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Dallas Buyers Club

Drama Basada en la vida real de Ron Woodroof, un cowboy de rodeo texano, drogadicto y mujeriego, al que en 1986 le diagnosticaron SIDA y le pronosticaron un mes de vida. Empezó entonces a tomar AZT, el único medicamento disponible en aquella época para luchar contra tan terrible enfermedad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 224
Críticas ordenadas por utilidad
15 de febrero de 2014
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La película refleja el gran desconocimiento que había en los años 80 a cerca del VIH y los escasos estudios y avances que había por aquel entonces de la enfermedad.

También se realiza una crítica de la industria farmacéutica y de las autoridades norteamericanas en la permisión de nuevos avances contra la enfermedad.

Pero lo que destaca en esta película es la interpretación de Matthew McConaughey, está increíble, una de las mejores interpretaciones de la última década.

Otro punto a destacar es Jared Leto que interpreta de forma magistral a un travesti.

Película recomendable de ver.
bruce_waynes
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25 de febrero de 2014
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Película basada en hechos reales ambientada a mediados de los años ochenta época en la cual se suscitó el boom del SIDA, enfocada en Ron Woodroof (Matthew McConaughey), el típico vaquero tejano, con una vida llena de mujeres, alcohol y drogas al que le diagnostican el virus bastante avanzado y al cual le dan un mes de vida.

A pesar de la negación inicial que tiene de la enfermedad, pronto se dará cuenta que tendrá que luchar por sobrevivir, por lo que intentará tomar AZT, el cual era en dicha época el único tratamiento disponible con graves efectos secundarios, en su búsqueda del medicamento conoce a Rayon (Jared Leto) un travesti con el que entabla amistad.

Dallas Buyers Club muestra la lucha de este hombre por sobrevivir, pero además por luchar por una mejor condición de vida que no le estaba dando el medicamento recetado oficialmente, es una lucha contra las grandes corporaciones y contra la FDA, encargada de regular la administración de dichos tratamientos.

En este mismo aspecto argumental el film se enfoca -evidentemente- en la situación del protagonista, el cual pasará de ser hostigador de homosexuales a prácticamente convivir 24/7 con ellos, a sufrir el mismo de una sociedad acosadora y agresiva, cuestión que ha disminuido actualmente pero que aún se encuentra presente.

La película cuenta con un elenco que se comporta a la altura, sin embargo destaca el nivel de apropiación del personaje que hace McConaughey, el cual es soberbio, y ojo que no es solo en lo físico, es en general una grandiosa interpretación.

Un film bien hecho, que ciertamente lo esperaba más serio, pero el tratamiento que realiza Vallée en varios tramos lo vuelve una obra bastante agradable para ver, destaco la utilización musical la cual es bastante efectiva y la utilización de efectos sonoros, buen film.
10P24H
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2 de marzo de 2014
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Toro salvaje

Con seis nominaciones a los Premios Oscar y formando parte de otra película basada en eventos reales, Dallas Buyers Club atrae y convence a través de una historia pertinente a un tema delicado, ganando peso y vigor gracias a las enormes interpretaciones de Matthew McConaughey y de Jared Leto, siendo en estas categorías, las que corresponden a Mejor Actor Protagónico y a Mejor Actor de Reparto, donde puede salir triunfante.
El film narra la vida de Ron Woodroof, un cowboy drogadicto, apostador, promiscuo e iracundo ante cualquier tipo de chicana o comentario que no considere acertado. Su cotidianidad da un giro inesperado cuando le diagnostican el virus del HIV y le dan tan sólo 30 días de existencia.
La escena inicial, situada en un rodeo, lo muestra a Ron en uno de los hábitos que lo definen como hombre de excesos al mantener relaciones sexuales con dos prostitutas. Atinados simbolismos son los que utiliza como recurso el director al intercalar el goce de Woodroof mientras nos enseña lo que sucede en la cerca con un toro, en una suerte de vínculo que connota el carácter valeroso, viril y salvaje de este vaquero texano.
Ron rezonga, frunce el ceño, discute, se droga, bebe y mantiene un ritmo carnal poco cuidado y desenfrenado. Y ese cóctel explosivo le juega una mala pasada. Se desmaya (más bien se desploma) y en el hospital le comunican la peor noticia. Pero el sujeto, reo, homofóbico y descreído se va refunfuñando. Una vez que cae en la cuenta de la realidad, pelea y emprende un nuevo negocio, apoyado en la venta (y consumo propio para sobrevivir) de proteínas y mejunjes a quienes padecen la misma enfermedad.
Jean-Marc Vallée toma un camino distinto del que suelen llevar este tipo de crónicas y evita caer, afortunadamente, en quemadísimos golpes bajos o sensiblerías destinadas únicamente a conmover a toda costa aprovechando la susceptibilidad que porta, desde el vamos, una temática de esta índole. Y probablemente este sea uno de los grandes tinos de la proyección, al encontrar una manera de contar los hechos con coraje y fuerza, sin perder los estribos.
El personaje que interpreta magistralmente Matthew McConaughey se ve movilizado por esa suerte de fecha de vencimiento o cuenta regresiva que opera como motor de búsqueda desesperada de resoluciones provisorias y sumamente arriesgadas, similares (salvando las distancias), por la circunstancia en que se ven expuestos por una enfermedad sin cura, a las que supo afrontar el impresionante Bryan Cranston en Breaking Bad.
Es cierto que el arranque de Dallas Buyers Club va perdiendo algo de fuelle desde la mitad del metraje hacia el final, cobrando una naturaleza algo más habitual y haciéndose, de a ratos, un poco lagunera. Una cinta más que aceptable a la cual no le tiembla el pulso cuando de criticar a las industrias farmacéuticas con sus ciegos fines de lucro se trate, un proyecto que sale más airoso debido al engrosamiento de nivel que le otorgan las actuaciones de McConaughey y Leto.

