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La piel que habito

Thriller. Drama Desde que su mujer sufrió quemaduras en todo el cuerpo a raíz de un accidente de coche, el doctor Robert Ledgard, eminente cirujano plástico, ha dedicado años de estudio y experimentación a la elaboración de una nueva piel con la que hubiera podido salvarla; se trata de una piel sensible a las caricias, pero que funciona como una auténtica coraza contra toda clase de agresiones, tanto externas como internas. Para poner en práctica este ... [+]
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Críticas 450
Críticas ordenadas por utilidad
9 de diciembre de 2011
38 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he considerado a Pedro Almodóvar un buen director que hace películas malas. Algunas han llegado a tener cosas buenas, pero ha hecho demasiadas excesivamente malas. Sus películas, más que historias contadas, son escenas ensambladas, en función de lo que el director manchego pretende expresar en cada momento. El mal crónico de sus películas son los guiones, ya que Almodóvar es un pésimo guionista, que estructura, describe y dialoga mal y sólo su (a veces) portentosa imaginación consigue salvar fragmentos de sus películas al margen de su conjunto.

“La piel que habito” riza el rizo de lo absolutamente trivial y aquí no sólo falla la estupidez del guion, sino el Almodóvar director, que, con total impudor, hace arrancar la película con “un film de Almodóvar”. El es el creador y sus otros colaboradores puras comparsas en su obra. El problema es que estamos ante una película artificiosa y aburrida, embrollada, impostada y, sobre todo, torpe. Nunca he visto a Almodóvar rodar de manera tan desangelada, mema y desanimada, con una desgana que, en él, raya la obscenidad. La primera media hora de su película parece rodada por un imbécil, que no haría ascos a un tal Ed Wood.

Almodóvar necesita superarse a sí mismo, reinventarse, en cada film, y su reto es impactar, utilizando lo de hacer cine para conseguirlo; lo importante es introducir elementos en la pantalla, al margen de la calidad fílmica, que llamen la atención del público y sorprenda a esos críticos (algunos de este país, España), que parecen haber perdido la capacidad de análisis cinematográfico, impresionados por esta tosca filmación, donde sólo ven lo que el director pretende decir y en ningún momento lo que en realidad dice; algo que debe ser normal en un país donde triunfa una programa televisivo llamado “Sálvame”, interpretado, día sí y otro también, por los peores actores del país y los guionistas más nauseabundos y enfermos.

“La piel que habito” es una historia imposible, zafia y cansina, mal rodada, mal ambientada, de insípido "atrezzo", pesimamente interpretada, sobre todo por un Banderas impávido y una Marisa Paredes que siempre hace la misma interpretación a pesar del papel que le toque interpretar. La historia es surrealista (en despectivo), perezosamente fotografiada (por mi admirado y venerado José Luis Alcaine), la planificación es de una vulgaridad descarada y se nota que está rodada sin ganas ni pasión. Ni la vital actuación de Elena Anaya, entregada en su papel, ni la maravillosa y apropiada música de Alberto Iglesias podrán impedir que le ponga más de una estrella a este bodrio cinematográfico, obra de un megalómano venido a menos.

Quo Vadis, Almodóvar? Quizás ya no tienes nada que decir y te empeñas en seguir rodando para reinventarte día a día. Almodóvar no necesita crear, necesita ser admirado… y eso es triste en alguien que podría dar tanto de sí.
Manu_el_Ruiz
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4 de septiembre de 2011
43 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
España -charanga y pandereta- es un país obstinado en esquilmar a sus genios. Y los ha tenido: Lorca, Buñuel, Goya, Velázquez, Ochoa, etcétera. Como se ve, no incluyo a Pedro Almodóvar. Reconozco que no me cae demasiado bien, que tengo prejuicios temáticos, lo veo pedante e impostado, artificial, con aires de suficiencia, pero mi avanzada y preocupante esquizofrenia todavía no me ciega lo suficiente para reconocer su grandísimo talento como director. También su proteica capacidad para promocionarse en cada film (qué guay es Pedro, con eso de film), ofreciendo lentamente la publicidad oportuna en cada momento. Tanto es así que, cinéfilo o no, resulta imposible desconocer que el genio de la Mancha tiene película recién salida del horno en las multisalas. Procuro, además, estar informado de su obra, verla, meditarla. ¿Cómo se puede desdeñar obra tan trascendente, emblemática, hipercuidada, provocativa, innovadora, genialoide?

