Reacción en cadena

Con la interesante premisa argumental sobre una revolucionaria fuente de energía y su consiguiente eliminación por parte de poderosos hombres sin escrúpulos, Andrew Davis pretende mezclar el thriller con el género de acción, algo que ya hizo con bastante fortuna en su mejor película, "El fugitivo".

Lamentablemente, el realizador no proporciona ni la mitad de tensión y efectividad que consiguió con aquella película, pese a contar en el reparto con buenos actores como Rachel Weisz, Morgan Freeman o Brian Cox, es más, la historia en un afán de ir directamente al grano comienza de manera precipitada, tanto, que no da tiempo a asimilar todo lo que está aconteciendo y anula, entre otras cosas, la posibilidad de conocer realmente a los personajes principales encarnados por Keanu Reeves, en lo que es una de sus peores interpretaciones, Rachel Weisz, que se pasea por toda la historia con cara de no saber realmente lo que está haciendo y un Morgan Freeman que, prácticamente, enciende el piloto automático y se deja llevar.

Davis, en un intento de aplicar la misma formula que empleó en "El fugitivo", únicamente demuestra torpeza con las (escasas) secuencias de acción y un nulo pulso narrativo, a lo que se suma la manera simplona con la que es tratada la trama, quedando muy lejos del thriller de acción que en un principio prometía la historia y cosechando en el espectador algo de confusión y, sobretodo, aburrimiento. Insípida y floja, bastante floja.

Chorradita de acción utilizando transfondo científico para argumentar una trama de conspiraciones increíbles con algunas situaciones realmente absurdas.

Utiliza también la idea de la conspiración contra las fuentes de energía baratas para justificar el petróleo, idea interesante, pero es sólo una excusa en una trama mal realizada.

Muchas persecuciones (media hora corriendo) en las que científicos muy empollones corren más que la policía, los matones, y todo el que les salga al paso, demostrando que son más listos que nadie, y desde luego más listos que el espectador que se lo trague.

Inverosímil y comercial describe perfectamente este bodrio.

Una rutinaria cinta de acción con frenesí constante en sus alternativas, que sin dudas entretiene, pero no aporta elementos novedosos ni grandes entramados narrativos y que sigue los patrones más convencionales de lo que estamos acostumbrados a ver dentro del género.

La película aborda en forma liviana todo el tema ecológico desde una perspectiva ética en el manejo de la energía nuclear, visto desde las dos aristas posibles:
* el de unos científicos que investigan la forma en que un combustible fósil sea utilizado como fuente de energía barata y no contaminante, logrando de esta manera mejorar la polución ambiental y conseguir avances en la calidad de vida.
* y el de personas que siguen oscuros intereses económicos y que no dejan de pensar que esos experimentos científicos son una amenaza contra los sistemas de mercado petrolero establecidos que dejan muchas ganancias para pocos.

Así tendremos un argumento trepidante, pero que propone lamentablemente una trampa narrativa muy previsible y que le juega al filme en contra desde su inefectivo factor sorpresa.
Una pareja de jóvenes serán culpados injustamente de terroristas para desviar las investigaciones del FBI que acechan debido a un atentado.

Tendremos de esta manera persecuciones a granel y sin tregua, un romance que nace, una secuencia explosiva que pone de manifiesto espectaculares efectos especiales, la aplomada sobriedad interpretativa tan característica de Morgan Freeman y el despliegue físico de la pareja protagonista compuesta por un injustamente nominado al Razzie Award Keanu Reeves y la correcta Rachel Weisz.

Eddie Kasalivich (Keanu Reeves) es parte de un equipo de científicos de la Universidad de Chicago que logra un notable éxito al descubrir una manera sencilla de producir energía a partir del agua de manera barata y sin contaminación.

El experimento es todo un éxito, pero poco antes de dar a conocer su hallazgo, hay un sabotaje y se produce una explosión que arrasa el laboratorio y el doctor Barkley, director del proyecto, es asesinado.

Eddie y una física (Rachel Weisz) se convierten en sospechosos, siendo perseguidos por el agente del FBI (Fred Ward). Solo una persona, el patrocinador del proyecto (Morgan Freeman), es capaz de ayudar a la pareja.

Sin embargo, las apariencias engañan y los verdaderos responsables del sabotaje pueden llegar a ser los menos pensados.

La película tuvo un presupuesto $55 millones y genero por venta de taquillas la cantidad de $60,2 millones, además fue nominada para los” Razzie Awards” (lo peor del cine) por peor actor: Keanu Reeves. Rachel Weisz llegó al papel protagonista femenino después de que Nicole Kidman lo rechazara.

La reacción en cadena es una sucesión de reacciones semejantes, en las que uno de los agentes que provoca cada reacción es producto de otra anterior, esto se debe a las relaciones de dependencia que existen entre ellos.

En las bombas nucleares, la reacción no está controlada, de modo que una vez iniciada prosigue hasta el agotamiento del material, lo que sucede en un tiempo muy corto. Sin embargo, es necesario que se produzca con una cantidad suficiente de combustible.

Parte de una premisa perfecta, el descubrimiento de una energía interminable y barata por un grupo de científicos. Lógicamente, el que la energía sea barata e inagotable a muchos no le interesa y ponen los medios necesarios para que ésto no sea así y se sigan enriqueciendo los de siempre con sus acciones en bolsa de cualquier compañía de suministros.

Thriller apañadito, que se sigue sin demasiada dificultad pues es todo como muy previsible, con un correcto Morgan Freeman, un mal Keanu Reeves, que al menos en esta película se gana bien el sueldo por sus múltiples carreras y una efectiva Rachel Weisz.

Un 6.