LO MEJOR: el nivel interpretativo y gestual brillante de Jared Leto y del protagonista de Mud. El modo elegido para narrar los eventos.
LO PEOR: va perdiendo algo de vigor en el camino. Se hace algo extensa por determinados pasajes.
PUNTAJE: 7

http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2014/03/dallas-buyers-club-critica.html
Alaneche
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3 de marzo de 2014
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Analizando el reflejo que ha hecho del sida el cine de industria (el cual llegó muy tarde al problema, un gran tabú social hasta que no quedó remedio convertirlo en prioritario, pese a que les explotó en sus mismas narices con la muerte de Rock Hudson), nos damos cuenta de cómo mutan los modelos de representación en el medio fílmico.

Asociado a la promiscuidad homosexual y a la drogadicción por los sectores más conservadores y reaccionarios, lo que al mismo tiempo servía a los poderes fácticos para lavarse las manos ante el problema y no hacerle frente, Jonathan Demme y Tom Hanks consiguieron dignificar a principios de los noventa la figura del enfermo en Philadelphia, presentándonos a un seropositivo efectivamente homosexual, pero bien situado social y profesionalmente, con una vida familiar y sentimental muy alejada de esa imagen de promiscuidad desbocada, a la vez que atacaba a los prejuicios de la sociedad, entonces muy vigentes, con respecto a los "infectados", a través de un hábil uso del género judicial (al que recurre eventualmente Dallas Buyers Club) donde el papel de Denzel Washington como homófobo evolucionado a tolerante juega un rol clave.

Ahora toca darle otra vuelta de tortilla, refrescando de paso el problema, aún muy severo pese a los avances, mostrándonos a un seropositivo, Ron Woodford, caso real documentado, en la antítesis del perfil "tradicional" del contagiado por VIH: macho alfa tejano, amante de los rodeos, homófobo,… pero igualmente bebedor, cocainómano y putero. En esta ocasión es el propio "infectado" el que tiene que aprender a convivir con un mundo que le es nuevo, ya sea por convicción o porque no le queda otra. Es aquí donde resulta fundamental la irrupción del transexual, también seropositivo y toxicómano, interpretado de manera muy destacada y eficaz por Jared Leto (ahora cuesta explicarse por qué el cine no aprovechó antes su aspecto andrógino): en él se encuentra la réplica idónea al protagonista, la otra cara de la moneda en cuanto al perfil del enfermo de sida, la más cercana al tópico anteriormente expuesto; en su relación queda patente la evolución moral de Woodford, que conserva su estilismo 'redneck' de sombrero de cowboy y bigote pero comprende lo necesario del respeto y la empatía con lo diferente, a través de la mayor de las adversidades.

