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El bello Sergio

Drama François regresa a su pueblo natal en Francia tras una década de ausencia. Nada más llegar nota que el pueblo no ha cambiado demasiado desde su partida, pero sí la gente, especialmente su viejo amigo Serge, quien se ha convertido en un desagradable borracho. En honor a esa vieja amistad que les unía años atrás, François averigurará lo que le sucedió a Serge para que se convirtiera en ese tipo de persona y también le prestará su ayuda ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
10 de julio de 2009
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante la ópera prima de Claude Chabrol, y nada más y nada menos que ante la ópera prima de la “nouvelle vague”. Se trata de un drama juvenil en el entorno rural.
No por ser la primera es la que reúne las principales características que definen aquél grupo de críticos de Cahiers du Cinéma que se pasaron a cineastas, pero sí se empiezan a dar muestras de ello. También hay que tener en cuenta que no es un grupo homogéneo como tal, sino que es la concreción de distintas obras de características similares en un periodo de tiempo determinado (finales de los 50’ y principios de los 60’), lo que va a identificar a este grupo de directores franceses, que si bien no consiguieron materializar sus revolucionarias propuestas iniciales, sí consiguieron dar un aire de frescura al cine que significó una evolución trascendental para la cinematografía mundial.
Después, cada uno tomará su propio camino, y en este caso ya se puede comprobar la afinidad de Chabrol por el medio rural, aunque pase de la miseria y la desdicha de su primera cinta a los entresijos de una siempre misteriosa sociedad burguesa, como se puede evidenciar en su evolución como director.
Lo que sí es gratificante para el cine, es ver cómo este grupo de cineastas empezaban a realizar sus primeras películas con pocos medios, en blanco y negro y saliendo ellos mismos en pantalla (memorable la escena en la que los protagonistas saludan a unos jovencísimos Chabrol y Rivette). Mientras que en la actualidad, aunque aún haya nostálgicos por ahí sueltos, son muchos los debuts de jóvenes promesas que, recién salidas de las escuelas de cine, cuentan con millones a sus espaldas para afrontar un rodaje, y con auténticas estrellas de cine a las que dirigir. Y ahí es cuando uno se plantea (metafóricamente): si te regalan un Mercedes a los veinte años, ¿a qué más aspiras durante el resto de tu vida?
hpbordon
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21 de agosto de 2011
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película de las más de cincuenta que a lo largo de su vida fue desgranando Claude Chabrol. Tenía veintiocho años cuando decidió dar el salto desde la crítica de Cahiers du Cinemà a la realización. El hecho de contar con su propia productora (AJYM films) en sus comienzos garantiza autonomía y por tanto la supervivencia de un estilo personal que mantendría a lo largo de su extensa obra.

El bello Sergio (Le beau Serge), efectivamente, ya nos cuenta por donde se moverán los pasos de parte de su cinematografía: ambiente rural, marcados personajes, misterios manchados de humanidad, amoríos complicados.....
El regreso de François al pueblo de su infancia y primera juventud, tras diez años de ausencia, marcará un antes y un después en su existencia. Volverá a callejear y a respirar profundo olores difíciles de describir, pero también descubrirá la profunda vida subterránea de la que no era consciente antes de marchar al estudio y la ciudad. Sergio, su admirado y genial amigo, se ha convertido en un individuo bruto y alcohólico, infeliz casado y de imposible recuperación; François, no obstante, intentará ayudarle.

A destacar el retrato de los elementos que integran la vida social del pueblo: posadera, cura, médico (el propio Chabrol), joven libidinosa, mujer gris y enamorada y borrachos de diferente calibre.
La sensación que deja "El bello Sergio" es que las cosas son como son, a veces por razones insospechadas, y que en un oscuro pueblo la introducción de un elemento extraño tan sólo servirá de detonante; aunque en ocasiones es la única fórmula para dinamitar el tapón de mierda acumulada por lustros.
Sinhué
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19 de junio de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama costumbrista sobre el retorno de François Baillou (Jean-Claude Brialy) a su pueblo natal en la Francia de los años 60 tras una década viviendo en la gran ciudad. Allí descubrirá cómo la tierra donde vivió continúa igual que como la dejó, mientras que sus habitantes han cambiado, en especial su antiguo amigo Serge (Gérard Blain). Éste se encuentra hundido en un casi patético alcoholismo al que su amigo François culpa a su relación matrimonial con Yvonne (Michèle Méritz). Tratará François de conseguir que éste enderece las riendas de su vida.

