La víctima perfecta

Desconozco qué pasó en la carrera de Hillary Swank tras su segundo (¡segundo, no primero!) Oscar (¡Oscar, no Goya!) por “Million Dollar Baby”, que en lugar de llevarla a ese status de diosa cinematográfica al mismo nivel de Julia Robets o Nicole Kidman que le permite elegir el papel que ella decida en cada momento, empezó a aparecer en películas por debajo o muy por debajo de su caché. ¿Malas decisiones? ¿Mano negra? Quién sabe, pero el caso es que su situación actual, aunque sigue en activo y vive desahogada, no se corresponde con su CV. Ni con ese enorme talento que tiene para meterse en su papel de una manera sobria, convincente y sin estridencias, que a veces se puede confundir con insulsez.

Como esta “La víctima perfecta”. Una película de intriga y sustos, con acosadores de por medio, con una ejecución mediocre, más descriptiva que lírica, que recorre el camino habitual de este cine con una profesionalidad que roza la rutina. Lo más interesante es que se atreve con situaciones sórdidas y desagradables sobre las que muchos simplemente pasan de puntillas. También tiene algún momento de tensión, pero tampoco mucha. Incluso los momentos de clímax no pasan de correctos. El único aliciente radica en poner cara a los roles que todos sabemos que van a estar ahÍ: la chica acosada sabemos quien es, luego falta identificar al acosador, a los que van a acabar muertos y al sospechoso que al final no es.

En medio de tanta mediocridad Swank brilla con luz propia - incluso con un reparto que incluye a un principiante Jeffrey Dean Morgan y un entrañable veterano Christopher Lee- y exprime todo el jugo a un papel que por lo menos le permite lucir varios registros y desborda talento en cada una de esas escenas, afrontándolas con mucha energía. Eso dice mucho de ella, pero no le va bien a la película ya que tanto brillo y tanta luz hacen aflorar carencias y, por contraste, hace parecer a “La víctima perfecta” peor de lo que es.

No tengo claro que sea recomendable dedicar un rato a esta película, pero si hay un motivo es ella: Hillary Swank, la infravalorada.

Pelicula pasable y previsible, con un tema ya visto, aunque entretiene lo suficiente para verla hasta el final, aunque sólo sea por ver a la Swank, que está estupenda. No obstante, a la peli le falta atmósfera y profundidad a los personajes, para entender su comportamiento.
Como en tantos flims, la utilización de las técnicas sanitarias, médicas y de enfermería, resultan penosas. ¿Cómo es que el director, el guionista no se asesoran mejor al respecto en algo tan elemental? La insulina no se pincha en la flexura del brazo y mucho menos con la aguja vertical a la piel, por ejemplo.
En suma, la cinta hubiera podido resulta más que buena en otras manos, porque tiene buenos momentos; pero se queda en pasable y entretenida. Lo mejor, Hilary Swank, especialmente en la escena del cuarto de baño, con la mano acariciendo en borde de la bañera y la otra bajo el agua...

Cada día estoy más segura de que,ante la falta de ideas novedosas u originales, los guionistas meten en un bombo títulos de otras pelis, remueven y sacan dos o tres al azar. Con lo que les sale, como con las piezas de un puzzle, tienen que "inventarse" otra película. Ésta es un calco de "Sliver" con pinceladas de "El coleccionista" y toques de "De repente un extraño" o de "Bricomanía", si no de aquella serie que rodó Tim Allen. Incluso , ay Dios, le han plagiado a Woody Allen alguna escena de "Manhattan".
Hasta ha habido un momento en que pensé que iban a salir por los corredores los críos de "Los Goonies". Tronchante.

Para ver una tarde de domingo lluvioso en que no tengas nada mejor que hacer.

Si omito el hecho de que con esta película sufrí un "dejà vu" (¿acaso no es la misma historia que contaba Phillip Noyce en “Silver”, traducida como “Acosada” en España, protagonizada por la entonces taquillera Sharon Stone?), debo decir que resulta apenas entretenida, pero que esto en la época estival, en la que el listón del buen cine cae en picado, ya es mucho.

Tampoco hay que olvidar que Hilary Swank es muy buena actriz y que la química con Jeffrey Dean Morgan funciona, como ya demostraron en “P.S. I Love You”, película de 2007 dirigida por Richard LaGravenese.

Ni aterroriza ni asusta, como no sea por la aparición de Sir Christopher Frank Carandini Lee (para mí el mejor Drácula de todos los tiempos) por aquello de que “el que tuvo retuvo”.

Es bastante previsible en todo.

El sello de la Hammer siempre fue la realización de producciones de bajo presupuesto, que poseían encanto, mucha pasión por el cine y actores que llegaron a ser grandes mitos. De estas tres premisas, The Resident lo único que mantiene es un cameo, largo si queremos, del Sr. Christopher Lee.

Fue una sorpresa para mí, volver a ver a la Hammer produciendo una película irlandesa, como "Wake wood", con sabor a ese terror británico sobre lo oculto y me agradó bastante. También fue interesante el Re-make de "Let me in", en 2010, que aunque muy lejos del original y con un producto fabricado como mero negocio, me hacía albergar ciertas esperanzas para futuras cintas de terror de la productora. Pero hoy esas esperanzas se han perdido en el olvido, mientas veía este presunto thriller psicológico de terror, que de thriller no tiene ni el ritmo adecuado, de psicológico no tiene absolutamente nada, porque los personajes pueden ser cualquier cosa, menos creíbles y de terror tiene tres sustos mal pergeñados.

El planteamiento nace de una buena idea, que ya carece de interés y originalidad por haber sido usada y denostada hasta la saciedad. Una joven bella y muy “Jasp”, decide alquilar un apartamento en el puente de Brooklyn, tras haberse separado de su marido (bien podríamos citar grandes películas, como “Cosas que nunca te dije” de Coixet u obras maestras como “El fantasma y la Sra. Muir”, del gran Mankiewicz con el mismo recurso argumental y a esto le añadimos un psicópata sin personalidad como personaje, que cuando más profundiza en él, nos cuenta que es tan cobarde como su padre.

A partir de ahí, un novato como Antti Jokinen, que estimo podría ser valorado en un futuro para subproductos comerciales con grandes beneficios, en producciones protagonizadas por Gerard Butler o cualquier otro “seudo-actor-sobre-hormonado”, se pierde en, flashbacks incluídos, una loca peripecia dirigida exclusivamente a imitar de forma grotesca y deslucida al maestro del suspense, Alfred Hitchcock y al maestro de los espacios y los ambientes cargados y tétricos, Roman Polanski.

Con ese estilo de vago de la clase de cine, Jokinen pretende con su psicópata de alguna forma emular al maravilloso Norman Bates de Anthony Perkins, introvertido y demente pero únicamente sobre el papel y esos espacios maravillosamente opresivos de “El quimérico inquilino”, que esta vez más que opresivos, eran aburridos por falta de ideas en cuestiones fotográficas o de iluminación y narrativamente absurdas y muy poco creíbles.

Una buena actriz como Hilary Swank no tiene espacio o lugar para desarrollar sus dotes interpretativas, como lo hiciera dentro de ese inolvidable personaje llamado Maggie Fitzgerald.

La música de John Ottman es correcta, pero anodina, apoya las escenas, pero carece de personalidad o cualquier tipo de magia. Sería correcta en cincuenta thrillers más.

Esperemos que la Hammer vuelva a sus patrones clásicos y al menos intente ser independiente.