Pero lo que da realmente empaque y dimensión a este acercamiento al problema es su propia forma, que huye de convertirse en un facilón melodrama lastimoso y moralista, que hace la sabia elección de no mostrar el momento de la muerte de su protagonista, para ofrecernos, en un píldora reducida y compacta, una trayectoria similar a la que en televisión recorrieron dos de los personajes más carismáticos del siglo XXI: Nancy Botwin (Weeds) y Walter White (Breaking Bad). Con la importante diferencia de la empatía directa y necesaria del vendedor con su producto, pero también, y especialmente, de la utilidad social, a posteriori solidario y finalmente revolucionaria, en el mejor sentido del término, de sus acciones, desafiantes de la ley, ley que se nos demuestra en el propio relato como fallida y contraproducente en ciertas situaciones de severa relevancia.

Porque el objetivo de meternos dentro de la piel de un seropositivo ya está cumplido en el primer acto de la película, gracias sobre todo a la progresiva degeneración física y mental transmitida por el enorme Matthew McConaughey, en ascensión meteórica en los últimos años. El relato va más allá y con ese segundo nivel temático consigue denunciar clara y explícitamente la inoperancia, avaricia y corrupción al respecto de las instituciones médicas y sanitarias (sobre todo la FDA) y la industrias farmacéuticas, en perfecta simbiosis en estos términos. Y al mismo tiempo, una capa argumental de corte relacional nos demuestra no sólo lo que una enfermedad tan severa puede llegar a cambiar a una persona en lo negativo, sino también en lo positivo, gracias al sentimiento de solidaridad mutua que germina entre sus afectados.

El realizador quebequés Jean-Marc Vallée, en su película más aclamada hasta la fecha, deja el peso de la misma en el soberbio trabajo de los actores, especialmente en un McConaughey de estricto y radical método. Pero tampoco renuncia a dejar marcas de su estilo, sobre todo en su uso de congelaciones de imagen y efectos de sonido y en sus notables transiciones, fundamentales para las numerosas elipsis que un relato de este tipo necesita, así como la bellísima escena de las mariposas. Marcas que recuerdan a la frescura estilística de la producción que lo dio a conocer a la escena internacional, la dramedia familiar C.R.A.Z.Y..

Por otra parte, si bien la gloria derivada de Dallas Buyers Club va a recaer de manera íntegra en McConaughey y Leto, la verdadera alma de este proyecto, el responsable de que haya sido llevado a cabo y el que más alegre tiene que estar de su exitoso acabado es su guionista Craig Borten, que entrevistó al Ron Woodford real poco antes de su muerte, en 1992, tras haber conocido su historia en un periódico local. Desde entonces no cesó en su empeño de llevarla a cabo, pese a las numerosas reescrituras de guión y los 'pitching' finalmente fallidos. Sin embargo, como con el protagonista de su historia, quien la sigue la consigue, y lo bueno se hizo esperar, pero llegó y besó el santo.
Skorpio
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9 de marzo de 2014
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Muy poca expectativa llevaba al respecto de la película antes de empezar a verla, pero cinco minutos bastaron para quedarme sentado viendo el resto.
Una producción que lentamente va atrapando al espectador en su tinglado de vivencias por medio de las impecables como desgarradores interpretaciones de McConaughey y Jared Leto.
Una cinta biográfica que muestra tanto la experiencia desde la piel de un hombre que se descubre de la noche a la mañana infectado con VIH supuestamente en su etapa terminal, máxime estando en medio de una de las zonas mas machistas de los EEUU como es Texas y todo lo que esto implica justo en los años ochenta cuando el virus era asociado por el vulgo a homosexuales, como la barbarie mercantilista asociada la industria farmacéutica, que por encima de la vida humana y su valor, antepone los intereses monetarios, dominando todo ente social o gubernamental a punta de dinero en ese entonces como en la actualidad, mostrando el mercantilismo de la salud y sus aberraciones.
Sentimientos humanos, sociales, amistad, mentiras, verdades...
Un guión muy bien desarrollado, con una edición simple pero impecable, con un ritmo acorde al desarrollo de los acontecimientos, sin grandes pretensiones especiales mas allá de algunos flashback perfectamente encajados para relacionar situaciones o encajar hechos. Diálogos justos y claros, nada que quitar, nada que poner, completamente logrados en las muy extraordinarias interpretaciones de los dos actores centrales, cuya transformaciones para dichas interpretaciones son excepcionales y de gran esfuerzo personal por parte de cada uno de ellos; además pocos pierden justificadamente mas de treinta kilos para lograr tamaña verosimilitud.
Merecidos premios y nominaciones se llevan todos en el equipo de esta muy interesante película.
JavierGaravito
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