Supone la ópera prima de Claude Chabrol, y para muchos críticos e historiadores la primera película de la Nouvelle Vague. Si bien es cierto que más bien se puede considerar una cinta transicional entre el anticuado estilo del cine francés de los años 50 y las rompedoras formas que comenzaría a usar los jóvenes integrantes de la nueva ola cinematográfica.

Desde una perspectiva social y cercana, Chabrol realiza una crítica a las formas de vida rurales, en la que el cineasta presenta a unos pueblerinos asalvajados y carentes de modales frente al hombre de ciudad. Traza así un choque con el clásico molde de estancia en el pueblo como lugar redentor, en contra de la ajetreada vida urbana expuesta por otros directores como haría Chaplin en Tiempos modernos (1936).

Frente a otras películas de la década, ésta tubo que realizarse con una mínima parte del presupuesto que se había utilizado para la realización de las otras. Presenta de forma manifiesta la posibilidad de llevar a cabo el rodaje de películas sin la necesidad de cuantiosos gastos, cosa que agradó tanto a la industria del cine por la posibilidad de abaratar costes como a los jóvenes cinéfilos ansiosos por dirigir que pronto comenzarían sus andaduras (Godard, Truffaut, Resnais...).

Recurre para ello al blanco y negro, repleta de primeros planos y decide abandonar los estudios de grabación parisinos para salir a rodar al pueblo donde Chabrol creció.

El Bello Sergio, sea un antecedente o se enmarque dentro de la propia Nouvelle Vague, se trata de una puerta abierta para la futuras películas que en los años consecutivos ocuparían las carteleras de los cines de medio mundo.
darkthor
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10 de mayo de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claude Chabrol fue uno de los primeros integrantes de la Nouvelle Vague (hablamos básicamente del núcleo crítico de Cáhiers) en realizar su primer largometraje, que se trató de le Beau Serge (El bello Sergio, 1958), película que Chabrol rodó en uno de los lugares más emblemáticos de su vida, la región de Creuse, donde vivió durante la segunda guerra mundial[1]. Como vemos, las intenciones del director por volver, mediante el cine, a evocar parte del pasado de su infancia, entronca con otros cineastas del movimiento.

El bello Sergio es uno de los primeros coletazos de libertad artística que aportaría al cine francés la Nouvelle Vague. Georges Sadoul, el crítico de cine, escribió acerca del bello Sergio (en les lettrres françaises) diciendo que Chabrol había realizado la película con la misma libertad con la que un escritor escribe su novela. Y eso es cierto. La política de los autores, una de las constantes que aportaría Chabrol y compañía a la modernidad cinematográfica puede notarse perfectamente en este debut cinematográfico. Y es que el sello de un autor se asoma con fuerza en el film. La película nos introduce en un pequeño pueblo rural, que parece haberse quedado anclado respecto al mundo urbano. Ahí volverá después de una enfermedad nuestro protagonista interpretado por Jean Claude-Brialy, que decide visitar de paso a su primo Sergio, interpretado por Gérard Blain.

Una de las cosas que mejor describe el director francés es el ambiente rural, aunque con ello se vea obligado a ofrecer una visión poco amable del pueblo. La frescura de un relato que aparentemente no cuenta nada nuevo inunda la estética de la película. Los detalles con los que acompaña Chabrol la película: los almuerzos, la misa del párroco, los niños jugando al fútbol, el baile tan poco espectacular en comparación con los guateques urbanos del momento…elaboran una película que respira vida. Poco que ver con las películas de calité del cine francés, diseñadas con alto presupuesto y basadas muchas de ellas en grandes obras de la literatura. El bello Sergio es una de las primeras películas que empieza a mostrar el drama de la cotidianidad, es decir, al igual que la literatura de Balzac, Chabrol nos enseña una historia a través de pequeñas historias aparentemente insustanciales. Todo ello se refleja evidentemente en la economía de la película, realmente poco boyante. Chabrol se vio obligado a contar con un equipo muy ajustado[2].

