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Un lugar en el sol

Romance. Drama George Eastman (Montgomery Clift), un joven sin recursos, consigue un trabajo gracias a un pariente lejano, el rico industrial Charles Eastman (Herbert Heyes). El empleo es un puesto en su fábrica, pero tan modesto que le impide la entrada en su círculo social. A pesar de ello, el joven conoce a Ángela Vickens (Elizabeth Taylor), una bellísima aristócrata de la que se enamora. Pero George tiene novia, una humilde empleada de la fábrica, ... [+]
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
19 de febrero de 2008
60 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un joven americano sale de su hogar para prosperar ya que proviene de una familia muy humilde que se dedica a ayudar al prójimo sin ánimo de lucro. Está dispuesto a todo: su tío le da un trabajo en la cadena de montaje de su fábrica y allí mantiene relaciones con una simpática chica sin aspiraciones.
Él teme la pobreza, el acomodamiento, la fealdad, el sufrimiento que ha visto desde su infancia... Poco a poco va ganándose la confianza de su tío, el cual piensa en ascenderle. Conoce a una chica que representa todo lo contrario que la anterior: bellísima y acomodada, Ángela y él se profesan un sincero amor.
El personaje de Montgomery Clift en Un lugar en el sol es magistral: ángel o demonio, ser inocente o calculador, personaje que sale de las alcantarillas de la sociedad y es víctima del destino por querer acceder a una vida mejor o mequetrefe sin personalidad que engaña en sus desmedidas ambiciones... La riqueza del personaje es maravillosa.
Elizabeth Taylor es con 17 años una ninfa bellísima con un rostro angelical y fotogénico que además realiza una actuación magistral. La banda sonora de Franz Waxman ensalza la pasión que el protagonista siente por Liz Taylor con una melodía de obsesivo romanticismo. La fotografía es sobresaliente.
El director, mediante una utilización pausada del tempo, nos muestra una naturalista narración llena de detalles, bellísima, precisa, siendo un acierto la duda que crea en torno a los sucesos finales y el dibujo nada maniqueo de los personajes principales. Poco a poco, escena a escena se dibuja un universo de humanismo mágico estilizadamente americano.
opera 0
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17 de septiembre de 2005
79 de 108 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver esta pelicula es como asistir a uno de los mejores museos del mundo o como estar ante una galeria de cuadros, es decir, ante una obra de arte. Con decir que se llevó 6 oscar de la Academia es ya decir la categoria y la calidad que derrocha. Lo más a elogiar es la propia historia y la pareja protagonista; Montgomery clif en uno de sus mejores papeles y Liz Taylor con tan solo 17 años y ya dando una lección de lo que es ser una gran actriz. Tampoco pasan desapercibidas las interpretaciones de Sheley Winters y la de Raymond Burr (el entrañable Perry Mason) soberbia como pocas. La dirección por parte de George Stevens resulta redonda y la banda sonora maravillosa. Es una gran clásico que sigue impresionando y que para nada ha envejecido. Una historia que sigue cautivando y que sigue enamorando. Se trata de una película que habla de muchas cosas, pero la principal; del las relaciones humanas, de los sentimientos, de la pasión y del amor. Resulta para todo amante del cine una joya que no puede dejar de verse, y una vez vista, volverla a repetir.
Oscar
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13 de febrero de 2008
40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasa muy a menudo que la película está muy por debajo de la novela, pero en este caso no se trata de eso, pues un novelón como Una tragedia americana (1925), de Theodore Dreiser (1871-1945), de casi mil páginas, tiene que tener una visión necesariamente parcial, y está muy bien conseguida con unas interpretaciones muy conseguidas por parte de los tres protagonistas: Clift, Taylor, Winters, muy especialmente Clift.

Pero la novela atrapa desde la primera página al contar la historia de un muchacho pobre, vapuleado por una forma de vida de religiosidad totalitaria y su necesidad de salir de allí y alcanzar, precisamente, un lugar al sol entre la gente que de verdad puede dominar un destino a la altura de los sueños...

Entre sus páginas abundan situaciones muy ricas y más conflictivas, ya que en la película se edulcoraron situaciones que la censura de entonces no permitía contar en el cine.

Disfruten de la peli y procuren leer esta novela que yo conocí gracias a leer una recomendación de Stephen King, quien la considera una de las mejores, si no la mejor, novela de intriga escrita en EE.UU.

Que ustedes disfruten de ambas como disfruté yo. E imaginen el amor intenso que se profesaban los protagonistas: Elizabeth Taylor que se casó alrededor de 6 o 7 veces, quería muchísimo a Monty Clift, quien al parece prefería la compañía de gente de su propio sexo, cosa que de algún modo le atormentaba, pero Taylor le protegía de muchas maneras, como cuando a causa del alcohol él tuvo un accidente que le deformó la cara. Liz frenó a la prensa e impidió que se abusara de su deformidad, y hasta que no superó varias cirugías estéticas no fue fotografiado.

En lugar de amantes maravillosos fueron grandes amigos hermanados por un amor incondicional. Él en buena posición económica por su éxito en el cine, ella decididamente rica por la misma causa, pero que lloraban abrazados en la cocina como uno más.

La trágica muerte (por un accidente a causa de alcohol y drogas) de Monty con 46 años, en una gran casa donde vivía solo con el mayordomo, afectó mucho a la actriz. Tras su muerte se ocupó de glorificar el aura del actor contando algunas de sus muchas cosas buenas: talento, compañerismo, solidaridad, sensibilidad extrema...

