Al borde del abismo

La película tiene un comienzo prometedor y original por cómo se desarrolla la acción. Nuestro protagonista disfruta de la cena, del hotel y del desayuno para después salir a la cornisa y dejarse ver haciéndonos creer que quiere suicidarse. Sin duda un comportamiento fuera de lo habitual que no es más que una cortina de humo bien tejida por Asger Leth.

Sin embargo, la importancia real de la película de basa en la historia subyacente, ese robo diseñado con escuadra y cartabón que, a pesar de lo descabellado de algunas de sus partes, es entretenido y muy visual. La química entre sus protagonistas Bell y Rodríguez (ambos actores perfectamente elegidos) es evidente y sus dosis de humor rebajan la tensión propia del robo.

Si bien estos dos personajes están aceptablemente representados, son los otros protagonistas los que chirrían nada más verlos. En el caso de Worthington, limitado por su escaso repertorio de registros interpretativos, en ningún momento se adueña de su papel y lo hace previsible y repetitivo; y en el caso de Banks porque no tiene la personalidad necesaria como actriz como para dar un paso al frente y llevar un mayor peso en la trama.

En definitiva, una recomendable cinta de acción y también suspense, con una buena idea de inicio y desarrollada con acierto. Es curiosa también la inclusión de un elemento de crítica social en la trama, quizá un guiño a la situación económica actual. Si hay que ponerle algún pero serían un final demasiado made in Hollywood y unos primeros minutos que no enganchan del todo. Sin embargo todo esto no desmerece una historia que te mantendrá en tensión y que entretiene.

Nick Cassidy ha reservado habitación en el Hotel Roosevelt, en New York. Se dispone, muy burgués él, a desayunar como un campeón, incluso permitiéndose el lujo de beberse una copita de champagne de buena mañana. Todo va muy bien hasta que el bueno de Nick decide salir por la ventana y permanecer en la cornisa de tal rascacielos, a la espera de llamar la atención del gran público y de la policía. ¿Qué le ha llevado a actuar así?

La película va de más a menos. El punch inicial no es suficiente para contrarrestar las deficiencias de un guión que rezuma mediocridad. El interés del espectador va decreciendo conforme la tensión narrativa se diluye en una intriga ramplona. Cierto es que nada rechina en la película, pues uno la engulle tan fácil como la olvida. Las caras conocidas del cartel (Sam Worthington, Ed Harrid, Edward Burns, Jamie Bell o Elizabeth Banks) le dan, además, el toque comercial necesario para captar la atención (y los euros) del espectador.

Tiene entre sus activos el acierto de haber dado a conocer a la explosiva Genesis Rodríguez. En fin, entretenida sin más. No le pidan peras al olmo.

Un hombre paraliza a toda una ciudad al asomarse a la cornisa de un hotel con la intención de suicidarse, haciendo tambalear la tranquilidad de ciertos individuos que están vinculados con él.
Desde el momento que atraviesa la ventana de su habitación para exponerse desde uno de los pisos mas elevados de la ciudad, la trama da comienzo, con un ritmo intenso y frenético que no decae en ningún momento.
Cuenta en su reparto con nuevas caras prometedoras del cine de acción como Sam Worthington y Jamie Bell, que deja algún guiño hacia su papel de Billy Elliot y el veterano y siempre eficaz Ed Harris.
Maneja con astucia los tiempos y expone con acierto la situación que ha llevado al personaje a subirse a la cornisa, ofreciendo una mezcla acertada de suspense y acción.
Posee diversas secuencias que hacen aguantar la respiración y que poseen diálogos originales e inteligentes, el único pero, que se le puede achacar, es que gran parte de lo que ofrece resulta inverosímil.
Resulta poco convincente que una joven pareja inexperta, cuente con materiales específicos para el robo y que sea capaz de realizar incursiones en edificios, más propias de la saga de Misión imposible.
Así pues, se trata de una trepidante y vertiginosa historia de acción y suspense, que se olvida de la lógica y de las leyes de la física, para ofrecer un entretenimiento previsible y que se saca algún que otro truco de la chistera, para ofrecer un desenlace estándar.

La película puede verse y es entretenida; mantiene buen ritmo y distribuye correctamente la intriga/tensión a lo largo de su metraje.
No obstante, su principal problema es que para mantener esa tensión se abusa demasiado de situaciones irreales y poco creíbles. Algunos personajes son prácticamente super-hombes, con unas habilidades y conocimientos imposibles, y una buena suerte que es la antítesis de las leyes de Murphy.
Es en el desenlace final donde la película se disparata especialmente, resolviéndose los enredos de una forma precipitada y torpe.

Es la típica historia de intriga en el que una situación de amenaza sobre una persona mantiene en vilo a la ciudad. Lo que cambia es que en este caso es el propio protagonista el que quiere suicidarse, no como en los robos de bancos, o como en “Última llamada” o “En el punto de mira” (la de Wesley Snipes).
Lo cierto es que ver a un tipo en una cornisa en plan “me tiro o no me tiro” no podría dar mucho juego en principio. Claro que la película se guarda cartas en la manga para que no sea solamente una conversación de hora y media entre la negociadora (Elizabeth Banks) y el protagonista de “Avatar”.
Además, una vez que la cosa se pone en marcha y va cogiendo interés, aparece ni más ni menos que el “monstruo” de Ed Harris. Este veteranísimo actor, solo con su presencia ya hace que cualquier película suba puntos. Su actuación siempre es genial, a lo que ayuda su habitual voz de doblaje en España. No conozco su nombre pero es el mismo que dobla en la mayoría de las ocasiones a George Clooney y Harrison Ford entre otros, que en el caso de Ed Harris le aporta muchísimo nivel.
Es una película entretenida, de las que es mejor que no te cuenten nada del argumento, aunque hay que reconocer que tampoco es que sea un thriller impactante de los que no se olvidan o de los que tienen un final asombroso que no te esperas ni de lejos. Sirve para echar el rato. Sería simplemente pasable, pero como sale Ed Harris, un puntito más que se lleva de mi parte.