El bello Sergio no es amable con el ambiente rural donde se desenvuelven los personajes, pero tampoco lo es con sus propios protagonistas. Sergio se revela desde la primera secuencia como un borracho que es incapaz de controlarse, y al que el alcoholismo ha arruinado su vida. A lo largo de la película podremos ver las numerosas advertencias que le realiza su primo, y que sin embargo resultan en vano. La degradación con la que Chabrol muestra el personaje de Sergio es realmente dura, pero a la vez sincera. Los problemas del protagonista tienen equivalente en un pueblo que se está muriendo lentamente. Además de la frescura con la que Chabrol se enfrenta al tema del alcoholismo, también el film nos muestra un pueblo que acepta incluso el incesto, echando la vista a un lado. La mujer de Sergio por otra parte, es la demostración la dulzura más destructiva, pues sigue amando a su esposo a pesar de los malos tratos que recibe por su parte. El film desarrolla una intensa dualidad encarnada entre los dos primos, uno de los ejes principales de la película. Esta dicotomía, que también puede entenderse en el marco de ámbito rural contra ámbito urbano (el protagonista que vuelve de la ciudad tiene gran parte de los vicios del pequeño burgués que harían tan famoso a Chabrol por ser su máximo retratista) se volvería a repetir en la próxima película del director, Les Cousins (los primos, 1959), sólo que esta vez era el hombre provinciano el que acudía a la ciudad.

Chabrol contó para la fotografía con Henri Decae, que había trabajado anteriormente en los films de Jean Pierre-Melville, uno de los directores más respetados por la Nouvelle Vague y que trabajaría posteriormente con otros miembros del movimiento, y que recrea magníficamente el ambiente naturalista del pueblo, con especial atención a la escena final, donde el protagonista que interpreta Jean-Claude Brialy se interna en la nieva para que Sergio acuda durante el parto de su esposa.

[1] Como gran parte de los integrantes de la Nouvelle Vague, Chabrol no vivió la guerra mundial desde un punto de vista partidista, pues era demasiado joven para alistarse en algún bando.

[2]Se gastaron unos Ochenta y cuatro mil dólares para terminar finalmente el Bello Sergio, aunque la película amortizó los gastos, en parte a la obtención del título de film como cine de Calité, por el cual recibió una subvención estatal.

http://neokunst.wordpress.com/2014/05/10/claude-chabrol-el-bello-sergio-1958/
Kyrios
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1 de septiembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a hablar de la Nouvelle Vague más que en estas primeras líneas. Por lo visto es la primera película que los historiadores del cine etiquetan como perteneciente de este movimiento cinematográfico francés. Wikipedia está ahí para verificar o no si esta primera película se ajusta a las pretensiones de aquel famoso grupo de críticos, lo que me interesa a mí es que desde luego, en "El bello Sergio", se nota un aire de libertad en el realizador que probablemente contrasta con casi todo lo que se hizo con anterioridad.

Dicho esto creo que lo importante es la vida de Sergio, a quien encuentra en el mismo sitio diez años después de haberse ido su amigo venido de la ciudad. El sitio es el mismo tal vez, las calles, el campo, las casas... pero la gente ha cambiado, especialmente la vida de nuestro desdichado protagonista Sergio, que sufre una situación de degradación humana de la cual es difícil entender las causas. Sea como sea Sergio es un alcohólico y un mezquino, ante lo cual su amigo recién llegado reacciona con una mezcla de compasión y perplejidad. La situación interior de ambos amigos es lo que me interesa: por un lado el deseo de ayudar a uno y por el otro lado el rechazo del otro. La vida es como es y no hay que darle muchas vueltas, por eso encuentro que tampoco es una película para echar cohetes, es interesante e indudablemente está bien hecha, pero queda lejos de plantear un enigma sobresaliente o crear un interés enorme a través de su guión. Es una más. Dos amigos (o examigos) chocan y punto, eso sí, la imagen de la vida rural es excepcional, un retrato admirable.
Luisito
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