Con esta información extra, el esfuerzo de interpretación de sus protagonistas a mí me despierta mayor interés.
horacio
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20 de febrero de 2010
39 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film producido y realizado por Georg Stevens (1904-75), es el remake de uno anterior (“Una tragedia humana”, Sternberg, 1931). El guión, de Michael Wilson y Harry Brown, se inspira en la novela “An American Tragedy” (1925), de Theodore Dreiser, basada en hechos reales (caso de Chester Gilette y Grace Brown, de 1906); en la adaptación (1927) de la obra al teatro, de Patrick Kearney; y en la película de Sternberg. Se rueda en escenarios naturales de Echo Lake, Lake Tahoe y Cascade Lake (CA) y en los platós de Paramount Studios (Hollywood). Nominada a 9 Oscar, gana 6 (director, guión, fotografía B/N, banda sonora, vestuario y montaje) y el Globo de oro a la mejor película. Producido por Georg Stevens y Ivan Moffat, se proyecta por primera vez en público el 14-VIII-1951 (L.A., preestreno).

La acción dramática tiene lugar en un tramo próximo a Chicago de una novísima autopista que enlaza la ciudad con las vías que llevan al Medio Oeste, una localidad indeterminada del Medio Oeste, Kansas City (Kansas) y Warsaw City y alrededores, entre marzo y septiembre de 1950 o 1951. Georg Eastman (Clift) es un joven solitario, de familia humilde. Abandonó la casa paterna hace tiempo, después de la muerte del padre. Se crió en un severo ambiente religioso, dada la condición de sus padres de trabajadores asalariados de la Bethel Independent Mission (Kansas City). Deja Chicago, donde ha trabajado como subalterno de un hotel, para dirigirse al Medio Oeste. Allí espera que su tío Charles Eastman (Heyes), próspero fabricante de trajes de baño, le dé un buen trabajo. Es ingenuo, ambicioso, débil de carácter y carece de cualidades de líder. Es atractivo, apuesto y amable. Se relaciona con Alice Tripp (Winters), compañera de trabajo, y con Ángela Wickers (Taylor), de 18 años y de familia adinerada.

El film suma drama, romance, thriller y análisis social. Desarrolla una intensa y trágica historia de amor, que focaliza la atención en la exploración de los aspectos psicológicos de los personajes, sus sentimientos, tensiones, deseos, ambiciones, frustraciones y conflictos. Reclama a los actores y actrices que presten gran atención a la expresión corporal. Se sirve de primeros planos de rostro completo para crear en el espectador sentimientos de proximidad a los protagonistas y de participación en la intimidad de los mismos.

La acción se mueve entre dos mundos visualmente diferentes. El de Alice es oscuro, húmedo, lluvioso, solitario, frío y está amenazado por la posibilidad permanente de una intromisión perturbadora de la Sra. Roberts. El de Ángela es luminoso, soleado, amplio, tranquilo, confortable y acogedor. El primero representa el universo de la clase trabajadora, explotada, pobre y oprimida, mientras el segundo representa el de la opulencia, la prosperidad, el poder y el bienestar. Pasar de un mundo al otro es prácticamente imposible. Quienes lo intentan corren riesgos elevados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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9 de agosto de 2008
41 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
199/05(04/08/08) Obra Maestra absoluta del cine. Lo tiene todo para serlo, de principio a fin. Una dirección portentosa que ha aunado todos los elementos para que encajen como piezas de un puzzle maravilloso. El argumento gira en torno a un muchacho sin muchos recursos económicos, George Eastman (Monty Clift) emparentado con un hombre rico, que lo pone a trabajar en su empresa, en ella conoce a una muchacha, Alice (Shelly Winters) a la que deja embarazada, pero entonces conoce a la bella Angela Vickers (Liz Taylor), hija de un rico, de la que se enamora, Alice lo amenaza con contar su estado si no se casan y a partir de esto se desarrollan unos trágicos acontecimientos, que dan lugar a una de las historias de amor más tristes de la historia del cine. La adaptación del libro de Theodore Dreiser "Una tragedia americana" es maravillosa, ocurriendo todo del modo mas natural, como si lo que pasara fuese algo inevitable, como un trén que ves venir y por mucho que lo intentes te va a aplastar. La fotografía es un gran elemento que juega en favor de la grandiosidad de este drama. La banda sonora es todo un clásico, con unos temas musicales que no hacen mas que rodear el film de un aura romántico, elevándolo a cotas donde pocos films han estado. Las interpretaciones no son mas que un carrusel de elogios, Liz Taylor con 17 años es la encarnación de la muchacha de la que todos quisieramos enamorarnos, una delicia, esta en todo su esplendor de belleza, simplemente un monumento de actuación, Clift está en su linea de personajes con un aura trágico y triste, con un gran mundo interior, esto no es un demérito, pues consigue que su cuerpo actue sin apenas hablar, un digno alumno del Actor's Studio, que digo un digno, uno de los mejores, pocos como él, y en este film, uno de sus mejores trabajos, Winters esta colosa en su rol de mujer amargada, brillantísima, Raymond Burr es otro grandísimo actor anticipandonos su papel de abogado que daría vida en la serie "Ironside". Todo lo relatado y lo que se me quede en el tintero da como resultado lo dicho al princio, una Obra Mestra, un Clásico con mayúsculas, uno de los amores imposibles de la historia. Recomendable a todos los que amen el Cine. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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