“La piel que habito”, dejando de lado el argumento grotesco, tiene un problema -y es de lo que quiero hablar-, repetido durante varios años por el cineasta: el guión. Innecesariamente rebuscados, pseudocatárticos, bastante bochornosos, psicopáticos como el último. Almodóvar pesquisa en cada plano una firma artística, un modo que le ciega y pierde la panorámica de su obra. Cae, como caen los barrocos, en la vanidad.

Almodóvar lleva años -hombrecitos de oro inclusive-, con el paréntesis de “Volver”, perpetrando el guión del alipori. (Obvio “Volver” porque, a pesar de momentos indignos para un director de su talla -esa escena amarilla en que Agustina revela su enfermedad, por lo cutre; y la archifamosa escena de Pe Cruz haciéndole playback a Estrella Morente, por lo cursi-, habla con emoción y claridad, transmite.) Ojalá alguien, reconocido internacionalmente, claro, le escriba los guiones, como a Amenábar. Almodóvar apenas crea ya esperanzas cinematográficas y, si observamos su reciente trayectoria, menos. No comprendo como, teniendo premios a punta de pala, no se tranquiliza, habla de lo que sabe hablar, entierra su aire fatuo hollywoodiense y deja de hacer mariconadas pretenciosas. Creo, y me aventuro mucho, que sabe que está haciendo el ridículo, que no convence, pero Mr. Hyde le obliga a ser manierista y epidérmico, plasta. Con lo bueno que sería, ya maduro, el Dr. Jekyll…

No he hablado, vaya, de “La piel que habito”. Bueno, seré breve: una de las mejores comedias españoles jamás realizada.
Nuar
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3 de septiembre de 2011
32 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el principio se ha emparentado a “La piel que habito” con un clásico del cine de terror como “Ojos sin rostro” y es que el material mostrado al principio así apuntaba. Afortunadamente el resultado final dista de ser similar al del notable filme francés y se confirma como un cambio de rumbo en la carrera del realizador manchego, que demuestra seguir en forma al dar a luz una película tan radical como única, que dividirá opiniones, claro, pero principalmente porque es insobornable, como ocurría con otro suicidio artístico como el acometido el pasado año por Alex de la Iglesia con su fantástica “Balada triste de trompeta”.

“La piel que habito” tampoco llega a ser tan suicida pero desde luego se aleja de ser una película convencional en términos generales. Su calculada frialdad no sólo es buscada sino necesaria para poco a poco ir caldeando el ambiente y llegar hasta su desoladora conclusión final e incluso aunque aqueje un par de problemas (la forma en que se integran los flashbacks es eficiente pero un poco caprichosa, un poco más de presión psicológica ayudaría) la narración es modélica. El ritmo es ágil, sus casi dos horas no se sienten y el punto de partida es tan bueno que desde el primer segundo se implica al espectador. Un buen Banderas y una hermosísima Anaya como los casi únicos actores de la función cumplen (hay alguno más pero son muy secundarios) y cargan sobre sus hombros la responsabilidad de que esto salga a flote a pesar de los excesos habituales del universo de su director. Y lo logran.

