Crónica de una mentira

Muy, muy, muy buena. No es perfecta, pero por muy poquito, por alguna escena en que innecesariamente se deja llevar por una falsa épica hollywoodiense.

Es cruel, como vivir entre humanos en tiempos de crisis. Giannoli le saca todo el jugo a la anécdota. Mantiene un nivel altísimo, en una simbiosis ejemplar entre continente (una narración alucinada que mantiene el equilibrio entre la fascinación y lo perturbador) y contenido (un estafador desubicado en el mundo normal).

Crónica de una mentira pudo haber sido una gran película. Le falta un buen pulido en un guión en el que deberían haberse ajustado algunos aspectos para que nos creamos del todo la trama (resulta difícil pensar que los hechos reales en que se basa coincidan con lo que se nos muestra en pantalla, pero aunque así fuera, lo importante para el espectador de una película realista no es la veracidad, sino la verosimilitud). También se debería haber cuidado más el desenlace. Por lo demás, el ritmo falla por momentos.
Con todo, se trata de una película estimulante y con muchos aspectos positivos. Los principales son un planteamiento de lo más sugerente y un personaje central estupendo. También resulta interesante la cantidad de temas que aborda: desde la crisis económica, el desempleo o la corrupción hasta la confianza, la autoestima, las segundas oportunidades o el amor. Y, por supuesto, la mentira.

No es necesario saber que se basa en hechos reales, para sentir una extraña sensación.
Una película que se ve con el estómago encogido. Planea desde el principio un aire inquietante. El estafador Miller (François Cluzet) se deja llevar por una dinámica que el espectador sospecha que se le va a escapar de las manos. Y es justo cuando se sube al gran carro… ¡qué vértigo!

Como tema de fondo, la paralización de fábricas, las deslocalizaciones que se han llevado empresas a Croacia, India… y la ingenuidad de la gente, los habitantes de la pequeña ciudad donde Miller va a montar la empresa quieren creer a toda cosa que la actividad va a retomar. Dinero por aquí, sobres por allá á y la sospecha de que esto va estallar.

En español, lleva bien su título (“Crónica de una mentira”), pues la crónica es algo cuyo fin se sabe de antemano; en cambio, en francés, “À l’origine”, (En el origen) es algo más vago, sin referencia clara, nos puede hacer pensar que todo lo que cuenta Miller es falso desde el principio.

En una estafa de tipo piramidal, todo se basa en la confianza. El dinero es virtual y solo cuando a varias personas a la vez se les ocurre reclamar, puede saltar la verdad. Aquí, lo increíble es que la gran estafa está a la vista (la obra), avanza y aunque los trabajadores se hacen preguntas, todo el mundo sigue.

Hay algo bello y monstruoso en esas máquinas que arrastran, llevan, aplastan, excavan, rellenan, allanan, asfaltan, sobre todo con la iluminación nocturna y sus enormes faroles… Todo para dejar la huella del Hombre… o del hombre (Miller). A veces, Miller sonríe, no es tanto que se crea su propia mentira, sino el hecho de que le gustaría creer su propia mentira, porque en el fondo, es bueno que la gente haya encontrado un trabajo… Pero la ansiedad vuelve pronto. Además, las cosas se complican cuando se mezclan los sentimientos y el amor toca a su puerta.

François Cluzet es un actor que hay que seguir a toda costa. Especialista en personajes atormentados (L’enfer, de Chabrol, 1999; Pequeñas mentiras sin importancia, G. Canet, 2010; Les intouchables, O. Nakache y É. Toledano, 2011, etc.). Aquí, Miller vive con el miedo en el cuerpo, una cara paralizada, pendiente en todo momento que nadie descubra su gran estafa.

Emmanuelle Devos,también fenomenal en su papel de alcaidesa, entre coqueta, profesional, política que busca el bien de su comunidad y mujer que quiere entender el misterio que esconde Miller.
- ¿Por qué lo has hecho? –le pregunta la alcaldesa.
- Porque era posible –contesta Miller.

La película resulta, sin embargo, demasiado larga. Se pierde el hilo porque no se sabe si es la historia de un estafador que intenta redimirse o una metáfora de lo que ha llevado a la crisis: constructores, políticos, estafadores que han conseguido engañarse unos a otros para construir carreteras, aeropuertos, ciudades a medio terminar o sin utilidad. De hecho:

- ¿Adónde lleva esa carretera? –pregunta el responsable de la verdadera empresa.
- ¿Adónde…? No sé… A ninguna parte –dice Miller algo desconcertado por la pregunta.

Quizás son las dos cosas, pero con menos metraje se podía llegar al mismo resultado: las víctimas son los trabajadores que han confiado, trabajado y se van con los bolsillos vacíos.

Una faceta humana poco tratada en el cine, el estafador como persona, el aislamiento social y la aparente carencia de principios, el aspecto de persona normal. Cluzet es para esto único, es un auténtico hombre de la calle y es de lo mejor de la película. El personaje tiene pocos matices, pero es que probablemente no hacen falta, no hay más. Esa es una película. La otra es la lectura social del fenómeno del paro, de la dependencia de las grandes compañías, del anonimato del capital que modela las vidas y esperanzas de todo un pueblo. El efecto del paro en el ánimo colectivo sale en cada personaje, la ansiedad por trabajar, por hacer algo, la desesperanza. Todos se embarcan, se suman sin pedir muchas garantías, ni seguridad, ni querer ver lo evidente. Y esta desesperanza es la que une al fin a estafador y estafados.

Una crónica que invita a moverse por otros negocios, planchar billetes de cien que no provengan de las drogas, un estafador, un profesional, una crónica directa y seca ante un nuevo pueblo con intereses, una obra y una pequeña fortuna, aguantar en la falsedad para reanudar la autopista, sus gentes empiezan a hacer sufrir al protagonista, lo mejor de la película es dibujar el dilema del dinero o las buenas gentes, rehacen su vida, han recuperado la esperanza ante un nuevo camino, la mentalidad va cambiando y se va apoderando del espectador.

El protagonista pasa de asocial a involucrarse, todo es falso, pero su paciencia tiene un límite, el engaño concluye y el importante proyecto se hace real en una carrera que aumenta el ritmo, todo queda al descubierto, su trama y su solidaridad, el objetivo es humo pero el piche queda ahí, sus enemigos también pasan a reales, conseguir algo imposible, algo extraordinario, el ladrón pasa a jefe, la confianza es la palabra clave, no se sabe a dónde conduce la autopista.