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El caballo de Turín

Drama Libremente inspirada en un episodio que marca el fin de la carrera del filósofo Friedrich Nietzsche. El 3 de enero de 1889, en la plaza Alberto de Turín, Nietzsche se lanzó llorando al cuello de un caballo agotado y maltratado por su cochero y, después, se desmayó. Desde entonces, dejó de escribir y se hundió en la locura y el mutismo. En una atmósfera preapocalíptica, se nos muestra la vida del cochero, su hija y el viejo caballo. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
6 de marzo de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este filme (según el último filme del director), Tarr se inspira en un episodio ocurrido en el año de 1889, cuando Friedrich Nietzsche paseaba las calles de Turín y en un momento presenció la escena de un cochero que golpeaba con violencia a un caballo. Nietzsche se abrazó en un impulso al cuello del caballo y luego regresó a su casa, en donde dejó de escribir y cayó en una aparente locura que le llegaría hasta sus últimos días.

Continuando con el filme, luego de la explicación de ese episodio, diciendo que Nietzsche pasó sus últimos días al cuidado de su madre y sus hermanas, pero del caballo no se supo más nada…

A partir de ese punto, inicia el filme de Béla Tarr y su visión de lo que ocurrió con el cochero y su caballo. El inicio es impactante con esa música tan estremecedora que es recurrente en el filme, y con una imagen del imponente caballo y el cochero, en una ambientación tan desoladora con inacabables tormentas de viento, y la magnífica fotografía y puesta en escena que facilitan y reflejan con increíble precisión lo que Tarr quiere decir.

Posteriormente, el cochero llega a su casa, en un lugar desierto y apartado, en donde vive con su hija y el caballo. Lo que a continuación veremos en los seis días en los que se encuentra dividida la película, es la cotidianidad mecánica y terriblemente precisa de la familia, que cada día repite absolutamente lo mismo, en donde para variar Tarr centra la cámara en cada uno de los personajes. En este punto es importante observar los pequeños detalles que diferencias las expresiones y acciones cotidianas tanto del cochero como de su hija.

Los únicos dos momentos en donde se ve interrumpida la rutina es con la llegada de un forastero a la casa, y la de un grupo de gitanos de aspecto diabólico que intentan saquear el pozo de agua de propiedad del cochero.

(Más en Spoiler por espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alejandro
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3 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caballo de Turin, mas que una película es una experiencia. Nos traslada a convivir con un granjero, su hija y su caballo durante 6 repetitivos días. Bajo un fuerte viento que nos avisa que el fin del mundo esta cerca, tardará 6 días en llegar ese fin (los mismos que según la Biblia se tomó Dios para crear el mundo).

En un blanco y negro espectacular y con la repetición de las 5 escenas cotidianas y reiterativas de su día a día, con un ritmo lento y pesado que nos hace sentirnos participes de la pobre y durísima vida de los granjeros. La manera de ir colocando la cámara para que cada día veamos la misma escena, con pequeñas variaciones, desde un punto de vista distinto es impresionante.

No se como Bela Tarr logra que casi 2:30 de película, en las que se repiten practicamente lo mismo 4-5 veces, pueda resultar tan interesante. Los planos secuencia son impresionantes, como sitúa la cámara y la mueve. La película esta hecha únicamente con 30 planos secuencias que junto al B/N y la música repetitiva nos van llevando a un trance del que únicamente despertamos con el fundido a negro final.

Resumiendo, una obra de arte brutal, eso si, complicada de ver y que hay que elegir bien el momento de disfrutarla.
trocko
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3 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé cómo expresar con palabras las sensaciones después de ver esta magna obra. Por un lado, te inundan sentimientos de desesperanza y desdén, pues no es una obra fácil de digerir ni deja un mensaje claramente optimista. Pero esto es cine, cine auténtico humilde y ambicioso al mismo tiempo. Sabe transmitir todo lo que tiene que transmitir, y lo hace a través de esas imágenes perfectas de monotoneidad transparente, esas actuaciones que cumplen bastante, especialmente el padre, que transmite muchísimo con solo verle pelar y comer patatas y esa melodía minimalista que se repite a lo largo de la cinta. Aquí se llevan actos cotidianos e intranscendentes de unos campesions a la simple y denotada heroicidad. Uno llega a sentir una empatía realmente alta hacia nuestros protagonistas a los largo de los minutos, las largas secuencias y los días en el tiempo de la película.

Soberana obra maestra. Me quito el sombrero.
kapinta
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7 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caballo de Turin, una despedida. El final de una larga trayectoria cinematográfica. Una película que no podía albergar un mayor significado de pérdida. Todo acaba. Todo se sume en las tinieblas. En el transcurso de esos seis días todo muere. Seis días en los que se supone todo fue creado, ahora desaparece.

Tarr ha firmado con letras doradas su ingreso en el cielo nocturno, un cielo que nunca olvidará su nombre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
newman
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22 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Béla Tarr apasiona con otra forma de hacer cine. Sin simbolismos ni construcciones narrativas complejas consigue reflejar una realidad decrépita en su cotidianidad más pura, "esculpiendo el tiempo", siguiendo los principios más característicos del cine de Tarkovsky. Pero con la particularidad de reflejar un presente sin futuro, sin esperanzas ni atisbos de progreso. La falta de una línea narrativa (como comúnmente la solemos ver reflejada en el cine) consigue formalmente dejar esa sensación de vacío y repetición propia del nihilismo. Ver esta película es ser desgarrado por la nada a través de unas imágenes sublimes.

Probablemente sea un cine al que no esté acostumbrado el público, pero puede funcionar como un arma verdaderamente fuerte contra el mísero cine comercial.
lloryo
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