los nuevos millonarios de la Argentina no son los nobles de la alta sociedad sino los políticos corruptos, algunos empresarios, sindicalistas y deportistas exitosos. El exitoso ha reemplazado al aristócrata.
La tergiversación de la verdad, la insistencia en el mito pasado, no conducen a ningún lado. Bien podría haber apuntado Trapero a la corruptela actual para darle un viso de credibilidad a esta historia que sin propósitos revisionistas hubiera ganado en humanismo, transformando el intento de sátira social en un buen drama sobre la corrupción que estamos viviendo.
Charly Barny
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29 de julio de 2019
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante los años que dediqué mi tiempo profesional a la preparación y venta de perfumes, descubrí que combinar esencias era algo delicado, complejo e incluso alquímico. Existe un algo indefinido que traspasa la propia matemática de cualquier fórmula olfativa, para deslizarse por ese misterio que nunca parece desvelarse del todo.

En "La Quietud" la mezcla de sus variadas escenas, no compone una fragancia equilibrada. Algunas notas interpretativas se ofrecen rotundas, cálidas, incluso poderosas; mientras otras parecían vulgares, pretenciosas, lejanas e incluso carentes de integración en el conjunto.
ALIENTO
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