Mención aparte merece la fantástica banda sonora de Alberto Iglesias y la elegante dirección de Almodóvar, que hace que la cámara serpentee en la inmensa mansión en la que se desarrolla prácticamente toda la trama generando intriga con cada movimiento, por sutil que éste resulte. “La piel que habito” puede que sea un proyecto suicida, que su argumento tome licencias que cuesta creerse (como casi todo melodrama) pero al final se confirma no sólo como uno de los trabajos más personales de su director y, también, de los mejores que ha firmado. Delirante, demoníaca y de alguna forma retorcida, deliciosa. Merece la pena.
Caith_Sith
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8 de septiembre de 2011
48 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que ví "Hable con ella" no había vuelto al cine a ver nada de PA. No tenía muchas espectativas, pero pensé que por lo menos uno al pagar el precio de la entrada se gana el derecho a opinar con conocimiento de causa.
Que el argumento sea más o menos agradable debería ser irrelevante a la hora de enjuiciar una película, desde mi punto de vista.
La Lista de Schlinder, Tiburón, Alien, Ciudad de Dios, El silencio de los corderos, La mosca (de Cronenberg), Inseparables (del mismo), El hundimiento, etc,...nos cuentan historias que nos entristecen, asustan, horrorizan, deprimen, acojonan o hacen que cojas fobia a nadar en el mar (o incluso en la piscina), a los nazis y a Hitler (más todavía, si no los odiabas antes), a pasear por las favelas y barrios marginales, a los psicópatas asesinos fetichistas y a los doctores caníbales, a viajar por el espacio en busca de alienígenas o a experimentar con la genética y la cirugía cual Dr. Mengele.
Pero todas estas películas tienen algo de lo que carece la película que ha perpetrado el director español: coherencia argumental y respeto por los personajes. El respeto al espectador viene dado si cumples los 2 requisitos anteriores, aunque no debe ser la prioridad de un director o un contador de historias. Es más importante ser honesto con uno mismo y sus principios que estar pendiente del que dirán o pensarán los demás. Sólo así se puede conseguir el respeto del observador.
La calidad técnica de una película es importante, pero el formalismo hueco puede ser lo más decepcionante que le puede pasar a un creador en cualquiera de las disciplinas artísticas conocidas.
Lo mejor que se puede decir de la historia que cuenta Almodóvar es que tiene un final de chiste. Uno puede llegar a pensar que en el fondo le acaban de contar un chiste de mal gusto con sorpresa final, pero el dramatismo impostado del momento final y el desarrollo previo de la historia con todas sus lagunas argumentales y personajes nada creíbles (la culpa es de un guión muy malo, independientemente de los actores y sus interpretaciones), hacen que el clímax de la película sea el protagonista absoluto de la misma, quedando todo lo que te acaban de contar en un plano irrelevante.
Es muy triste que a estas alturas alguien intente engañar al espectador con trampas argumentales bochornosas, pero es mas triste todavía comprobar que es el director el que se está engañando a sí mismo con tanta pirueta argumental, las obsesiones enfermizas incoherentes de uno de los personajes principales y personajes irrelevantes pésimamente incrustados con calzador en una historia con mucho potencial desperdiciado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
maketolari
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2 de septiembre de 2011
38 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de la riqueza de adjetivos con que cuenta el castellano, el término "Tremendo" describe, pero por si sólo no clarifica si se dice en sentido positivo o negativo. En este caso, este tremendismo, genera para mi un resultado sobresaliente.

Se ha hablado mucho de un "salto mortal" con este film en el cine de Almodovar, y no puedo estar más de acuerdo, pero no sólo para el cine de Almodovar, ya que para cualquier, esta historia supone un extremo difícil de rebasar.

La historia, cargada de tensión, sadismo, excitación (y rozando la lipotimia al descubrir el pasado del personaje de Elena Anaya , menos mal que el cine se ve sentado), está rodado con nervio, brío, y una atmósfera tan inquietante que no deja momento alguno a la calma, rozando permanetemente el precipicio de una historia tan extrema.

Los actores están muy bien, un tan contenido como convincente Antonio Banderas, dota a su personaje de un tenebrismo, mezclado con una ausencia de sentimientos muy logrado, y Elena Anaya está espléndida, guapísima, desgarradora, físicamente brutal y habitando su piel.

Almodovar, que más que un director aquí se presenta como un cirujano que nos desmenuza con una escrupulosidad cuasi oriental los detalles de conducta de sus personajes, sale airoso (lo dice un no incondicional de su cine), y sólo pongo en su debe que con tanto detallismo que posee la historia, la relación de Banderas con su hija, quede reducida a un momento (eso si fundamental), y que el desenlace, no parezca tan formalmete elaborado como el resto del film.

No obstante, que mente hay que tener para concebir esta historia (deudora eso si de Thierry Jonquet, y por lo que he oído de "Ojos sin rostro" de Franju, que no he visto), y que riesgo y dificultad tiene llevarla a buen puerto ,de hecho en mis referentes fílmicos quizas sólo "The pillow book" de Peter Greenaway, tiene punto de comparación.

Enhorabuena Almodovar, lo siento Boyero, en esta no estoy de acuerdo con usted, y me inclino ante la música de Alberto Iglesias, sublime y pegada a la acción como otra piel.
zymu
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